Entrevista: Ariel Sánchez

 

Miembro del grupo promotor del Instituto MasCS (Masculinidades y Cambio Social), Argentina.

Lic. en Ciencias de la Comunicación de Facultad de Ciencias Sociales-UBA. Profesor de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP, donde también cursa el doctorado en comunicación. Actualmente es Director de Promoción de Masculinidades para la igualdad del Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad sexual de la Provincia de Buenos Aires.

 

 

¿Nos puedes explicar qué motivó el origen del Instituto de Cambio Social y Masculinidades hace ahora poco más de dos años? ¿Cual era el contexto social en Argentina cuando empezó vuestra actividad y cómo fue recibida esta iniciativa?

Desde hacía tiempo, quienes formamos parte del grupo promotor del Instituto de Masculinidades y Cambio Social veníamos trabajando, aunque de manera individual, en temáticas vinculadas a varones y masculinidades. Algunxs desde el activismo y la militancia, otrxs desde la investigación y la docencia y otrxs desde la gestión pública, como es mi caso, en la actualidad, que estoy a cargo de una dirección plenamente vinculada al tema en el Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la Provincia de Buenos Aires.

Nos parecía, en ese primer momento, comenzar a encontrarnos y potenciar los trabajos que veníamos realizando. A diferencia de otros colegas latinoamericanos, con quienes compartíamos los coloquios internacionales de varones y masculinidades, en Argentina no había una instancia de articulación entre quienes estábamos trabajando en el tema. Además, en ese momento que nos comenzamos a juntar, el escenario social estaba (y lo sigue estando) plenamente atravesado por las discusiones de los movimientos feministas y de los activismos de la diversidad sexual. Los espacios de la vida cotidiana (laborales, educativos, políticos) se veían trastocados en sus dinámicas y los pactos de género naturalizados por años comenzaron a ponerse en cuestión de manera cada vez más masiva.

En ese marco, los varones, y sobre todo los varones cis heterosexuales, se sintieron interpelados, pero no necesariamente provocaba eso una transformación en las relaciones de poder y desigualdad. Es por ello que nos propusimos aportar a ese cambio, alojando la incertidumbre generada por la época y transformándola en caminos y estrategias para el involucramiento de los varones en las políticas de igualdad de género y el desarme de las formas de complicidad machista que siguen sosteniendo gran parte de la estructura patriarcal

 

El primer objetivo de MasCS que mencionáis en vuestra web se refiere al “Cambio Social resonando en las propuestas emergentes de los activismos feministas y sexualmente disidentes”. ¿Cuáles serían esas propuestas? ¿Qué relación tenéis con esos activismos y cómo os planteáis vuestra contribución a ese “Cambio Social”?

La mayoría de las personas que formamos parte del instituto somos o fuimos parte de las militancias feministas y de la diversidad sexual. Sin embargo, no es sólo por esa relación personal y política con las organizaciones y movimientos que consideramos que nuestras propuestas son emergentes, sino justamente, como mencionaba en la pregunta anterior, el interrogante  por el lugar de los varones en los escenarios sociales contemporáneos, las desorientaciones e incertidumbres provocadas y la búsqueda de estrategias para erradicar diferentes formas de violencia, son producto de lo que los activismos feministas y sexualmente disidentes provocaron en los últimos años fundamentalmente. No es que no existieran de antes, pero claramente hubo un cambio en términos de ocupación de la discusión en todos los espacios por los cuales transitamos cotidianamente (escuelas, trabajos, organizaciones políticas, clubes). El instituto nace de esa búsqueda de respuestas a pensar estrategias feministas para el trabajo con varones y masculinidades, nos propusimos aportar en líneas de trabajo que apunten al involucramiento de los varones, fundamentalmente cisgenero heterosexuales, en la democratización de las relaciones sexuales y de género y en el desarme de prácticas que resisten estas transformaciones y sostienen gran parte de las violencias patriarcales y machistas. En ese sentido, las primeras intervenciones que realizamos (en campañas, en el cuadernillo que elaboramos, en talleres con jóvenes y en las diferentes charlas y diálogos públicos que organizamos o participamos) fueron directamente a pensar los silencios y las complicidades en los grupos de varones.

