ENTREVISTAS GIZONDUZ
Entrevista a Maxi Gutiérrez Jodra, médico de familia, especialista en género y salud. “Es necesario que los profesionales de la salud, en su totalidad, tengamos más en cuenta los condicionantes sociales en general, y los condicionantes de género en particular en nuestra forma de abordar los problemas de salud.”
¿Cuándo y por qué comienzas a interesarte por los temas de género? ¿Cómo ha influido esto en tu desempeño profesional?
Mi interés inicial por los temas de género parten de la atención a mujeres víctimas de violencia. Recuerdo que en torno al año 2002 escuché hablar del tema en una mesa del congreso nacional de medicina de familia, cuando todavía nadie hablaba de esto y me hizo pensar sobre mi propia práctica. Desde ahí empecé a interesarme, estudiar, formarme, formar a otros… un largo camino.
Y como no se puede hablar de violencia contra las mujeres sin considerar el género, Fui empezando a incluir esta variable en mi práctica. Desde la observación y desde la acción. Para hacerme cada vez más consciente que la variable género explica muchas de las cosas que les ocurren a hombres y mujeres en su manera de actuar y de enfermar. Creo que, en definitiva, este camino va marcando mi forma de “hacer medicina”, mi manera de intervenir y las propuestas que planteo a mis pacientes, mujeres y hombres.
¿Qué influencia e impacto tiene el hecho de ser mujer en su situación de salud?
Existen características biológicas que lógicamente condicionan la salud de las mujeres (o de los hombres, en su caso) pero, esta cultura y esta sociedad también les asignan roles que determinan su estado de salud. Pondré dos ejemplos. Durante mucho tiempo el hábito tabáquico ha sido una práctica fundamentalmente masculina que ha condicionado que las cifras de cáncer de pulmón y otras enfermedades crónicas pulmonares hayan sido mucho menores en mujeres. En eso se han visto beneficiadas hasta que una actitud de imitación del modelo masculino, referente en nuestra sociedad patriarcal, ha extendido el hábito entre ellas haciendo que estas cifras cambien sustancialmente. En nuestra comunidad las cifras más altas de mortalidad por cáncer de pulmón en mujeres se concentran en zonas de nivel socioeconómico alto, como la margen derecha del Nervión.
Por otra parte el rol de cuidadoras atribuido mayoritariamente a las mujeres de nuestra sociedad hace que muchas vivan sobrecargadas por los cuidados dispensados a sus mayores, a sus hijos e hijas y, en muchos casos también a sus parejas. Condiciona situaciones tan estresantes que se transforman en dolor, insomnio, depresión, etc. de la que muchas mujeres son incapaces de salir.
Y en el caso de los hombres ¿cómo afectan los mandatos de género en la salud de los hombres?
Los hombres consultamos menos o más tarde porque hemos sido educados en la necesidad de aguantar, de sobreponernos… (“¡los chicos no lloran!”) y muchas veces lo hacemos empujados por nuestras parejas. Así soportamos malestares o diagnósticos en estadios más avanzados de enfermedad que dificultan su tratamiento. En esta misma línea los hombres participamos menos de los programas preventivos de cribado de enfermedades, incluso de aquellos en los que la prevalencia de la enfermedad es mayor en nuestro sexo, como es el caso del cáncer de colon.
Las conductas de riesgo típicamente masculinas generan enfermedad: el abuso de sustancias como el tabaco, alcohol u otras drogas, los accidentes de tráfico, los traumatismos y agresiones… se producen típicamente en hombres.
¿Tiene mirada de género el sistema de salud? ¿En qué crees que podría mejorar?
Nuestro sistema sanitario, muy efectivo en su conjunto, diferencia poco la atención a hombres y mujeres más allá de lo puramente biológico. Tenemos profesionales excelentemente formados en lo anatómico-funcional y mucho menos en lo socio-sanitario. Necesitamos una mirada bio-psico-social. Es necesario que los profesionales de la salud, en su totalidad, tengamos más en cuenta los condicionantes sociales en general, y los condicionantes de género en particular en nuestra forma de abordar los problemas de salud. Así realizaremos una atención más ajustada a las circunstancias de cada persona y también contribuiremos a una cultura donde éstas no sufran como consecuencia de unas desigualdades asignadas por el hecho de pertenecer a uno u otro género.
Es sabido que el sector sanitario es un colectivo mayoritariamente formado por mujeres, sobre todo en la enfermería y cada vez más en el colectivo médico pero, eso no asegura una mirada ponderada de género. Entre nosotros sigue reproduciéndose el tópico que cuidar es de mujeres (enfermeras) y curar de hombres (médicos). Y eso produce muchas consecuencias perversas para la atención y para el sistema.
No creo que sea una cuestión tanto de cambios en dicho sistema como de generar procesos de reflexión y formación de los profesionales.
La relación y el contacto que muchos profesionales de la salud tienen con la ciudadanía, pueden suponer un lugar privilegiado para la detección de la violencia machista ¿Qué papel juegan las y los médicos de familia en la detección y atención a mujeres víctimas de esta violencia?
Efectivamente, sabemos que las mujeres víctimas de violencia de género tienen una salud mucho más deteriorada que el resto. Son mujeres que acuden a las consultas con sus profesionales de atención primaria, medicina y enfermería, y muchas veces hacen uso de los dispositivos de urgencia. Solicitan atención por problemas directa o indirectamente relacionados con su situación de maltrato y en muchas ocasiones éste no se pone en evidencia. Es cierto que confesar una situación de maltrato tiene muchos condicionantes y son las y los profesionales, que muchas veces lo sospechan, quienes deben facilitar que eso se produzca. Solo cuando las situaciones se ponen encima de la mesa son susceptibles de poder abordarse y aquí el sistema sanitario y sus profesionales tienen un papel fundamental.
En los últimos años hemos dado pasos pero, hay que dotar al personal sanitario de herramientas para ello aunque, si no existe conciencia de que esto es un problema de salud pública, como así lo reconoce la OMS, no avanzaremos en ser un recurso más de ayuda a las mujeres víctimas.
Se suele decir que la violencia machista es un problema de los hombres que sufren las mujeres. ¿Qué te sugiere esta idea? ¿Qué papel crees que juega la violencia en la construcción de las identidades masculinas?
En este campo no creo que la cuestión sea abordable desde la culpabilización. Lo que está claro es que la violencia se produce como consecuencia de una desigualdad social y culturalmente tolerada que genera consecuencias múltiples y que en su peor parte se ensaña con las mujeres. Siendo el maltrato y la violencia la más inaceptable de ellas, por la que muchas mujeres van perdiendo la salud y la vida hasta la consecuencia de muerte.
Y dicho esto, también los hombres sufrimos consecuencias de la desigualdad. En forma de pérdidas de oportunidades, de pérdidas de salud y de desarrollo de capacidades que sin duda nos harían más personas. Situaciones que sin querer establecer comparaciones y considerando la violencia como la más terrible de ellas, también hacen sufrir a muchos hombres.
Evidentemente, la sociedad ha cambiado mucho en los últimos tiempos. ¿Crees que los hombres hemos cambiado al mismo ritmo que la sociedad? ¿Dónde se encontrarían hoy en día las principales resistencias de los hombres al cambio?
Todas las situaciones de desigualdad son difícilmente modificables por la resistencia de quien se siente privilegiado frente al otro. Parece lógico. En este momento social quizás estemos en el punto en que una mayoría de hombres no se sientan generadores de desigualdad en su entorno ni crean que deban realizar ningún cambio. Ciertamente ni la gran mayoría son maltratadores de sus parejas ni defienden abiertamente una hegemonía sobre las mujeres. Sin embargo, la cuestión se juega en las cosas de la vida cotidiana, en las actitudes del día a día y en todas aquellas cuestiones que tenemos “grabadas” y de las que apenas somos conscientes. Las actitudes sólo pueden cambiarse con procesos de reflexión, con espacios de diálogo, corriendo riesgos en el cambio y disfrutando de los logros.
Todo esto no es fácil pero, cuando se experimenta ya no hay marcha atrás, es imposible mirar con otros ojos y, a mí por lo menos, el camino me resulta apasionante.
Respecto al futuro ¿Optimista? ¿Pesimista?
Por supuesto. Veo avances en mis compañeros y compañeras sanitarias que cada día se esfuerzan en hacer mejor su trabajo. Experimento en mí mismo que es posible cambiar y generar dinámicas nuevas. ¿Cómo no voy a ser optimista?.
Nos queda mucho trabajo que hacer juntos, hombres y mujeres.
Entrevista a Juanjo Compairé, profesor jubilado y padre de una hija. Miembro de HOMES IGUALITARIS (AHIGE- Catalunya) y de su coordinadora estatal. “En el movimiento de hombres por la igualdad nos hace falta no sólo simultanear las acciones sino empezar a coordinarlas. También el intercambiar metodologías de trabajo y experiencias. Hablar de estrategias de futuro, de alianzas”
¿Cuándo y por qué comienza el interés de Juanjo Compairé por la igualdad?
Hace ya muchos años y de forma progresiva. Fue una combinación de reflexiones sobre mi vida con lecturas que fueron cayendo en mi mano.
Aunque creo que la reflexión estaba dentro de mí desde pequeño. Tuve un padre cariñoso, aunque sumiso. En mi infancia hubo mucha calidez con él, mucho contacto corporal. Él jugaba con mi hermana y conmigo, estimulaba nuestra imaginación con cuentos y manualidades. Hubiera sido un buen maestro (lo fue durante años hasta que las penurias económicas le obligaron a dejar esa profesión).
En la escuela -posiblemente por mi carácter y por esta influencia de mi padre- no entendía a mis compañeros (todos varones: estamos en el franquismo) que jugaban a pelearse y a tirarse piedras. Yo creo que estas semillas luego germinaron en mi replanteamiento de mi estar en el mundo como hombre.
En un momento de mi vida tuve un conflicto con mi hija, que cuestionaba mi paternidad. También como profesor yo me había planteado en mis relaciones con el alumnado cómo asumía mi autoridad y no mi poder. Por consiguiente, fue el tema de la autoridad (como padre, como profesor) el que me motivó a seguir reflexionando.
Y como las casualidades no existen, cayeron en mis manos algunas lecturas de antropología (yo había estudiado algo de esta Ciencia en mi carrera) como el libro de Donald H. Bell. Pero fue el libro de Elisabeth Badinter el que me hizo interesarme definitivamente por el tema de las masculinidades. Luego vinieron algunas lecturas más. Vi que si replanteaba mi rol como padre y como profesor lo tenía que hacer también como hombre.
Es decir, no fueron lecturas directamente feministas las que me impulsaron al principio. Mis reflexiones vinieron desde mí, desde mi experiencia.
Más adelante, me enteré de que en Jerez se hacían unas jornadas sobre la condición masculina. Y en una de esas decisiones que te cambian la vida, sin conocer a nadie del ambiente de los hombres por la igualdad, cogí el tren y me planté allí. Era el 2001.
Imaginamos que los años de docencia le habrán aportado muchas reflexiones y anécdotas…
Acabo de explicar cómo la reflexión sobre la autoridad – también la docente- estaban en la base de mis reflexiones. Tener delante adolescentes empeñados en afirmarse contra el poder dentro de la familia y de la escuela te obliga a reflexionar sobre tí mismo: cómo te has relacionado con el saber; qué saber valoras y cuál no; las relaciones de disparidad dentro de la escuela y cómo dialogas con el poder coercitivo que te dan; si lo que dices te sale de dentro o repites lo que has leído en los libros (la autoridad creo que tiene que ver mucho con la autenticidad).
En todo ello fui aprendiendo algo a base de ensayos y errores, de equivocarme mucho. Sobre todo aprendí de mis conversaciones con mi compañera feminista. Ella me ha acompañado en mis reflexiones de estos años. Ella (con otras mujeres amigas) me ha colocado en mi sitio cuando me iba por las ramas.
Recuerdo que muchas veces en clase gritaba para intentar imponerme. Me volvía afónico. Y entonces era cuando mejor se me daban las clases. Porque les decía: “Mirad, estoy afónico, necesito vuestra ayuda”. Y me salían algunos que me hacían de “voceros” ante la clase. Lo mismo me pasó cuando, cansado de hacerles repetir las preguntas por mi sordera, un día decidí coger el toro por los cuernos y les hablé con el corazón en la mano, pidiéndoles apoyo y comprensión. Desde entonces cambió radicalmente la dinámica de las clases. Mis debilidades se habían convertido en fortalezas.
Otra cosa que me llamaba la atención era de qué manera los chicos jóvenes cuando hablabas con ellos como tutor, de forma individual, eran muy majos. Pero en grupo a veces se creaba una dinámica tremebunda. Podías ver chicos muy sensibles que organizaban una campaña de pintadas xenófobas contra una compañera. Esto me hizo ver (y compartir con ellos y hacerles reflexionar) la fuerza del grupo de iguales y la socialización de género.