 

Los que formáis el grupo promotor venís de ámbitos bastante diferentes, una combinación interesante de trayectorias, desde las ciencias sociales, la comunicación, las ciencias políticas, la medicina, la cultura… ¿Cómo se refleja esta diversidad en vuestro funcionamiento y el abordaje de vuestras actividades?

Justamente creo que eso es lo que la vuelve interesante, complejiza aún más el vínculo. Entendemos que no podemos pensar la temática de la masculinidad y específicamente las relaciones de desigualdad, con sus efectos excluyentes, que se generan en la reproducción de los mandatos vinculado a la masculinidad normativa de manera aislada y autocentrada. Siempre es en relación, no sólo a otras formas de habitar los géneros y las sexualidades, sino a comprender su funcionamiento en diferentes ámbitos.

Eso nos da la heterogeneidad, no sólo de profesiones, sino de haber transitados diferentes espacios de militancias e inclusive heterogeneidad respecto a nuestros géneros y sexualidades. Insistimos en pensar la masculinidad, en singular, como un dispositivo, que produce jerarquías, cuerpos, deseos, exclusiones, diferentes formas de violencia y eso podemos pensarlo en cada uno de los ámbitos donde intervenimos y desde las diferentes formaciones que forman parte de nuestro recorrido.

 

Entre vuestros objetivos también está “visibilizar y apostar a la proliferación de masculinidades disidentes del mandato patriarcal”. ¿Cual es la importancia de la visibilización y de qué manera lleváis a cabo este objetivo?

En este escenario de incertidumbre, donde se puso más en evidencia la discusión sobre el lugar de los varones, sobre todo de los varones cis heterosexuales, en las transformaciones en las relaciones sexuales y de género, consideramos que es importante alojar esa incertidumbre en forma transformadoras. Nuestro primer diagnóstico, surgido de los recorridos personales por espacios de formación, militancia y gestión, es que estábamos en un momento donde los varones se sentían desorientados frentes a las demandas de los movimientos feministas y de la diversidad sexual.

Consideramos importante dar respuesta a esa desorientación, entendíamos y seguimos entendiendo que esa desorientación puede terminar en recorridos más conservadores e inclusive violentos si no se visibilizan otras formas de habitar masculinidades. Nuestro objetivo siempre fue buscar estrategias feministas a la problemática de las reproducciones de los mandatos de masculinidad y el lugar de los varones en los escenarios contemporáneos.

Proliferan cada vez con mayor frecuencia, en espacios políticos y redes sociales, discursos que, frente a los avances de los feminismos y los movimientos de las diversidades sexuales y de género, promueven formas de violencia y buscan restablecer un supuesto orden perdido. Esos discursos consideramos que son parte de nuestro problema, frente a las transformaciones, buscamos alojar la incertidumbre y las desorientaciones en modos de habitar el mundo que no impliquen la humillación, la exclusión, la violencia (en todas sus dimensiones) como forma constitutiva de ser reconocido como un “verdadero varón”.

Construir otros discursos, alojar esas demandas de otros modos y repensar las formas en que cotidianamente se reproducen los mandatos normativos de la masculinidad, es una apuesta a repensar las responsabilidades colectivas, más allá del accionar de cada uno de los varones. Politizar la categoría de varón, entenderla en el entramado de género, sus exclusiones y desigualdades, es de suma urgencia y necesidad si queremos generar una sociedad que erradique cualquier tipo de forma de violencia de género.

 

Vuestra actividad se fundamenta sobre de tres ejes: la educación sexual integral con varones, la salud y las políticas de cuidados y las violencias machistas. Cuéntanos el por qué de estos tres ejes.