Como padre de una hija, a la que veía de qué manera la trataban en su Colegio los compañeros y los profesores, me propuse poner en valor el trabajo y aportaciones de las alumnas. No por paternalismo, sino porque, en verdad, al menos en la adolescencia, ellas en general eran mejores. Esto me granjeó a veces el epíteto suave de “feminista” y fuerte de “marica”. Si encima era el responsable del programa de coeducación, miembro del equipo de mediación, aquel que organizaba talleres de género, el que daba las clases de “Educación para la ciudadanía” en esa clave, el que les hacía escribir sobre sus sentimientos, etc... pues algunos de mis compañeros me miraban como “el raro”.
Bueno, 35 años de docencia dan para muchas anécdotas y reflexiones. Ya sabéis que los profes tendemos a enrollarnos mucho, je, je.
¿Qué crees que ha cambiado entre los hombres de tu generación y los chicos jóvenes de hoy en día?
No sabría decirte. No daré el típico discurso de viejo de que ahora estamos peor. Creo que han cambiado las formas mucho y que entre los chicos se ve mayor diversidad. Creo que la minoría de chicos adolescentes que no quieren seguir por el camino marcado se hacen ver más. También es verdad que le toca al profesorado ponerlos en valor. Mis antiguos alumnos (con algunos me sigo viendo; a algunos otros los sigo por el facebook) me enseñan esto. Y soy optimista, aunque me gustaría que las cosas en ese terreno fueran más deprisa.
Homes Igualitaris (AHIGE Catalunya) es uno de los grupos de referencia a nivel del Estado en el trabajo con hombres, ¿Cuáles son vuestras líneas de trabajo, proyectos, sueños?
Nosotros siempre decimos que somos una mesa con tres patas. Una es el trabajo personal, para nosotros prioritario, en los grupos de hombres. Otra es la investigación académica sobre temas de masculinidades. Hemos trabajado sobre todo en temas de coeducación, de corresponsabilidad y usos del tiempo y de violencia. Y luego está la acción pública, en forma de talleres, charlas, ruedas de hombres contra la violencia machista, Jornadas de formación de técnicos y de monitores.
Ponemos especial énfasis en el trabajo con jóvenes, dentro y fuera de la escuela. Por ejemplo, últimamente hemos trabajado en los centros de justicia juvenil, con los propios jóvenes y con sus monitor*s. También hemos trabajado con padres primerizos, porque estamos convencidos de que la paternidad, si es consciente y responsable, puede convertirse en palanca de cambio. Y hemos abierto una línea de trabajo con hombres inmigrados, de la que esperamos mucho. Nos queda pendiente el trabajo con hombres mayores, una cantera por descubrir.
¿Qué nos gustaría? Nos queda muchísimo camino. Querríamos ir creando una red de grupos de hombres en Catalunya. Tenemos muy presente vuestro ejemplo en Euskadi. Este noviembre en Sant Boi queremos hacer un encuentro de los grupos de hombres catalanes que han ido surgiendo estos últimos tiempos.
Nos gustaría también consolidar una PPIINA, la Plataforma por los permisos iguales e intransferibles, en Catalunya, con personas y entidades que han mostrado su apoyo a esta demanda.
Queremos también ir estrechando los lazos con otros movimientos sociales, como el ecologismo y el pacifismo. Por supuesto, estrechar también el diálogo con los feminismos en nuestro país. Para nosotros, con el fin de penetrar más en la vida de los hombres, son importantes las relaciones con las entidades culturales, recreativas, deportivas, de gente mayor, etc. Se trata de ir tejiendo un abanico de relaciones de cara a la construcción de un mundo nuevo, una cultura nueva de las relaciones entre los seres humanos. Esto no lo podemos hacer solos y además hay otros movimientos que van en nuestra misma dirección. Nuestra apuesta estratégica que viene plasmada en nuestro documento “perspectiva integral de género”.
Dentro de estas alianzas, los primeros son los más próximos: los otros grupos de hombres igualitarios de nuestro país y los del resto del Estado. Por eso, hemos estado en la elaboración de la “agenda común de los hombres por la igualdad” ahora hace dos años. Y ahora también impulsamos el Encuentro de hombres por la igualdad de todo el Estado, que se hará en Sant Boi de Llobregat los días 8, 9 y 10 de Noviembre.
Para todo este trabajo somos un puñado de hombres voluntarios. No tenemos a nadie a sueldo de la asociación y hacemos lo que podemos. Necesitamos crecer en número de socios activos. Nos hace falta también extendernos territorialmente y ampliar la variedad de socios en cuanto a edad, origen y clase social.
También tenemos como objetivo contactar con hombres referentes mediáticos para transmitir nuestro mensaje. Pensamos en vuestro ejemplo, con la carta de los hombrees vascos contra la violencia machista. Pero nos lo tomamos con calma...
¿Cómo describirías el movimiento de hombres por la igualdad en Cataluña?
Pues va creciendo, aunque más lentamente de lo que nos gustaría. Vemos que poco a poco van surgiendo pequeños grupos en pueblos o comarcas. En Sabadell, en Sant Boi, en el Pla de l'Estany ya funcionan autónomamente; en Abrera, en asociaciones mixtas; en otros sitios comienza a haber hombres “pioneros”. Nos gustaría poder atenderles y acogerlos, pero no siempre podemos por falta de tiempo y recursos. Tenemos buenas relaciones con la mayor parte de los movimientos feministas y con “Homes en diàleg” y “Conexus”, que son otros referentes. Cada año las tres asociaciones participamos conjuntamente en la mesa redonda del Fòrum contra les Violències de Gènere.
Como decía antes, tenemos que conseguir crear una red de grupos por todo el territorio. Pero seguimos tropezando siempre con la misma piedra: cuesta llegar a los hombres con nuestro mensaje. Cuesta, aunque sea hablando de responsabilizar y no culpabilizar; aunque sea poniendo el acento sobre el bienestar a conseguir, además de las pérdidas de privilegios. Cuesta mucho.
En algunos casos, las apuestas institucionales por incorporar a los hombres en la lucha a favor de la igualdad han jugado un papel muy importante. ¿Cómo estaría la implicación institucional en las políticas de igualdad dirigidas a hombres en Cataluña?
Pues hemos tenido un apoyo institucional desigual y variable. Por parte del Institut Català de les Dones llegó a ser incluso hostil, para luego pasar a ser de ligero apoyo. Ahora simplemente valoran nuestro trabajo pero apenas nos apoyan económicamente. Tampoco hemos participado en las fases consultorias de la elaboración de la legislación de igualdad y de erradicación de la violencia machista por parte de nuestro Parlament.
Nuestros apoyos han venido sobre todo desde los ámbitos locales, desde los Ayuntamientos, algún Consell Comarcal y sobre todo de la Diputación de Barcelona. Todo dependiendo, no tanto del color político de las cúpulas de estas instituciones sino de las técnicas y personal que trabajan en ellas.
Falta una aplicación del llamado “mainstreaming” de género a todo el funcionamiento institucional. En ese sentido, creo que en Euskadi nos lleváis mucha ventaja.
En el año 2011 se celebró en Barcelona el Congreso Iberoamericano de Masculinidades y Equidad. ¿Qué supuso este evento para el movimiento de hombres por la igualdad?
Creo que sí. Se empieza desde entonces a superar una etapa en la que había -creo- demasiados “egos” y personalismos. También algunos malentendidos que el tiempo ha ido desmontando en parte. Nos hemos puesto las pilas al poner el énfasis en los puntos de coincidencia que nos unen. Fue en cierta medida nuestra “puesta de largo” como movimiento a nivel internacional. La prueba es la cantidad de contactos con grupos de otros países que hemos establecido desde entonces. Sobre todo con América latina.
Después de aquel encuentro en Barcelona, ¿Hay algo nuevo en la agenda del movimiento de hombres por la igualdad? ¿Se ha avanzado algo como movimiento desde aquella declaración conjunta?
Más que nada creo que lo que ha cambiado es el clima, de cooperación entre nosotros. El hecho de compartir informaciones a través del facebook y el de participar de forma simultánea en movilizaciones ya es un gran paso.
Pero hemos de dar más. Nos hace falta no sólo simultanear las acciones sino empezar a coordinarlas. También el intercambiar metodologías de trabajo y experiencias. Hablar de estrategias de futuro, de alianzas, siempre respetando y alimentando la diversidad de nuestro aún incipiente movimiento.
Por eso hemos impulsado el Encuentro del movimiento en Sant Boi de Llobregat el próximo mes de Noviembre. Esperamos que sea un paso adelante en nuestro camino común.
Respecto al futuro, ¿optimista? ¿pesimista?
Soy optimista. Ya soy mayor, llevo en esto desde hace más de 12 años y si miro atrás no puedo dejar de serlo. Porque podemos poner nuestro grano de arena: si cambiamos las relaciones entre los hombres estamos cambiando el mundo. Creo que el mundo y nosotros lo necesitamos.
Entrevista: Josetxu Riviere Aranda, especialista en género y masculinidades. “Reconocer la diversidad masculina y desde ahí erosionar el modelo que nos viene a la cabeza cuando pensamos en "hombre" blanco, heterosexual etc., etc., nos permite debilitar el modelo masculino que genera desigualdad”
1.- Uno de los cursos que se ofertan en el programa formativo de Gizonduz de 2013 lleva como nombre “Prevención de riesgos laborales y la construcción de las identidades masculinas” ¿Qué relación habría entre la siniestralidad laboral y las masculinidades? ¿Por qué sería importante tenerlo en cuenta para desarrollar políticas preventivas en las empresas?
Cuando planteamos el curso centrándolo en la relación entre los riesgos laborales y la construcción de la masculinidad queríamos señalar que la relación de los hombres con los riesgos laborales tiene que ver, en parte, con su relación con la salud, el autocuidado y el riesgo. Entendiendo el modelo tradicional masculino como una identidad que, sin bien hoy no es homogénea, representa el modelo clásico de hombre, blanco, heterosexual y que sigue sustentando y justificando la desigualad entre mujeres y hombres de una forma más o menos explicita. Partimos del análisis de las causas principales de los accidentes laborales, la falta de medidas se seguridad, la subcontratación y precarización laboral, pero nos planteábamos que si está meridianamente claro que existe una concepción del riesgo ligada a la virilidad que tiene consecuencias para los hombres en la salud, los accidentes de coche .., esto también tiene reflejarse en el mundo del trabajo.
Es cierto que la mayoría de accidentes ocurren en sectores muy masculinizados, pero creo que hay que fijarse en que la organización de algunos trabajos esta pensada desde su inicio para que sean realizados por hombres, digamos que hay una selección previa al elegir una manera y no otra de hacerlo. Ese modelo organizativo en general excluye a la mayoría de mujeres, y algunos hombres también, por ejemplo, si el peso normal de un saco de cemento es cincuenta kilos ¿en que tipo de persona estamos pensando? Si por el contrario el peso máximo es de 15 kilos es evidente que pensamos en otro modelo productivo y de personas que lo puedan llevar a cabo.
Pero además de contextualizar los accidentes laborales en este modelo productivo sexista tenemos que fijarnos en que la asunción del riesgo personal es muy diferente en mujeres y en hombres, el aprendizaje de estos en base de valores como la resistencia, el valor y el riesgo hacen que estos sean mas proclives a tener un numero mayor de accidentes y a descuidar su salud en el ámbito laboral.
2.- La negación de la vulnerabilidad y la exaltación del riesgo y la resistencia, ¿qué efectos tiene sobre la salud de los hombres? ¿Cómo se traduce el machismo en términos de salud? ¿Se puede decir que perjudica la salud de los hombres?
Creo que es evidente que esa negación de la vulnerabilidad y la exaltación de valores masculinos tradicionales influyen directamente en tener mala salud y un autocuidado deficiente por parte de muchos hombres. Estudios, cómo los realizados por Luis Bonino, señalan que muchos hombres siguen postergando acudir a la consulta medica, haciendo en muchas ocasiones de la resistencia al malestar y al dolor una seña de identidad que marca su virilidad, sobre todo, frente a otros hombres. También existen resistencias a la hora de seguir las indicaciones médicas o terminar los tratamientos médicos prolongados. Esto hace que en ocasiones se interactúe con el sistema sanitario tarde y sus consecuencias para la salud son claras, por ejemplo en la prevención del cáncer de próstata, donde es importante acudir al revisiones medicas a partir de los 50 años, según la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGGs) solo el 50% de los hombres en esa edad realizaban una revisión anual en el estado Español en 2010.
3.- En distintas ocasiones has afirmado que “prevenir la violencia machista requiere abordar el amor romántico, la resolución de conflictos y la educación emocional''. ¿Qué relación crees que hay entre la violencia machista y el amor romántico?
La violencia machista se construye sobre la desigualdad entre mujeres y hombres, es esa concepción de las mujeres como personas con menos derechos lo que origina la violencia ejercida por parte de muchos hombres, pero en esa construcción desigual de derechos entre mujeres y hombres tiene mucha importancia la socialización de las formas de amar. El amor romántico no es algo neutro sino que sitúa a mujeres y hombres en lugares distintos. De unos y otras se esperan cosas distintas, formas distintas de interiorizar, expresar y sentir ese amor romántico que hoy en nuestra sociedad se ve como “natural” cuando es una forma de amar socialmente construida desde el sexismo. Un modelo que impulsa un forma determinada de relación afectivo sexual entre las personas: heterosexual, monógama y para toda la vida. Un modelo que se reproduce de mil formas y en el que nos socializamos desde que nos preguntan con pocos años si tienes novia o novio
Cómo decía, para los hombres la expresión del amor, siendo importante, va ha tener menos centralidad en la vida que en la de las mujeres. Nuestro proyecto vital cuenta con otros factores muy poderosos para construirse, el mundo público, económico o social que suplen o complementan el papel del amor en nuestra autoestima y, todavía, la importancia del amor es menor que para muchas mujeres educadas en una versión del amor donde el sacrificio y el dar a otros es tremendamente importante.
Abordar el tema del amor romántico me parece fundamental para tener relaciones afectivo sexuales en igualdad. Afortunadamente no es la única fuente de amor y cariño porque los tenemos en muchas otras de las relaciones de nuestra vida.
Los Celos como demostración de amor, sin ti no soy nada, o los hombres viriles como modelos conquistador son trabas para que los hombres tengamos relaciones de mejor calidad a pesar de que es evidente que todavía nos otorgan mas libertad en algunos campos que a las mujeres.
Repensar el amor como una relación que hay que trabajar desde al igualdad y la reciprocidad y abandonar la idea de que es un sentimiento que viene no se sabe de donde y que nos golpea “cómo una ola” significa aprender a resolver los conflictos en las relaciones amorosas y además hacerlo como un aprendizaje continuo y enriquecedor. No se ama menos haciéndolo así, se ama mejor.
4.- En este mundo en crisis en el que vivimos ¿Crees que ha entrado en crisis también la lucha por la igualdad? ¿Podríamos entrar en un proceso de recesión también en lo que a la lucha por la igualdad se refiere?
Creo que son malos tiempos para seguir avanzando en la igualdad. Lo que esta poniendo esta crisis en a cada cual en su lugar, quienes desde las instituciones tenían un discurso claro y sincero a favor de la igualdad siguen dedicando recursos y creando e impulsando programas y quienes no lo tenían han sacrificado de forma no proporcional los recursos a favor de la igualdad, demostrando cual era la importancia real que le concedían al tema, cuando no están realizando cambios legislativos que sitúan en peor lugar social a las mujeres y con menos libertades. Retroceder en temas como el aborto, o eliminar las figuras de agentes de igualdad en los municipios pequeños además de reducir las subvenciones a colectivos a favor de la igualdad no son buenos pasos y nos pueden hacer retroceder en lo que a derechos se refiere.
Creo que a quienes no ha afectado la crisis es sobre todo al movimiento feminista y LGTB, y al pequeño movimiento de hombres por la igualdad, que siguen trabajando como antes por la consecución de la igualdad además ahora con mas frentes de actuación que antes.
5.- La violencia contra las mujeres es una de las consecuencias más preocupantes del machismo. En los últimos tiempos en nuestro entorno se ha producido un repunte de los casos en los que quienes ejercen la violencia contra las mujeres son hombres jóvenes, pero sobre todo, entre las víctimas hay una sobre representación de mujeres menores de 30 años ¿Se están reproduciendo modelos patriarcales clásicos con formas más modernas y sofisticadas?
Claramente sí, el modelo masculino en el que se socializan los jóvenes tiene más diversidad que antes, creo que es importante valorarlo pero el núcleo más resistente del machismo sigue muy instalado en nuestra sociedad de una forma más sutil y mas difícil de identificar por parte de la población más joven. Unos de los aspectos más preocupantes es la creencia de que la igualdad ya esta aquí y que por lo tanto mujeres y hombres tenemos ya los mismos derechos y depende de cada cual ejercerlos. La creencia por una parte de los jóvenes varones de que en lo referente a la igualdad de mujeres y hombres gozamos de libertad y que cada cual elige lo que quiere es tremendamente perjudicial ya que se obvia como formamos nuestra identidad y como nos socializamos de manera diferente mujeres y hombres en una sociedad todavía machista.
6.- Michael Kaufman defiende que, “la violencia contra las mujeres es un problema de los hombres que sufren las mujeres”. ¿Qué te parece esta afirmación? De ser cierta, ¿Qué papel deberían tener los hombres en la lucha contra la violencia machista?
Estoy de acuerdo con la idea, es en la socialización masculina tradicional donde se asocia la violencia con la resolución de conflictos, donde para muchos hombres se da legitimidad para ejercer el poder sobre las mujeres. En ese sentido es un problema vinculado a los hombres y a nuestra identidad como tales, una identidad que se construye en relación con otros hombres y con las mujeres pero que nos dice que debemos situar el centro de la resolución de la violencia machista en el cambio de los hombres y creo que en eso Kaufman tiene mucha razón.
7.- ¿Qué papel crees que deberían tener los hombres en las políticas de igualdad?
Creo que el trabajo con los hombres es muy importante y debe tener su lugar en las políticas públicas, no solo como objetos del cambio, para vencer las resistencias que muchos tiene todavía hacia la igualdad de mujeres y hombres sino como sujetos del mismo. Hoy en nuestra sociedad el modelo masculino, aunque nunca ha sido homogéneo del todo, es mas diverso que en épocas anteriores y aunque la practica igualitaria avanza despacio hay hombres que han cambiado sus ideas y sus actitudes, por lo tanto avanzar hacia la igualdad en ese sentido requiere de apoyarse y trabajar con ellos, con quienes ya han dado pasos, para cambiar a quienes se muestran más resistentes.
Reconocer la diversidad masculina y desde ahí erosionar el modelo que nos viene a la cabeza cuando pensamos en “hombre” blanco, heterosexual etc., etc., nos permite debilitar el modelo masculino que genera desigualdad y ese trabajo tenemos que hacerlo , no solo, pero principalmente con los hombres. Pienso que hoy hay un problema importante en muchos hombres en el sentido de que no ven la desigualdad, no perciben sus privilegios porque, entre otras cosas, lo tienen naturalizados, para ellos es lo “normal”. Avanzar hacia una sociedad igualitaria requiere del abandono de esos privilegios masculinos que detentan muchos hombres y para eso los programas dirigidos a poner en cuestión el modelo masculino, los privilegios, los efectos que el sexismo tiene en la vida de los hombres, me parecen necesarios.
8.- Respecto al futuro ¿Optimista? ¿Pesimista?
Pues no lo sé, me da la impresión de que algunos de los avances a favor de la igualdad son profundos en nuestra sociedad, al menos en los valores pero que está siendo muy difícil pasar de esa igualdad que se ha instalado en la conciencia colectiva o en las leyes a respaldar los cambios que las hacen reales, que hacen que se concreten en una sociedad de personas con igualdad de oportunidades al margen de su biología u opciones sexuales. Los cambios en los comportamientos cotidianos de las personas también son evidentes pero pasa lo mismo, queda mucho por cambiar.
Como creo que los cambios no se dan si no hay un movimiento ciudadano que los impulsa, desde lo social y desde lo institucional, me preocupa la debilidad y el adelgazamiento de ambos ámbitos en cuanto a impulsar y fortalecer la igualdad de mujeres y hombres.
Por otro lado sigue existiendo una masa crítica nada desdeñable de colectivos sociales feministas o por la igualdad, personas y algunas instituciones que porfían en sus esfuerzos para que la sociedad cambie y eso es muy positivo.
Entrevista a Encarna de la Maza González. Secretaria de Organización de SATSE en Euskadi: “Aproximadamente el 17% de la enfermería está compuesta por hombres. En Euskadi contamos con un 9% de hombres enfermeros frente a un 91% de mujeres. En ginecología, los porcentajes bajan hasta un 3% de matronos frente a un 97% de matronas”
1.- En los últimos meses del pasado año 2012 la totalidad de delegadas, delegados sindicales y personal del SATSE se han formado en materia de igualad a través del Programa Gizonduz de Emakunde. ¿Qué lleva a SATSE a hacer una apuesta tan clara a favor de la igualdad? ¿Cómo valoráis la colaboración con Gizonduz?
En SATSE EUSKADI somos conscientes que como agente social no sólo tenemos que instaurar unas garantías jurídicas del derecho a la igualdad sino que además tenemos que establece un modelo que promueva la consolidación de una cultura laboral comprometida con la igualdad real de oportunidades entre mujeres y hombres enunciando propuestas encaminadas a conseguir un empleo de calidad, transformando el trabajo en un espacio más humano, justo y democrático, como condición indispensable para el progreso y los principios éticos sobre la que se formula toda nuestra acción.
Para ello, es necesario que todas y todos estemos debidamente formadas en esta material y el Programa Gizonduz nos ha ayudado a conseguir este objetivo, por lo que valoramos muy positivamente tanto la existencia de este programa como el contenido y desarrollo del mismo.
2.- ¿Qué objetivo tiene realizar este tipo de formación? ¿Qué se pretende conseguir? ¿Tenéis previsto continuar profundizando en algún aspecto formativo?
El objetivo principal es el de dotar de legitimidad y recursos a las delegadas y delegados, para promover y exigir la elaboración y aplicación de planes y medidas de igualdad en las empresas yla Administración Públicaa través de la negociación colectiva.
Adecuar los conocimientos, capacidades y aptitudes del personal en clave de género es uno de los objetivos que nos hemos propuesto en nuestro Plan de Igualdad y por lo tanto, durante toda la vigencia del mismo, seguiremos realizando formación en esta materia.
3.- ¿Cuál creéis que puede ser el papel de las enfermeras y enfermeros en su práctica cotidiana en relación a la igualdad de mujeres y hombres?
Las Enfermera y los enfermeros somos agentes de salud, tenemos la responsabilidad de cuidar la salud de las personas y nuestra trabajo tan cercano a la ciudadanía hace que tengamos un papel muy importante para conseguir la igualdad real en nuestro ámbito.
La OMSdefine la salud como un estado de competo bienestar físico, mental y social y no meramente la ausencia de enfermedad. La salud no es sólo una cuestión biológica, sino que también es una cuestión social, que depende de variables como el sexo, entre otros. Es importante que haya una mirada de género que tenga en cuenta las diferencias anatómicas, biológicas y psicológicas entre mujeres y hombres, conocer las necesidades de salud de las mujeres con el objetivo de mejorar sus vidas, la de sus familias y la de la sociedad en general, para actuar sobre los aspectos de la salud con un enfoque de género. Dado que la salud es nuestro campo de trabajo, podemos influir en todos esos aspecto. Por ello, desde SATSE- Euskadi hacemos hincapié en que es básico analizar la salud desde esta perspectiva y que se ha de informar sobre las desigualdades y las inequidades de género especialmente al personal sanitario.
En este sentido hemos realizado campañas de prensa y videos dedicados a enfermedades que afectan mayoritariamente a las mujeres, como es el cáncer de mama y formación interna sobre “Salud y género”, para capacitar a nuestras delegadas/os en todos estos aspectos.
No nos podemos olvidar del papel tan importante que jugamos las enfermeras y enfermeros en la detección de casos de violencia contra las mujeres y la correcta atención de las mujeres víctimas y los problemas de salud que esta situación les genera.
4.- El SATSE en Euskadi está elaborando su Plan de Igualdad, ¿Cuáles serían los principales retos? ¿Qué objetivos estratégicos os planteáis?
Uno de los objetivos de este Plan es el de integrar la perspectiva de género de modo transversal en todas las actuaciones que lleve a cabo SATSE EUSKADI. Así como implantar medidas para la igualdad real y efectiva en la actuación interna, evitando situaciones que generen o puedan generar desigualdad por razón de sexo y reafirmando las actuaciones positivas. Asimismo, esperamos que este ayude a mejorar la gestión y el aprovechamiento de la plantilla, favoreciendo de este modo la permanencia, la satisfacción y la motivación de las trabajadoras y las delegadas y delegados. Otro de los objetivos, que ya hemos señalado anteriormente es el de dotar de legitimidad y capacitar a las delegadas y delegados, para promover y exigir medidas de igualdad en sus ámbitos de actuación, que tengan recursos para reivindicar la instauración de una cultura laboral basada en el respeto y la igualdad.
Entre nuestros retos, está el sensibilizar a la afiliación a favor de la igualdad entre mujeres y hombres y frente a estereotipos diferenciados en función del género, así como fomentar su empoderamiento.
5.- En un sector tan feminizado como la enfermería, ¿Qué impacto está teniendo el incremento en el número de hombres?
Aproximadamente el 17% de la enfermería está compuesta por hombres a nivel mundial. En Euskadi contamos con un 9% de hombres enfermeros frente a un 91% de mujeres enfermeras. Si nos fijamos en la especialidad de Obstetricia y Ginecología, Matronas, los porcentajes bajan hasta un 3% de matronos frente a un 97% de matronas.