Consideramos en la conformación del instituto que esos tres ejes aunaban en gran parte lo que veníamos haciendo desde los diferentes ámbitos donde nos movíamos (investigación, educación, gestión pública, militancia, difusión). De alguna forma, también dábamos respuesta a cuestiones que estaban en la discusión pública: responsabilidades parentales y distribución desigual de las tareas de cuidado, estrategias para el trabajo con varones que ejercen diferentes formas de violencia por razones de género (Cada vez más visibles en la vida cotidiana escolar, laboral, etc) y cómo incorporar estos contenidos en la Educación Sexual Integral que, al momento de la elaboración del programa nacional, no se había tenido en cuenta.

Entendemos que pensar el funcionamiento de la masculinidad en tanto dispositivo nunca pueden pensarse de manera aislada, por eso la intervención en esos tres ejes consideramos que es fundamental porque apunta a trastocar los pilares que sostienen las relaciones de desigualdad, que es en definitiva lo que queremos aportar a transformar. Producir estrategias políticas, comunicacionales, pedagógicas (ya sea en el abordaje de las violencias como repensar las paternidades o el lugar ocupado por los varones cis heterosexuales en las tareas de cuidado) es, en definitiva, una forma de desarmar las jerarquías que sostienen las diferentes formas de exclusión y jerarquización entre géneros e identidades sexuales. No nos interesa tanto una educación nueva para los varones adaptados a las nuevas exigencias, sino el desarme de las relaciones de poder y lo que pueda devenir de ello, no lo sabemos. Pensamos en salud, pensamos en cuidado, pensamos en educación, fundamentalmente, porque son ámbitos donde se cruzan las dinámicas corporales, productivas, económicas que sostienen las formas de violencia y desigualdad. Por ejemplo, hablar de cuidados y varones no es simplemente hablar de varones que “ahora pueden cocinar en sus hogares y pasar más tiempo con sus hijos” sino fundamentalmente tiene que ver con hablar del desarme del núcleo duro que sostiene gran parte de las desigualdades reifican la “feminización de la pobreza” y, su contracara, “la masculinización de la riqueza”. Hablar de cuidados y paternidades implica hablar también de redistribución de la riqueza y de las responsabilidades y que se habilite estructuralmente las condiciones de igualdad para el acceso al desarrollo laboral, económico, social, etc de cada una de las personas. Después habrá que trabajar en las transformaciones cotidianas, en las formas de resistencia que aparecen frente a los cambios y el desarrollo de políticas de igualdad, pero es importante generar las condiciones para que esa igualdad real pueda ser conseguida.

 

Y, en relación con estos tres ejes,  ¿Qué acciones y actividades lleváis a cabo? ¿A quien os dirigís?

Desde la creación del instituto estuvimos trabajando en varias cosas que tocan y cruzan los ejes que definimos como prioritarios. Elaboramos el kit pedagógico “Varones y Masculinidad(es). Herramientas pedagógicas para facilitar talleres con adolescentes y jóvenes”, con propuestas teóricas, audiovisuales y de talleres, utilizados a lo largo y ancho del país. Y en el último mes lanzamos un curso virtual que tiene como base el cuadernillo y que sirve para la formación de talleristas y facilitadores. Es un curso autodirigido que tuvo muy buena repercusión. Estamos pensando en armar otras propuestas similares

También colaboramos en diferentes campañas vinculadas a desarmar los lazos de complicidad machista y otra más vinculada a las responsabilidades parentales. Actualmente estamos discutiendo colectivamente la cuestión de las licencias por paternidad ya que es una discusión importante que se viene en nuestro país.

Además, formamos parte de diferentes redes de trabajo, siempre nos parece importante construir lazos y articulaciones, no sólo con espacios y organizaciones de nuestro país sino de otros lugares del mundo, sobre todo para pensar estrategias amplias y para ver también cuáles son las discusiones que van ocupando la agenda de quienes trabajando con varones y masculinidades. Integramos la Red Global MenEngage en América Latina, y el Comité Científico del Coloquio de Estudios sobre Varones y Masculinidades y la Red Internacional de investigadorxs que lo organiza.