El incremento de estos porcentajes siempre va a estar relacionado con una mejora en la proyección laboral y profesional de Enfermería. En cuanto al posible impacto dentro de la profesión derivado de un aumento en el número de enfermeros, lo que estamos viendo es que de momento los nuevos enfermeros se mantienen fieles a encaminar sus pasos al desempeño de trabajos que les abren puertas a una posición profesional y social que les diferencie de las mujeres enfermeras. Por ejemplo: hacia puestos de gestión o dirección, o consideran su empleo como algo transitorio para proseguir sus estudios en otras carreras, o para avanzar hacia un puesto de trabajo de mayor autonomía, independencia, dominio técnico y reconocimiento social.
6.- ¿Creéis que sería positivo que más hombres optasen por esta carrera?
En SATSE consideramos que la profesión enfermera más que ser desempeñada por hombres o mujeres, tiene que ser desempeñada por profesionales de enfermería, es decir enfermeros y enfermeras en su conjunto, libres de estereotipos.
Igualmente, sería positivo parala Enfermeríaque se produzca un reconocimiento institucional y que este se traduzca en apoyos y respaldo legislativo a nuevas formas de trabajo más autónomas y también en una dotación de recursos enfermeros acorde a las necesidades actuales de la población.
7.- ¿Consideráis que la enfermería está infravalorada por su feminización histórica?
Tanto la feminización de la profesión y el hecho de que las mujeres cedieran su cuerpo de conocimientos y su experticia como “sanadoras”, y luego como “parteras” a favor de los hombres, dejando de ser “cuidadoras” para convertirse en auxiliares de los médicos dentro de las instituciones sanitarias, influyó negativamente en el desarrollo de la enfermería profesional. Y es que esto, ha provocado que la relación médico-enfermera haya respetado históricamente la misma asignación de roles de género que la prescrita socialmente para las relaciones hombre-mujer, en donde los médicos, que eran hombres tenían el control, la autoridad, el conocimiento, y las enfermeras, que eran mujeres, solo tenían que acatar órdenes, y todo eran dificultades en su intento de avanzar en el conocimiento científico, dentro de su ámbito competencial.
8.- ¿Sería distinta la enfermería si fuera un ámbito masculino?
En la actualidad enfermeras y enfermeros forman un único cuerpo profesional pero engloba a dos antiguas ramas, “la femenina formada por enfermeras y matronas” y “la masculina formada por practicantes”. Esta clasificación profesional nace en 1915 fundamentada en la división sexual del trabajo. Los practicantes, tuvieron, hasta 1952, una gran autonomía profesional y ejercieron su profesión con un gran predominio de la práctica privada liberal. En 1952 se refunden los planes de estudios de practicantes, enfermeras y matronas y nacen los y las ATS. Pero mientras que las ATS femeninas estaban obligadas a formarse en régimen de internado o casi internado dentro de los hospitales, los ATS varones no estaban sometidos a dicho requisito y control. Incluso las diferencias en formación fueron evidentes ya que mientras que en los planes de estudios de las estudiantes femeninas tenían una asignatura denominada “enseñanzas de hogar” los alumnos masculinos estudiaban “autopsia medico-legal”. E incluso se mantuvieron separados ATS mujeres y ATS varones en dos colegios profesionales.
Con la llegada de la democracia, en 1977 la profesión enfermera se incorpora a la Universidad, dando origen al proceso definitivo de unificación de los estudios bajo la denominación de DUE (Diplomados y Diplomadas en Enfermería). Pero a pesar de que han transcurrido 35 años, y de que incluso en estos momentos los estudios universitarios de Enfermería son conducentes a un nuevo título de Grado en Enfermería, aún se puede ver una resistencia de algunos enfermeros varones a dejar de utilizar el antiguo nombre con el que se denominaba al enfermero: Ayudante Técnico Sanitario (ATS); Esto puede verse en rótulos en los que se anuncian algunas consultas privadas e incluso en revistas profesionales.
En conclusión no solo el sistema sociocultural sino que son los propios enfermeros los que se resisten a atribuir a los “cuidados de Enfermería” una visión profesionalizada. Los hombres enfermeros siguen prefiriendo la parte técnica de su trabajo y para ello incluso siguen prefiriendo que se los denomine practicantes o ATS antes que “enfermero” , mientras, en la práctica siguen optando por puestos de trabajo que les diferencie del trabajo de las mujeres enfermeras, porque en su opinión “ cuidar” es un trabajo poco reconocido. La masculinización de la enfermería es concebida por muchos enfermeros como un hecho positivo para recuperar y avanzar en el reconocimiento profesional y mejorar la posición sociolaboral.
9.- ¿Podéis percibir un trato discriminatorio en la práctica profesional entre las enfermeras y los enfermeros?
Existe la sensación de que la relación médico-enfermero, es distinta a la relación médico-enfermera. Mientras que la primera es más horizontal y acotada a la labor propia de enfermería, la segunda es más vertical y en ella la enfermera no solo está subordinada al médico sino que debe ceñirse a un patrón coincidente con el que se espera de una madre y un ama de casa.
Esta situación se está viendo alterada por la incorporación de las mujeres a la medicina, de los hombres ala Enfermeríay de los deseos de autonomía de esta última. La feminización de la enfermería repercute en la distribución de los puestos de trabajo e interfiere en su desarrollo profesional y en la productividad laboral. En cuanto a la distribución de los puestos de trabajo hay que decir que la mayor parte de los puestos de trabajo relacionados con el cuidado, están ocupados por mujeres, mientras que los que suponen el manejo de aparatos o la realización de técnicas paramédicas, socialmente mejor vistas, son desempeñadas por varones. Pero por otro lado, la actual coyuntura económica, está permitiendo que ejercer la profesión por parte de las enfermeras se esté convirtiendo cada vez más en una labor heroica. Se está trasladando al trabajo de las enfermeras los patrones de ámbito doméstico. Así, las enfermeras están haciendo muchas más actividades que las propias de su profesión. Su trabajo está repleto de interrupciones y se las pide que estén para resolver cualquier problema que las personas usuarias demandan. Los enfermeros, sin embargo, sufren muchas menos interrupciones y se les requiere para muchas menos cuestiones. Otro aspecto a resaltar que no se da entre los enfermeros varones es la gran deserción profesional que se da entre las enfermeras precisamente porque les es más difícil compatibilizar las labores domesticas con las profesionales, agravado esto por la dureza del trabajo y los desordenes horarios (turnos de trabajo rotatorios de mañana, tarde y noche). También el alto absentismo, del que se quejan quienes gestionan, entre las enfermeras mujeres es un reflejo de tal situación, ya que en numerosas ocasiones, esto tiene como causa de fondo algún problema familiar o domestico relacionado con el cuidado de los hijos o de una persona mayor o dependiente.
10.- En la pasada edición del Foro para la Igualdad de Mujeres y Hombres afirmasteis que “invertir en salud es invertir en igualdad”…¿Qué relación hay entre igualdad y salud? ¿Podríais ampliar la explicación?
En SATSE- Euskadi tenemos la certeza de que invertir en sanidad, es también invertir en igualdad. Es vital que empecemos a concienciarnos de que invertir en cuidados profesionales de enfermería y frenar los recortes en sanidad, supone invertir en igualdad entre mujeres y hombres. ¿Por qué? Porque todavía hoy en día las responsabilidades de cuidado siguen recayendo mayoritariamente en las mujeres. Los últimos datos disponibles señalan que el 81% de las personas dependientes de cualquier grupo de edad es atendido por un familiar y el perfil de las personas que realizan estos cuidados sigue siendo mayoritariamente mujeres. El cuidado tiene rostro de mujer.
Por lo tanto, si el modelo sanitario no se dota de los recursos suficientes, la situación de las cuidadoras informales, mayoritariamente mujeres, se va ver afectada muy negativamente, volviéndose a disparar la brecha de género.
Las políticas de recorte en sanidad, están desmontando el Estado de Bienestar y perpetuando los roles de género en la idea de que los cuidados deben ser provistos dentro de los tiempos disponibles de las mujeres en el ámbito privado y no por cuidadoras/es profesionales.
Los “ahorros” en el gasto público sanitario, por tanto, no son otra cosa que costos que el Estado traslada a la comunidad y las familias. Pero sobre todo a las mujeres.
11.- Respecto a la igualdad de mujeres y hombres ¿Optimistas? ¿Pesimistas?
Somos muy conscientes de que las circunstancias no son las mejores, de que quienes dominan el mundo ha montado todo un discurso para hacernos creer que los sindicatos somos prescindibles, que las políticas de igualdad ya no son necesarias puesto que ya se ha logrado…Pero los atentados contra los derechos de la clase trabajadora, las desigualdades sociales que vemos todos los días, con mayor coste para las mujeres…nos reafirman en la idea de que esto no es así y que ahora más que nunca tenemos que estar vigilantes y que tenemos que seguir trabajando por un nuevo modelo social, justo y democrático, que promueva una organización social corresponsable y garantice la igualdad entre mujeres y hombres.
Entrevista a Iñigo Lamarca, Ararteko: "Los hombres nos tenemos que despojar definitivamente de la armadura del macho machista y del padre padrone"
1.- ¿Cuáles son los principales retos del Ararteko en materia de igualdad de mujeres y hombres?
De manera preferente estos cuatro: a) conseguir, a través de nuestras herramientas de trabajo e intervención (quejas de la ciudadanía, expedientes informativos de oficio, evaluación de las actuaciones de las administraciones públicas y formulación de recomendaciones) que la ley vasca de igualdad se desarrolle y se aplique plenamente; b) conseguir la erradicación de la terrible violencia machista contra las mujeres; estamos trabajando para ello intensamente en el GTI (el grupo técnico derivado del Acuerdo Interinstitucional) aportando nuestros conocimientos y propuestas; c) conseguir que las instituciones y las administraciones se impliquen de una manera más proactiva en la educación en valores de igualdad entre mujeres y hombres; d) conseguir mejores políticas públicas en lo relativo a la conciliación de la vida laboral, familiar y personal.
2.- Después de décadas de claros avances en materia de igualdad, hay especialistas que han comenzado a dar señales de alarma sobre una posible regresión en materia de igualdad de mujeres y hombres ¿Qué opinas al respecto? ¿Crees que es fundada esta preocupación? ¿Goza de buena salud la igualdad en nuestra sociedad?
Estamos viviendo una crisis socioeconómica de dimensiones colosales que golpea más a las mujeres que a los hombres. Hay más paro y precariedad laboral entre las mujeres. Además, las familias se han convertido en el último baluarte frente a la crisis y en ellas las mujeres vuelven a asumir una mayor cuota de responsabilidad y trabajo en lo que respecta al cuidado de los hijos e hijas, de las personas mayores, dependientes o enfermas así como a la gestión de las tareas domésticas. Estas situaciones están incidiendo negativamente en la igualdad entre las mujeres y los hombres.
3.- Pensando en la juventud, y según datos estadísticos, se puede constatar una sobrerrepresentación de mujeres jóvenes entre las víctimas de la violencia machista, ¿Qué crees que ha podido fallar? ¿En qué aspectos de la igualdad deberíamos incidir para evitar que esto ocurra? ¿Es suficiente con la aplicación de las leyes y los mecanismos que en éstas se establecen?
La educación en valores de respeto a la igualdad entre mujeres y hombres y a los derechos humanos en general es fundamental. El informe sobre los valores de los niños, niñas y adolescentes y las vías de adquisición de los mismos del Ararteko, hecho público en septiembre de 2009 puso de manifiesto que es mucho, muchísimo, lo que aún hay que trabajar en este campo. Hasta que el 100% de los menores de edad y los jóvenes no tengan debidamente interiorizados los valores de igualdad seguirá habiendo violencia machista o de género.
4.- Hace un tiempo señalabas que “debemos construir una nueva masculinidad compatible con una igualdad plena entre mujeres y hombres”, ¿Qué aspectos novedosos debería tener esa masculinidad respecto a los modelos ya existentes?
Algo muy sencillo y muy complicado a la vez: acabar con el patrón machista, que discrimina, agrede y reprime a las mujeres y oprime a los hombres. Los hombres nos tenemos que despojar definitivamente de la armadura del macho machista y del padre padrone, y eso se hace a base de trabajar en valores de respeto y de igualdad, en el plano social y en el plano individual.
5.- En ese proceso de cambio en los hombres hacia actitudes y modelos más igualitarios, hay quienes afirman que los hombres no lo podemos hacer por voluntad propia, ya que estarían en juego los privilegios que la masculinidad tradicional nos aporta… ¿Qué te parece esta afirmación? ¿Qué puede mover a los hombres hacia posiciones más igualitarias?
Los modelos igualitarios traerán consigo también una mayor libertad y por tanto una mayor felicidad para los hombres. La frase típica y tópica “los hombres no lloran” me ha parecido siempre horrible puesto que aprisiona al hombre en un rol liberticida que le da poder pero le quita, entre otros, el maravilloso mundo sensorial y emocional. Por tanto, el optar por modelos igualitarios es una opción inteligente para los hombres porque también nos beneficia.
6.- Michael Kaufman defiende que, “la violencia contra las mujeres es un problema de los hombres que sufren las mujeres”. ¿Qué te parece esta afirmación? De ser cierta, ¿Qué papel deberían tener los hombres en la lucha contra la violencia machista?
Estoy básicamente de acuerdo con la idea. En consecuencia, creo que los hombres debemos jugar un papel más activo en la erradicación de la violencia machista, implicándonos en la deconstrucción de los valores, los roles y la cultura asociada al género tradicional masculino, que es antidemocrático. Eso implica labor social, introducir esos temas en las conversaciones entre los hombres, mirarse cada cual en el espejo para identificar a su alien machista y eliminarlo, etc.
7.- ¿Qué papel crees que deberían tener los hombres en las políticas de igualdad?
Por todo lo dicho anteriormente, creo que las políticas de igualdad también son cosas de hombres y por tanto tiene que haber a todos los niveles una corresponsabilidad de los hombres para con esas políticas.
8.- Siendo la homofobia uno de los pilares en los que se sustentan las masculinidades tradicionales o hegemónicas, para combatirla, muchas veces se apela a los centros educativos, para hacer programas de sensibilización, mientras que en otros espacios de referencia como el mundo del deporte, la homofobia sigue estando muy presente…¿Se siguen dando mensajes contradictorios? ¿Cuál sería la cara oculta de la homofobia?
La cara oculta de la homofobia es la pervivencia del machismo. La identidad tradicional de la masculinidad ha estado definida en gran medida por los siguientes contravalores (los llamo así por su naturaleza perversa y antidemocrática): la legitimación de la violencia contra otros seres humanos, en definitiva del uso de la fuerza para defender los intereses, posiciones y objetivos de uno mismo, el sexismo, el machismo y la homofobia. En la medida en que muchos hombres heterosexuales no se han despojado aún de esos contravalores, sigue habiendo violencia contra las mujeres y agresiones contra personas homosexuales o bisexuales. Las políticas públicas contra la homofobia han de ser integrales e incidir en todos los ámbitos en los que las personas adquieren valores y se relacionan y se socializan.
9.- Respecto al futuro ¿Optimista? ¿Pesimista?
Muy moderadamente optimista. Creo que es mucha la tarea que falta por hacer y aunque hemos avanzado mucho veo signos de estancamiento. Hay que seguir trabajando con ilusión, con argumentos, con tesón y con eficacia a favor de la consecución de una igualdad plena, real y efectiva entre mujeres y hombres.
Entrevista a Loli García, Directora de Política Familiar y Comunitaria del Gobierno Vasco: “Cuando las mujeres nos incorporamos al trabajo no se hizo una reflexión en nuestra sociedad sobre quién o cómo se iba a hacer lo que las mujeres hacían hasta ese momento”
1.- A finales de 2011, el Consejo de Gobierno aprobó el III Plan Interinstitucional de Apoyo a las Familias 2011-2015[1], el Plan vio la luz tras realizar un profundo diagnóstico de la situación de las familias en Euskadi ¿Qué datos resultan más reseñables ?
El diágnostico[2] que es muy amplio, nos da una imagen de la familias en el País Vasco en la que destaca, el aumento de la diversidad de modelos de familias, la disminución del número de sus miembros, el aumento de familias de personas mayores sin hijos e hijas a cargo y las familias unipersonales, todo ello debido a la baja tasa de natalidad, (más baja que España y de las más bajas de Europa), que unida a la ampliación de la esperanza de vida nos posiciona ante una sociedad progresivamente más envejecida, en la que otros elementos como la precariedad laboral, la vivienda y la crisis no favorecen la emancipación temprana de los jóvenes y dificulta la creación de nuevas familias y la posibilidad de contar con un aumento de la tasa de natalidad que permita el necesario relevo intergeneracional.
A estas tendencias demográficas otro elemento muy importante que se añade es la dificultad de las familias para poder conciliar las funciones de sus miembros que la vida familiar y laboral requiere, especialmente lo referido a la crianza de los niños y niñas y el cuidado de las personas mayores.
Esto, entre otras cosas, es debido a que no se ha producido como sociedad una reflexión sobre cual iba a ser el modelo que sustituirá las funciones que tradicionalmente hacían las mujeres antes de su incorporación laboral, y como consecuencia de ello no se han dispuesto los recursos necesarios para corregirlo tanto en la línea de creación de servicios suficientes de apoyo a la crianza y cuidado como en los cambios en el mundo laboral para posibilitar una nueva organización social.
Todo esto está tasado en cifras que nos hablan de cómo el 16,7% de la población asalariada de la CAPV indica que tiene dificultades para conciliar satisfactoriamente y, entre las preocupaciones principales de los padres y madres trabajadores, se encuentra el pasar más tiempo de calidad con sus hijos e hijas; el 12,6% de los hogares vascos tiene problemas no económicos relacionados con la atención a menores o a personas ancianas, y en el 8% de los casos se define como una problemática importante y como un 21,1% de las mujeres debe hacer frente a una sobrecarga de trabajo ligada a una doble jornada laboral y familiar, con más de 60 horas de trabajo en estas tareas.
Por último en lo que a aspectos cualitativos se refiere destaca la alta valoración que para los niños, niñas y jóvenes tiene la familia, así como la desorientación de los padres y madres a la hora de combinar dosis de dedicación, protección, autonomía y límites para con los sus hijos e hijas, por otro lado también se aprecia que, a veces, los padres y madres impelidos por los elementos señalados buscan en terceros: profesionales, abuelos etc. la descarga de responsabilidades en la educación en valores en la que ellos son los principales agentes de modelaje y ejemplo .
2.- ¿Qué ejes estratégico del Plan destacaría ?
En base a los señalado anteriormente el III Plan Interinstitucional de Apoyo a las Familia destaco , entre otro, los siguientes:
El empoderamiento de las familias, es preciso que los poderes públicos apoyen a las familias a la hora de definir y desarrollar sus funciones y proyectos vitales, desarrollando programas que les capaciten para ejercer mejor las mismas.
La conciliación corresponsable desde la búsqueda de nuevas y eficaces herramientas que posibiliten que todas las personas y toda la sociedad se involucre personal y activamente en lograr un equilibrio deseable entre todas las facetas que desarrollamos laboral y personal incluida la familiar .
¿Por qué hablamos de conciliación corresponsable? Porque entendemos que el término conciliación debe ampliarse y unirse al de corresponsabilidad y desplegarse en dos direcciones:
En la familia, porque es precisa la implicación de ambos miembros de la pareja y del resto –hijos, hijas…, cada uno en la medida de sus posibilidades y desarrollo- en las tareas domésticas y de cuidado, de forma que se produzca un reparto equilibrado de las mismas, lo que conllevará una mayor valoración del esfuerzo que suponen y la consecución del cambio cultural y social que se precisa para conseguir mayores cotas de igualdad.
En la sociedad, porque la responsabilidad de la conciliación no es exclusiva de las personas afectadas sino de la sociedad en su conjunto, y porque los cambios más potentes se llevan a cabo modificando la cultura y estructuras sociales, en concreto, las correspondientes a las organizaciones sociales, empresas y administraciones y la sociedad en general. Por lo tanto, se trata también de modificar la cultura empresarial, de ampliar la cobertura y flexibilidad de horarios de los servicios públicos y de modificar, incluso, la planificación urbanística.
3.- La familia es una institución que evoluciona permanentemente. ¿Se ha incorporado la igualdad de mujeres y hombres a las nuevas formas de familia, o seguimos funcionando con esquemas tradicionales de reparto de roles?
No podemos negar el avance habido en este campo, ahora bien, también podemos señalar a la vista de los datos que es a todas luces insuficiente y que en buena medida seguimos funcionando con los esquemas tradicionales de reparto de roles.
Cuando las mujeres nos incorporamos al trabajo no se hizo una reflexión en nuestra sociedad sobre quién o cómo se iba a hacer lo que las mujeres hacían hasta ese momento y dado que las bases de nuestra sociedad son patriarcales y que ésta entiende que el trabajo del hogar y el cuidado de los hijos e hijas o personas dependientes es un tema de competencia exclusiva de las mujeres, no se ha producido la necesaria incorporación de los hombres a estas tareas ni la provisión adecuada de servicios por parte de la sociedad.
Pero en este contexto es importante explicar que las mujeres, además de padecer esta situación injusta somos protagonistas y agentes de cambio, por lo que tenemos que ser conscientes de que podemos cambiar las cosas a nuestro alrededor tanto a nivel micro, fomentando la corresponsabilidad con nuestra pareja, lo hijos e hijas, así como a nivel macro defendiendo nuestra posición y derechos. Queda un largo camino hacia el logro del objetivo de la corresponsabilidad.
4.- En los últimos tiempos parece que se ha impuesto una visión igualitarista de la realidad, a cuya luz pareciera que la igual implicación de los hombres y las mujeres en los trabajos de cuidado fueran una realidad. ¿Qué opinas al respecto? ¿Qué dicen los datos?
Se produce lo que pudiera ser un “espejismo de igualdad”, desde un punto de vista legal se ha conseguido la igualdad de género, pero los datos objetivos demuestran que el cuidado de los hijos, hijas y familiares dependientes, que las tareas domésticas siguen recayendo mayoritariamente sobre la mujer, que además, en muchos casos trabaja también fuera del hogar. No hay más que ver las tasas de actividad de las mujeres, los datos sobre la posición de las mujeres en cargos de responsabilidad, la brecha salarial existente, en las que las mujeres salen desfavorecidas o las datos de horas de dedicación de mujeres y hombres a las tareas del hogar y cuidado de personas dependientes en las que las mujeres somos todavía “las campeonas”.
Me preocupa que ese “espejismo de igualdad” haya provocado una relajación, es como si estuviéramos tranquilas porque ya se ha hecho todo lo que se podía hacer… pero el cambio más importante está por hacer y es cultural, es educativo y las nuevas generaciones pueden ser presas de esta confusión. Son muchas las veces que tenemos ejemplos de situaciones de clara desigualdad en parejas jóvenes que no son conscientes de ella.
5.- ¿Podríamos decir entonces que el objetivo de la corresponsabilidad de hombres y mujeres es un “objetivo no cumplido”?
No, no está conseguido, los datos estadísticos son muy claros, creo además que este es un objetivo de largo plazo, en el que hay que trabajar en la educación en igualdad y en la responsabilidad de nuestros hijos e hijas, en la concienciación de hombres y mujeres, desde diferentes frentes día a día, durante muchos años.
No es una tarea única y exclusiva de las administraciones todos jugamos un papel importante. En el III Plan interinstitucional de apoyo a las familias este es uno de los temas principales a potenciar aunque para poder avanzar necesitamos el concurso de muchos agente sociales, medios de comunicación empresas , organizaciones y hombres y mujeres.
6.- ¿Qué medidas del Plan pueden citarse por su relación directa con la consecución del objetivo de la igualdad de mujeres y hombres?
La potenciación de la conciliación corresponsable de la vida familiar, personal y laboral, se desarrolla en 19 medidas, entre ellas resaltamos las que van dirigidas a apoyar económicamente a las familias y empresas para compensar los costes de la conciliación de la vida laboral, familiar y personal; las que van dirigidas a promover los cambios legales necesarios para ampliar los derechos de hombres y mujeres en la conciliación; la orientadas a las empresas y sindicatos a fin de que las medidas de conciliación se propicien en los convenios laborales de las empresas; las dirigidas a promover nuevas formas de organización empresarial entre las que destaca la flexibilidad horaria de modo que los horarios laborables sean más compatibles con el resto de roles que ejercemos la personas; el apoyo a la creación y flexibilización de los servicios de cuidado y atención de la infancia y las personas dependientes: las iniciativas experimentales de bancos de tiempo; las experiencias de sincronización horaria; asi como otras orientadas a la concienciación de la importancia de parentalidad positiva en la que tiene una especial importancia la incorporación activa del rol del padre en la crianza de los hijos e hijas .
7.- ¿Qué pasos tendríamos que dar entonces para lograr una conciliación corresponsable?
Lo que humildemente estamos haciendo e impulsando:
Ser conscientes de la desigualdad y del enorme cambio cultural y de actitudes sociales que hay que realizar para alcanzar mayores cotas de igualdad, analizar las causas de la desigualdad de género y modelar nuevos roles de hombres y mujeres.
Introducir la coeducación y los roles de género en los curriculum escolares.
Fomentar que los niños y niñas vayan asumiendo responsabilidades –cada uno en la medida de sus posibilidades-.
Introducir medidas generales y obligatorias para los hombres, permisos parentales …etc.
Informar sobre las ventajas de la conciliación corresponsable para todos y todas, padres y madres, hijos e hijas, empresarios sociedad en general.
Concienciar de que no favorecer la conciliación de la vida familiar y laboral de los trabajadores y trabajadoras acarrea graves problemas para el conjunto de la sociedad, disminución de la tasa de natalidad, enfermedades, estrés, fracaso escolar, desprotección infantil, por citar algunos que afectan a las personas, pero sin olvidar otros como disminución del rendimiento laboral y de la motivación, bajas encubiertas y mayor rotación en el trabajo, y todo ello deriva en una menor productividad.
8.- ¿Qué aportaría la web “Concilia +” de cara a lograr este objetivo?