Gran parte del tiempo del año pasado fue ocupado en profundizar esta necesidad de articulación y construir redes, es por eso que lanzamos el relevamiento de espacios que trabajan con varones y masculinidades.

 

Cuéntanos sobre el proyecto “Relevamiento”, la construcción de un mapa de trabajo sobre masculinidades con varones en Argentina. ¿Qué motivó esta iniciativa y cuales son sus objetivos? ¿Nos puedes contar hacia dónde apuntan los primeros resultados de vuestra investigación?

Como te comentaba antes, en la Argentina no existían datos claros de los grupos que vienen trabajando el tema. Si bien en muchos casos nos conocemos por habernos cruzado en diferentes ámbitos, no había algo institucionalizado que nos permitiese observar a nivel federal qué grupos venían trabajando, quiénes desde instancias académicas, cuales trabajando con varones que ejercen violencia por razones de género, cuáles armando grupos de reflexión, que tipos de articulaciones se venían dando.

En este sentido, pensamos y construimos el primer relevamiento de experiencias de trabajo con varones (acompañados por el Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de Nación y la Iniciativa Spotlight Argentina) que apuntó a relevar tres tipos de experiencias y universos de trabajo: Experiencias institucionales en el sector público, organizaciones que trabajan con varones y masculinidades y espacios de atención a varones que han ejercido violencia por razones de género.

Desde que iniciamos el Instituto y fuimos adquiriendo mayor visibilidad, sobre todo a partir de los materiales que elaboramos y las instancias de diálogo público que generamos en conjunto con otras organizaciones, nos escriben de diferentes lugares y nos preguntan por espacios para poder trabajar estos temas en diferentes ciudades y provincias de Argentina. Es decir, hay una creciente demanda de trabajo con varones desde un enfoque feminista y, al mismo tiempo, la sensación de ausencia, invisibilidad, desconocimiento, dispersión de los espacios, grupos, colectivos e instituciones, abocados a esta agenda. Consideramos importante construir y socializar un recursero de contactos y herramientas disponibles a nivel federal, y promover instancias de coordinación, articulación y trabajo en red. Esto se vuelve aún más importante si pensamos la creciente adhesión que tienen algunos discursos de odio y antiderechos por parte de muchos varones que se sienten cuestionados en el clima social contemporáneo.

 

¿Cuáles son los siguientes pasos del Instituto MasCS? De qué manera os planteáis trabajar en red con otros grupos, instituciones, organismos etc tanto en Argentina, Latino América o más allá.

Actualmente estamos dándole forma a dos cuestiones que nos parecen muy importantes para seguir profundizando, no sólo en las instancias de difusión y promoción de la temática en lo público, sino fundamentalmente para fortalecer cierta incidencia en la elaboración de políticas públicas que se orienten a repensar la reproducción de los mandatos vinculadas a la masculinidad normativa.

Por un lado, estamos trabajando en el armado de la red con otras organizaciones que

vienen llevando a cabo trabajo con varones. El relevamiento arrojó un número importante de instituciones, colectivos, organizaciones que hacían algún tipo de trabajo sobre masculinidad y varones, pero también dio cuenta de la poca articulación entre esos espacios. Por ello nos pusimos como primer objetivo, luego de un primer diagnóstico, llevar a cabo los enlaces necesarios para profundizar esos diálogos y articulaciones. Vinculado a ello, el próximo paso será tomarse el tiempo necesario para leer los datos arrojados por el relevamiento que nos servirá para desarrollar un área que venimos relegando, y tiene que ver con armar espacios de investigación que produzcan  insumos y recomendaciones para la elaboración de políticas públicas destinadas al trabajo con varones y en la búsqueda por la erradicación de las diferentes formas de violencia y desigualdad basadas en el género y las sexualidades.