Teníamos un reto y era hacer llegar el mensaje de la conciliación corresponsable al mundo laboral , partíamos de que existían y existen muchas creencias erróneas sobre la misma : por ejemplo “que la empresa no tiene ningún beneficio cuando un trabajador se acoge a una medida de conciliación,” “ que la conciliación resulta muy cara para las empresas”, “que sólo es posible implantar las medidas recogidas en los textos legales…”, “que las cuestiones de conciliación son cosa de los empresarios pero no del trabajador”, “que en la familia no se puede potenciar la conciliación”, “que la conciliación es cosa de mujeres” etc.
También teníamos claro que a los empresarios y empresarias nos teníamos que dirigir con números, con datos objetivos, por ello se ha puesto en marcha el portal web Conciliar es Todo Beneficios, una herramienta para que las empresas, los sindicatos, las personas trabajadoras autónomas y las personas que trabajan por cuenta ajena dispongan de un espacio de información y reflexión sobre la conciliación de la vida familiar, laboral y personal.
En él se informa sobre las medidas de conciliación existentes, entre ellas, las que fomentan la conciliación sin suponer coste económico añadido, haciendo especial referencia a las medidas de flexibilización de horarios, así como sobre trámites, ayudas, normativa legal, estudios, artículos…., poniendo de relieve que con motivación, imaginación y flexibilidad puede mejorarse la conciliación de la vida familiar, laboral y personal de los trabajadores y trabajadoras y ser más eficientes y competitivos.
Además, cuenta con diversas herramientas que permiten interactuar:
a) Herramienta de autodiagnóstico, para calibrar el estado y necesidades de conciliación en cada empresa.
b) Herramienta de costes-beneficios, para relacionar la inversión que supone cada medida de conciliación con los beneficios que puede reportar, con enlaces a los textos legales.
c) Apartado sobre los trámites que hay que realizar en cada una de las medidas - ayudas, subvenciones, bonificaciones, tanto para las empresas como para los trabajadores autónomos y las personas empleadas por cuenta ajena- con enlaces a modelos de documentos y a los textos legales.
d) Apartado “Mi plan”, es una herramienta-guía para elaborar un plan de conciliación en las empresas. Este plan contempla los mecanismos para dar a conocer las medidas existentes, los procedimientos de evaluación y seguimiento del uso de las medidas por parte del personal, y los resultados obtenidos.
9.- Teniendo en cuenta que los hombres siguen siendo la “gran minoría” de las personas que reducen jornada o cogen excedencias para cuidar a otras personas ¿Qué les pedirías? ¿Cómo convencerles de que se responsabilicen del cuidado de forma corresponsable?
Les pediría responsabilidad y valentía para mejorar su vida, y la de sus compañeras, madres e hijas, para lo que es necesario ampliar sus esquemas mentales ; que piensen que una sociedad más igualitaria es una sociedad más justa y que ellos pueden contribuir a ese logro involucrandose y siendo protagonistas de su vida como parejas, como hijos y como padres.
Además estoy convencida que asumir esa parte aunque inicialmente les suponga “salir de la zona de confort” en que se encuentran, a medio y largo plazo les va a reportar más beneficios: mejorarán la complicidad y las relación con su parejas, como padres, cuidar de sus hijos e hijas les permitirá descubrir nuevas emociones, conocerlos mejor y disfrutar con ellos, estarán ofreciendo a sus hijos e hijas un modelo de igualdad que será el gérmen de una nueva sociedad.
10.- Respecto al futuro ¿Pesimista? ¿Optimista?
Soy consciente de las dificultades y del largo camino que queda por recorrer, los avances son lentos y no se puede bajar la guardia. Tenemos que estar atentas y seguir trabajando, los momentos de crisis económicas son momentos en los que se producen retrocesos en materia de igualdad por lo que tenemos que tener claro e objetivo y perseverar.
[1] Texto completo en http://euskadi.net/familia
[2] El diagnóstico se realizó en base a dos estudios llevados a cabo : “Estudio sobre la situación de las familias de la Comunidad Autónoma del País Vasco” y “Estudio sobre la aproximación de las necesidades de la Infancia y la Adolescencia en la CAPV, ambos publicados en la web http://www.euskadi.net/ikuspegiak
Entrevista a Julio César González Pagés, Coordinador de la Red Iberoamericana de Masculinidades.“Los procesos del machismo son cíclicos y cada generación crea nuevas formas de hegemonía masculina”
La idea que prevalece sobre los hombres cubanos llega muy estereotipada a este lado del océano ¿Qué significa “Ser Macho, Varón, Masculino” en la Cuba actual?
Precisamente esta frase fue la que más decían los hombres cubanos durante los talleres de masculinidades que realizamos en todas las provincias del país en los últimos diez años. Para el hombre cubano común ser “macho, varón, masculino” es algo más que la sexualidad, es reafirmar una masculinidad hegemónica que le permitirá legitimar su protagonismo en un mundo donde no hay términos medios en los diferentes grupos de hombres: dominas o eres dominado.
¿Podemos hablar en Cuba de una brecha generacional en lo que a la implicación de los hombres a favor de la igualdad se refiere? ¿Cómo ves a los jóvenes cubanos en este sentido?
Entre los jóvenes cubanos el machismo ha mutado en formas diferentes, pero sigue gozando, lamentablemente, de muy buena salud. Muchas personas piensan que cambiar la estética, ya sea afeitarse y un mejor cuidado del físico, implica cambios en actitudes, y eso no es así. Los resultados arrojan estadísticas nada halagüeñas en cuanto a temas básicos de igualdad de género.
Los procesos del machismo son cíclicos y cada generación crea nuevas formas de hegemonía masculina, sobre las que debemos poner mucha atención y no hacer análisis superficiales, debido a que siempre ubicamos a los más jóvenes como menos conservadores en estos temas tan importantes.
Participaste el año pasado en el primer Congreso Iberoamericano de Masculinidades y Equidad en Barcelona. ¿Qué destacarías de lo que allí pudiste ver, escuchar y compartir? ¿Encuentras elementos comunes con lo que ocurre en Cuba o en algunos otros lugares de América Latina?
Fue un Congreso significativo, sobre todo para conocer lo que se hace en España en temas de equidad. Pudimos encontrarnos muchas personas que nos conocemos de forma virtual. La sede en Barcelona no permitió que un grupo amplio de América Latina viajara por lo costoso que le resultaba.
Por eso, en realidad, tuvimos muy poco de América Latina ya que las conferencias marco fueron protagonizadas por reconocidas figuras de Australia, Italia y la propia España, pero no con el necesario enfoque regional, multiétnico y racial de los hombres en Latinoamérica.
Realmente llegué con muchas expectativas al primer Congreso Iberoamericano de Masculinidades, las cuales no fueron suplidas ya que no se crearon los puentes para un debate plural. El slogan que anunciaba que existiría un encuentro entre el activismo y la academia no se logró. Quedó en evidencia que activistas y académicos tuvimos debates por separados, aunque participáramos del mismo foro.
¿Crees que es posible o necesario crear un movimiento de hombres por la igualdad? ¿Qué estado de salud tendría este movimiento en Cuba?
Los movimientos surgen en los lugares donde se crea una militancia influyente en la esfera pública que convence al resto de la sociedad de su importancia. En la actualidad esto es utópico aunque no imposible, existen grupos que movilizan todavía a muy pocos hombres, pero son necesarios ya que pueden ser el inicio de ese cambio indispensable que queremos para así contrarrestar las hegemonías masculinas.
En Cuba ya creamos una Plataforma de Hombres porla Igualdadcontrala Violencia, coordinado por el Foro Masculinidades en Cuba, el Grupo de Reflexión Arnulfo Romero yla Red Iberoamericanay Africana de Masculinidades (RIAM), en diciembre del año pasado, aunque aún nos estamos organizando. Cuesta mucho trabajo movilizar a un amplio sector de hombres cubanos en temas que no sean los tradicionales.
¿Cuál debe ser la relación de ese movimiento de hombres por la igualdad con el movimiento feminista?
Esa es una alianza no imposible de realizar. Aunque el movimiento de hombres por la igualdad y el movimiento feminista tienen sus propias agendas, hay temas donde debemos estar juntos, para así lograr la atención de la sociedad y de nuestros gobiernos, en aras del necesario cambio en las estructuras patriarcales que siguen dominando las ideologías políticas y de poder. Esta alianza nos fortalecerá como movimiento de transformación para ese mundo mejor y posible, que siempre estamos soñando construir.
¿Qué es la Red Iberoamericana de Masculinidades? ¿Cuáles son vuestros objetivos? ¿Qué proyectos estáis desarrollando?
La Red Iberoamericanay Africana de Masculinidades (RIAM) está conformada por un grupo de hombres y mujeres de 40 países que pretende unir los trabajos académico y activista, en temas de masculinidades a toda nuestra región. Surge por la necesidad que teníamos en América Latina de un espacio común en el que pudiéramos compartir libros, tesis, ensayos, memorias de encuentros, foros y videos, y que mostrara otras formas de hombres más vinculadas a la realidad latinoamericana.
Aunque existen otros grupos en la región,la Redtiene la intención de apoyar a todos, integrar esfuerzos y romper cualquier hegemonía tecnológica y económica. Nuestros trabajos y videos tienen la virtud de ser adquiridos de forma gratuita y poder “bajarlos” del sitio sin ninguna dificultad, ya que en América Latina la internet no tiene la rapidez digital del llamado primer mundo. Se trata de superar brechas económicas, culturales y de cualquier tipo.
Tenemos muchos objetivos, pero el principal es contra el patriarcado, el machismo y la violencia, que gozan de muy buena salud en todo el mundo. Estamos realizando muchos proyectos a la vez relacionados con la música, el deporte y el sexo; todos, temas de gran interés entre los hombres. De lo que sí estamos seguro es que no queremos inventar proyectos de supuestas realidades desde nuestras vivencias personales, sino de llevar propuestas de debates surgidas de la demanda de amplios sectores de hombre.
Nos ha llamado la atención conocer la extensión “Africana” de la Red Iberoamericana ¿Cómo surge esta iniciativa?
Aquí funciona un precepto de la colaboración Sur- Sur. Tenemos muchos estudiantes formándose en Cuba del continente africano. Es por eso que nos comprometimos con 10 países, en una primera etapa, para desarrollar gratuitamente en temas de masculinidades a sociólogos, psicólogos y de otras áreas, con el objetivo de establecer contactos con Universidades Africanas que ya disponían de un importante recorrido en investigaciones sobre el VIH-sida, por ejemplo. Ya contamos con los primeros resultados y son realmente muy halagüeños.
¿Existe un verdadero espacio de encuentro Iberoamericano? ¿Cómo son vuestras relaciones con los compañeros europeos y de otros lugares del mundo?
Sí, hemos logrado tener de modo permanente encuentros, informes, talleres y conferencias con los 32 países de la región que conformanla Red. Además, mantenemos la colaboración con casi todos los expertos de Iberoamérica, quienes nos envían de manera continua sus investigaciones.
Con Europa el nexo ha sido con España y Portugal, teniendo en cuenta las relaciones históricas y culturales que nos unen con ambos países y debido a la importancia de estudiar nuestras raíces machistas, que muchas veces son justificadas desde lo cultural o la educación. También hemos recibido colaboración desde Australia y Asia, pero abrigamos como zonas de mayor interés: Iberoamérica y África.
Respecto al presente y el futuro ¿Pesimista? ¿Optimista?
Siempre soy muy optimista, ya que los cambios por los que apostamos en muchos casos tal vez no lo veamos. No obstante, estaremos trabajando para el futuro de las otras generaciones, donde la cultura de paz y la erradicación de la violencia tendrían que ser logros sostenibles. Es por ello que trabajamos desde el presente, sin descanso y burlando el pesimismo.
Entrevista a Graciela Hernández Morales, socióloga y educadora. Participó en el VI seminario del programa Nahiko de Emakunde en diciembre del 2012 con la ponencia “La voluntad de decidir, elegir y crear la propia vida”: “Me imagino, un mundo lleno de color y vida, de cuerpos con los poros muy abiertos, de manos creativas y miradas curiosas. Un mundo, por tanto, en continuo movimiento”
Nuestra primera pregunta tiene que ver con el titulo de tu ponencia: ¿Son las mismas las posibilidades de niñas y niños para elegir y crear una vida propia?
Las posibilidades de unas y otros, no tienen que ver solo con las leyes o con cómo se gesta el poder, sino también con las expectativas puestas en uno y otro sexo, con los referentes de libertad que niñas y niños encuentran en su camino, con la propia historia, etc…
No sé, es tan complejo todo esto que me resulta difícil contestar con un no o con un sí. Pongo solo un ejemplo: pensad en una profesión como la mecánica, no es extraño que una chica sienta aversión a ejercerla cuando entra en un taller mecánico y ve el ambiente que se respira.
En este momento histórico, en el que la avalancha ultra capitalista nos acecha, las mujeres pierden oportunidades frente a los hombres.
En ese mismos sentido, afirmas que las mujeres y las niñas de hoy en día han aprendido que abrir su abanico de posibilidades adentrándose en lo que tradicionalmente se consideraba “propio de los hombres” es una ganancia para ellas, mientras que aún hoy hay muchos hombres y niños que sienten que adentrarse en lo que se ha considerado como “propio de las mujeres” es una pérdida.
¿En qué medida son diferentes todavía los proyectos vitales que construyen niñas y niños?
Es grande la presión para que las mujeres seamos iguales a los hombres, o sea, para que nosotras asumamos como propio los proyectos vitales que tradicionalmente han sido asumidos por hombres. Hablo de proyectos donde se obvia el hecho de que el ser humano es dependiente, necesita de cuidados y de atención. Hablo de ese hombre que se mueve en el mercado de trabajo sin preocuparse por nada más.
A pesar de ello, la gran mayoría de mujeres tienen en cuenta, no solo la necesidad de empleo, sino también la de sostenibilidad de la vida humana, empezando por su propia familia.
Y, como no puede ser de otro modo, hay cada día más hombres desertando de ese modelo de masculinidad que solo atiende a la rentabilidad económica. Quizás, ese empeño por captar a las mujeres hacia ese modelo, tiene que ver con la necesidad de suplir esa deserción.
Digo todo esto, porque creo que es importante que nos detengamos a mirar el horizonte que nos lleva lo que estamos creando. En este sentido, yo no aspiro a la homologación, sino a la diversidad. Una diversidad hecha de mujeres y hombres que, desarrollando todas sus facetas y potencialidades, tiene muy presente el cuidado y la sostenibilidad de la vida.
Señalas en alguno de tus textos dos grande objetivos para la coeducación; por un lado la justicia, que niños y niñas tengan iguales derechos y oportunidades y por otro lado la libertad, que unos y otras puedan expresar su “ser hombre” o su “ser mujer” como quieran, sin violencia y sin clichés preconcebidos. ¿Avanza la escuela de hoy en día en esa dirección?
Me temo que no.
Creo que el discurso dominante, hoy en día, tanto en el escuela como en otras facetas de este mundo, va hacia una banalización del cuerpo, del sexo, como si diera igual ser de un sexo u otro. Y, desde ahí, se están construyendo algunos modelos de igualdad.
O sea, no se está trabajando en la línea de que cada niña y cada niño reconozcan su propio sexo, su propio cuerpo sexuado y, desde ese reconocimiento, decida hacia dónde quiere ir, qué sentido le quiere dar al sexo que tiene con todas las oportunidades, derechos y recursos.
Por el contrario, creo que se está intentando crear algo muy etéreo, una igualdad sin cuerpo, sin carne. Y, esto, de algún modo, es volver a esa dicotomía patriarcal cuerpo/alma o cuerpo/razón.
Me da pena porque creo que se está perdiendo por el camino la riqueza que puede suponer la existencia de dos sexos diferentes, sin jerarquía ni desigualdad.
Planteas en tu ponencia la necesidad de pensar profundamente en qué igualdad queremos o que queremos decir cuando decimos igualdad. ¿A qué te refieres?
Con la respuesta a la pregunta anterior ya he ido contestando algo sobre esto.
Recalcaría el peligro de intentar que las mujeres nos igualemos a los hombres. Traigo dos ejemplos recientes. Hace unas semanas, unas mujeres se reunieron en la bolsa de Barcelona reclamando su derecho de estar en la alta dirección de las empresas del IBEX. Esa misma semana, el Pentágono dio luz verde a una normativa que garantiza puestos en la primera línea en las guerras para las mujeres.
¿Es eso lo que queremos? Más gente dispuesta a ir a la guerra y a especular enla Bolsa.
Yo, desde luego, aspiro a otra cosa. No quiero una igualdad patriarcal (hecha a la medida del modelo de hombre patriarcal) ni capitalista (hecha a partir del modelo de hombre que prioriza la rentabilidad económica sobre la vida).
Me parece urgente pensar en todas estas cosas.
¿Cómo, desde un proyecto coeducativo, se pueden elaborar herramientas para entender y manejarse en el mundo de una forma igualitaria para niñas y niños?
Creo que es importante tener presente que el mundo es un solo y que los sexos son dos.
¿Qué quiero decir con esto? Que hace falta reconocer la experiencia histórica femenina con toda su riqueza y complejidad y traerla a la escuela, para que niñas y niños entiendan que lo masculino es parcial, o sea, es solo una parte del mundo.
Asimismo, es fundamental que conozcan también otras formas de ser hombre y no solo la de los ‘grandes vencedores’. Hablo de que el profesorado traiga riqueza y aprenda a encontrar riqueza en la diversidad humana.
A partir de ahí, se trata de confiar en las niñas y en los niños, escucharles, acompañarles en su camino y ayudarles a que sean justo aquello que su deseo les dicta, justo aquello que les hace felices.
¿Nuestra tarea es la de orientar a niños y niñas para la vida o para el mercado? ¿Para un trabajo que sirva a la vida o para una vida que sirva al trabajo? Esa orientación ¿en qué medida está lastrada hoy por los estereotipos de género?
Creo que ya he ido dando respuesta a esta pregunta.
Una mujer que no ha renunciado a serlo, o sea, que no ha dado la espalda a la historia femenina ni a su propio cuerpo, sabe lo qué cuesta sostener la vida, cuidar, hacer viable este mundo, etc.
Ella, para que la vida siendo vida, tendrá que aprender a cuidar sin descuidarse, pero no a dejar de cuidar.
Él, por su parte, tiene todo un mundo por descubrir aprendiendo de estas mujeres y compartiendo su vida con ellas, o sea, sin colocarse en una posición de poder ni pretendiendo que ellas sean una réplica suya.
Creo que, desde a ahí, unas y otros seríamos más libres y felices.
Tú afirmas que: “Reconocernos cuerpo significa tomar contacto con nuestra vulnerabilidad y dependencia” ¿Cómo encaja tu afirmación en un modelo donde se pone cada vez más énfasis en la independencia y la autonomía, entendidas como prescindir de la otra o el otro? ¿Significa el cuerpo hoy en día lo mismo para mujeres y hombres?
Basta recordar el hecho de que ninguna mujer ni ningún hombre estaríamos hoy aquí si nuestra madre no nos hubiera parido, si no nos hubieran cuidado ni dado alimentos, si no nos hubieran dado afecto ni atención.
Me da pánico esa apuesta por la independencia. Creo que, de algún modo, es olvidarse qué significa ser humano y también cómo afecta cada vida a las demás vidas.
Esta forma de entender las cosas ha sido propia del modelo de masculinidad patriarcal. Un modelo que desprecia a quien te lava la ropa y te prepara la comida. Un modelo que hace que algunos chicos piensen que es de tontos dar las gracias o pedir ‘por favor’.
Por otra parte, las mujeres tienen que aprender que el hecho de ser dependientes no implica someterse, sino simplemente reconocerse humanas, sin que ello implique perder el propio centro ni dejar de ser dueñas de la propia vida.
A mí, particularmente, saberme dependiente, me da libertad, no me la quita. Me da una libertad en relación, más humana y vivible.
Remarcas en tus escritos la idea de prestar atención a la singularidad de niñas y niños ¿Cómo hacerlo? Y ¿Cómo relacionarlo con la construcción social de las personas?
Yo pondría más acento a la escucha que al adoctrinamiento, más acento al presente que al futuro, más acento a la relación que a la rentabilidad, más acento, al sentido que a las notas.
Creo que todo ser humano trae consigo un potencial enorme que, sin escucha ni confianza, es difícil sacarlo a la luz.
Me imagino, desde ahí, un mundo lleno de color y vida, de cuerpos con los poros muy abiertos, de manos creativas y miradas curiosas. Un mundo, por tanto, en continuo movimiento.
Para terminar, ¿Eres pesimista u optimista respecto a la igualdad?
Por todo lo dicho, cada día me resulta más difícil hablar de igualdad. Me resulta más cómodo hablar de justicia y de libertad. Cada día veo a más mujeres haciéndose dueñas de sus cuerpos y sus vidas, y a más hombres buscando un modo más humano de vivir. También veo una corriente ultraconservadora que viene arrastrando con fuerza.
Con todo, confío en el ser humano y en sus ganas de SER, de vivir plenamente y de resistir.
Entrevista a Raewyn Connell, profesora en la Universidad de Sydney y miembra de la Academia Australiana de Ciencias Sociales. Especialista destacada a nivel internacional en la teorización y construcción social de las masculinidades: "La diferencia biológica es la diferencia biológica, no es un destino social".
Parece que la asignación de roles distintos a los hombres y a las mujeres en los distintos momentos históricos y en las distintas culturas ha sido una constante, pero en la sociedad occidental actual ¿Qué es “ser hombre”? ¿Qué ha cambiado en la forma de serlo?
No deberíamos exagerar sobre la división de género en el pasado. Normalmente las mujeres y los hombres han trabajado juntos en cooperación – de lo contrario, las granjas campesinas no funcionarían! Y a menudo las mujeres y los hombres hacen las mismas tareas. Después de todo, tenemos capacidades muy similares. Los hombres pueden plantar arroz, criar a los hijos y cuidar de los enfermos; las mujeres pueden extraer carbón, dirigir laboratorios y hacer ordenadores.
Sin embargo, la mayoría de las sociedades han establecido distinciones simbólicas entre mujeres y hombres. La mayoría de las sociedades tienen una apropiación del género y unos acuerdos de poder, así como una división sexual del trabajo. Esto suele explicarse por las diferencias reproductivas. Aquí hay mucho mito creado, y necesitamos un sólido sentido común. La diferencia biológica es la diferencia biológica, no es un destino social. Su significado más allá del negocio de la reproducción ha sido exagerada por los medios de comunicación, psicólogos pop y líderes religiosos por igual.
Así que tenemos que tener cuidado cuando pensamos en qué es "ser un hombre". No hay una sola historia. Existen abundantes evidencias en las investigaciones actuales de la variedad de patrones de masculinidad existentes en las sociedades modernas - diferentes patrones de práctica, diferentes "identidades", diferentes posturas en las relaciones de género.
Ciertamente podemos señalar algunos cambios generales (aunque no universales). Con la expansión del capitalismo industrial y comercial, el trabajo productivo se fue trasladando más y más fuera de los hogares, naciendo así la idea de un "cabeza de familia". Esta identidad se ve ahora amenazada en todo el mundo, porque un gran número de hombres de clase trabajadora no tiene un trabajo del que fiarse. Ahora la precariedad laboral es la realidad de un gran número de hombres jóvenes.
Entre los hombres burgueses, el ser empresario, esposo y padre solía estar unido a la religión - su autoridad era la voluntad de Dios. Para muchos, esto implicaba cierta responsabilidad para con sus trabajadores. Con el declive de la religión, esto se hace menos creíble, y ahora la gestión de la mayoría de las empresas multinacionales se desarrolla sin Dios. La idea de la responsabilidad para con los trabajadores está muerta. ¡Bienvenidos al neoliberalismo!
Participaste el año pasado en el primer Congreso Iberoamericano de Masculinidades y Equidad en Barcelona. ¿Qué destacarías de lo que allí pudiste ver, escuchar y compartir? ¿Encuentras elementos comunes con lo que ocurre en Australia o en algunos otros lugares de Asia sobre los que has investigado?
El Congreso Iberoamericano de Masculinidades y Equidad fue muy esperanzador para mí. Primero de todo, por el nombre! Esto significaba que la gente en España (y Latinoamérica) está pensando en los problemas de masculinidad en relación a lo que pueden hacer respecto a la justicia. En otros lugares he escuchado un montón de quejas acerca de la supuesta crisis de la masculinidad o los sufrimientos de los hombres en manos del feminismo. Este Congreso fue un soplo de aire fresco, una dirección positiva.
Sólo hablo tres palabras de español, nada de catalán (ni de euskera), así que aunque escuché muy atentamente, mi entendimiento fue muy imperfecto. Lo que más me interesó fue la manera en que el Congreso sirvió como un foro para los grupos de activistas, para conocer y considerar direcciones políticas. Fue importante ver qué se está haciendo en un foro abierto.
Estoy impresionada por la Declaración Adoptada en la Clausura del Congreso, y he estado circulándola a otras personas. Hay grupos de hombres activistas en muchas otras partes del mundo, muchos de ellos trabajando en el contexto de las ONGs; pero este tipo de evento es poco frecuente.
¿Crees que es posible o necesario crear un movimiento de hombres por la igualdad?
Los hombres son, en general y con diferencia, el grupo privilegiado en las relaciones de género - en cuestión de salarios y riqueza, del poder organizativo (incluyendo la política), de la autoridad cultural (incluyendo la religión), del acceso al espacio, a los servicios personales de las mujeres, etc. Podemos medir este privilegio empíricamente, yo lo llamo el "dividendo patriarcal". A muchos hombres no les llegan muchos de estos privilegios, y algunos son marginados por las relaciones de género patriarcales – como los hombres homosexuales, por ejemplo. En términos generales, sin embargo, los hombres se benefician del patriarcado, y no podemos esperar que un grupo privilegiado se levante con pancartas y derroque el sistema.
Pero muchos hombres pueden ver más allá de este privilegio, dándose cuenta del daño que les hace a las mujeres y las niñas que son importantes para ellos, así como a las relaciones humanas de su vida. Muchos hombres se dan cuenta de que ese privilegio es incompatible con los principios en los que creen, como la igualdad y la justicia. Los hombres también pueden ver - en los sindicatos, por ejemplo - que la opresión a las mujeres debilita su lucha compartida.
Así que hay grupos significativos de hombres dispuestos a actuar por la justicia de género. Se necesita organización, transformar esa disposición en una fuerza social. No importa mucho si lo llamamos o no "movimiento de hombres". Lo que importa es llevarlo a la práctica. A menudo los hombres estarán actuando junto con las mujeres, otras veces la lucha se hará a través de una organización cuya línea principal no sea la de género, como un sindicato o un grupo cultural. Los hombres son muy diversos, y hay una gran cantidad de frentes en la lucha por la justicia de género.
¿Cuál debe ser la relación de ese movimiento de hombres por la igualdad con el movimiento feminista?
No creo que haya una única fórmula para la relación entre hombres y mujeres en la búsqueda de la justicia de género. Por supuesto, la energía principal del cambio del orden de género vendrá de las mujeres; pero el movimiento de mujeres también es muy diverso. En algunas áreas, como el trabajo sobre la violencia de género, la violación y el feminicidio, resulta muy difícil trabajar juntos para hombres y mujeres; el horror y la violencia lo hacen duro. Sin embargo, un cierto grado de cooperación es necesaria, y a menudo se consigue en la práctica. En otras áreas, la cooperación ha estado ocurriendo durante mucho tiempo, como por ejemplo el trabajo contra la discriminación y a favor de la igualdad de oportunidades en los gobiernos y lugares de trabajo. Tenemos mucha experiencia para ir avanzando. Mi consejo para los hombres es siempre el de intentarlo en vez de dudar porque crean que pueden ofender a alguien. Es mejor quitarse de encima las relaciones de género opresivas, desafiarlas, desde cualquier dirección, que dejar las cosas como están.
En tu obra has reflexionado mucho sobre los distintos modelos de masculinidad hegemónica ¿Qué nos podrías decir sobre el estado de salud de los modelos alternativos de masculinidad o masculinidades contra-hegemónicas?
Esta es una pregunta muy complicada. (Si le preguntaras a un académico, ¡podrías conseguir una respuesta!)
Algunas masculinidades subordinadas encuentran el mundo un lugar más seguro. Creo que es sobre todo cierto para las masculinidades homosexuales en Australia, y probablemente en gran parte de Europa. La despenalización ayuda, la igualdad de derechos y leyes no discriminatorias también ayudan, y parece que las prácticas policiales han cambiado. Estos cambios no previenen la violencia contra los homosexuales, incluyendo de vez en cuando asesinatos bastante horribles.
Algunas masculinidades marginadas están bajo una presión mucho mayor. Cuando hay una combinación de desempleo, expansión del tráfico de drogas, e incluso quizás la condición de minoría étnica, la vida de los hombres jóvenes están en riesgo, y los niveles de violencia hacia las mujeres como hacia los hombres pueden ser altos. Desde la distancia, parece como si algo parecido estuviera sucediendo entre los grupos de inmigrantes en Europa, pero tú sabrás mejor que yo.
Las masculinidades que se construyen en oposición consciente a la masculinidad hegemónica son menos visibles y más difíciles de rastrear. Mi propia investigación con los hombres en el movimiento verde, allá por la década de 1980, y alguna investigación estadounidense por el mismo tiempo, sugirió que tales masculinidades en oposición eran difíciles de construir y mantener, teniendo en cuenta todas las presiones culturales en la otra dirección. Por otro lado, la amplia popularidad del "Zivildienst"[1] como alternativa al servicio militar en Alemania, sugiere un gran cambio de actitud. Y no hay duda de que en muchos países ha habido un cambio prolongado en las actitudes a favor de la igualdad de género.
Quizás no podamos decir cuál es el “estado de salud" de las alternativas a la masculinidad hegemónica. Lo que definitivamente se puede decir, es que siguen emergiendo alternativas. Diversos grupos de hombres, especialmente hombres jóvenes, siguen intentando construir nuevas prácticas de género, igualdad de género en los hogares y relaciones pacificas con las mujeres. Y eso es motivo de esperanza.
En este mundo en crisis en el que vivimos ¿Crees que ha entrado en crisis también la lucha por la igualdad? ¿Podríamos entrar en un proceso de recesión también en lo que a la lucha por la igualdad se refiere?
Yo diría que la lucha por la igualdad está siempre en crisis. Y no creo que sea más duro en momentos de crisis y más fácil en la prosperidad. Sí que hay fluctuaciones en las luchas por la igualdad de género. Hay reacciones violentas, incluso catástrofes para las mujeres - el fascismo era una. Otra es la tóxica ideología de género de la secta wahabí (con una enorme influencia en la actualidad en el mundo musulmán por el respaldo de la riqueza petrolera de Arabia, que a su vez está respaldado por los EE.UU.). El Papa no sólo es el cabeza de un patriarcado mundial intransigente, sino que además ¡ha declarado hostilidad hacia el propio concepto de género! El narcotráfico, y las violentas masculinidades que han surgido de él, es otro desastre contemporáneo para las mujeres. (No quiero culpar a los EE.UU. de todo, pero esto es una consecuencia directa de la combinación de riqueza e hipocresía estadounidense, en su prevención de un mal global).
Pero también hay logros notables. Cada vez que me desespero, saco las estadísticas de alfabetización. En las últimas dos generaciones, ha habido un gran aumento de la alfabetización de las mujeres en el mundo, y de educación de las niñas. Es un triunfo histórico (que muchos hombres y mujeres ayudaron a llevar a cabo), y de ahí se derivan todo tipo de consecuencias económicas, culturales y políticas. A veces pienso que lo que el Papa y el Ayatollah realmente están tratando de hacer es hacer retroceder la marea de la educación de las mujeres.
La violencia contra las mujeres es una de las consecuencias más preocupantes del machismo. En los últimos tiempos en España se ha producido un repunte de los casos en los que quienes ejercen la violencia contra las mujeres son hombres jóvenes. ¿Se están reproduciendo modelos patriarcales clásicos con formas más modernas y sofisticadas?
Nuevos patrones de violencia contra las mujeres se encuentran en otros lugares también. Ya habrás oído hablar del feminicidio en Ciudad Juárez. África Central es el lugar donde se han extendido las violaciones en un contexto de complejas guerras civiles. El Internet se ha convertido en un sitio de sexismo muy extendido, aunque es difícil saber cuánto se da en la práctica. La epidemia de VIH / SIDA es principalmente "heterosexual" y el virus se propaga más extensamente en contextos de dominación y coerción de los hombres hacia las mujeres.
Pero esto no es masculinidad "tradicional". Hay una investigación que sugiere que en África sobre todo, este tipo de violencia viene más del derribo de las viejas estructuras de género - bajo las presiones del colonialismo, la guerra, la pobreza, la urbanización, el capitalismo y el poder neoliberal. La violencia tiene muchas causas, pero una hipótesis probable es que la violencia de género está cada vez más impulsada por los intentos de restaurar o re-hacer[2] el poder masculino en las nuevas circunstancias.
Ciertamente, algo de la psicología pop que circula en forma de sabiduría acerca de las relaciones de género (los hombres son de Marte, etc.) tiene un tono fuertemente nostálgico, e insta a los hombres a volver a sus raíces, encontrar lo profundamente masculino, restaurar la paternidad, etc. etc. Pero la mayor parte de esto es fantasía. Si algunas de las voces que instan a un retorno de la verdadera masculinidad clásica fueran enviados por la máquina del tiempo a vivir en un pueblo pre-industrial, se llevarían una desagradable sorpresa.
¿De qué manera la globalización neoliberal juega un papel importante en la construcción contemporánea de las masculinidades como sugieres en tu libro "Masculinidades"?
La globalización neoliberal constituye el principal marco económico de nuestro tiempo. Europa es una penosa prueba de ello en este momento. La ideología de mercado y el dominio de gestión tienen efectos en todos los ámbitos de la vida – los colegios, la vida familiar, los lugares de trabajo, medios de comunicación, universidades, etc. Inevitablemente se produce un impacto en la construcción de las masculinidades.
Pero esto no va en una sola dirección. El neoliberalismo aumenta las divisiones de clase, y su impacto en las vidas de los hombres de la clase dominante es diferente al de la vida de los hombres de la clase trabajadora. Los hombres de la clase dominante tienen más riqueza y poder, no menos; así, sus estrategias colectivas tienen éxito. No hay una agenda de reforma de la masculinidad en los consejos de administración de las empresas multinacionales. Explotan las divisiones de género entre los consumidores y en la fuerza de trabajo, ya que explotan las diferencias de los estándares de vida – échale un vistazo a las maquilas[3], o las plantas de ensamblaje de microprocesadores en China o el Sudeste Asiático. Los hombres de la élite corporativa mundial generalmente tienen mujeres dependientes, seguro de salud y educación privados, y viven sus vidas físicamente aislados de la clase obrera.
La historia es diferente para los hombres de la clase popular. La reestructuración económica, el declive del estado de bienestar, la corporativización de la agricultura, la migración, la vida en las favelas, el crecimiento de las empresas de "seguridad", el empleo precario en la industria de servicios - todo esto es parte del panorama. Yo he insistido siempre en que no hay una sola masculinidad, y que no hay una sola trayectoria para los hombres. Y todavía es así.
Respecto al presente y el futuro de las relaciones de igualdad ¿Optimista o pesimista?
Soy optimista. Cuando pienso en las vidas de muchos jóvenes que conozco, me impresiona la facilidad con la que manejan la igualdad en las relaciones sexuales y domésticas – con los temas que mi generación luchó sin cesar. Admiro los muchos movimientos, grupos, y campañas que surgen tanto entre los hombres como entre las mujeres de todo el mundo, para cambiar los sistemas opresivos.
También soy realista. Sé lo difícil que es cambiar los privilegios arraigados y las grandes concentraciones de poder. Hacer frente a la violencia es muy difícil. El cambio es irregular, y a veces vamos hacia atrás, como ya he dicho.
Pero otras veces sí vamos hacia adelante, y echando una mirada a los últimos cuarenta años en los que he estado involucrada en las luchas sociales, creo que ha habido algunos cambios notables para bien. En países como el mío, y como el tuyo creo que también, la presunción cultural está ahora a favor de la igualdad de género, cuando antes estaba a favor del patriarcado. Ha necesitado mucho trabajo, mucha lucha, y no es inquebrantable, pero ya ha habido un cambio profundo. Todo depende de nosotros para que esto siga en marcha.
[1] Zivildienst del alemán, significa servicio civil (nuestro servicio social sustitutorio), servicio alternativo al servicio militar. (N. de la T.)
[2] Re-make: traducido como re-hacer. Aquí la autora hace un juego de palabras, ya que remake significa “una nueva versión”. (N. de la T.)
[3] Maquilas o maquiladoras: término que se originó en México, país donde el fenómeno de las maquiladoras está ampliamente extendido. Se trata de una empresa que importa materiales sin pagar aranceles, siendo su producto uno que no se va a comercializar en el país. (N. de la T.)
Interview to Raewyn Connell. Connell holds a University Chair in the University of Sydney and is a member of the Australian Academy of Science. Connell is best known outside Australia for studies of the social construction of masculinity: “Biological difference is biological difference; it is not social fate.”
It seems like there have always been different roll assignments for men and women throughout the different historical moments and cultures. But what does it mean to “be a man” in the Western culture nowadays? What has changed?
We should not exaggerate gender division in the past. Women and men have usually worked together cooperatively – peasant farms would not work, otherwise! And often women and men do the same tasks. We have, after all, very similar capabilities. Men can plant rice, do child-care and nurse the sick; women can dig coal, run laboratories and build computers.
Nevertheless most societies have drawn symbolic distinctions between women and men. Most societies have gendered ownership and power arrangements, and have a gender division of labour. This is usually explained by our reproductive differences. There is a lot of myth-making here, and we need some robust common sense. Biological difference is biological difference; it is not social fate. Its significance beyond the business of reproduction is exaggerated by mass media, pop psychologists and religious leaders alike.
So we have to be careful in thinking about what it is to “be a man”. There isn’t just one story. There is abundant evidence in modern research that there are multiple patterns of masculinity in modern societies – different patterns of practice, different “identities”, different positions in gender relations.
We can certainly point to some widespread (though not universal) changes. With the spread of industrial and commercial capitalism, more and more productive work moved outside households, and the idea of a “breadwinner” was born. This identity is now under threat around the world, because very large numbers of working-class men don’t have reliable jobs to go to. Precarious labour is now the life of great numbers of young men.
Among bourgeois men, being an owner, husband and father used to be tied together with religion – their authority was God’s will. For a significant number, this implied a certain responsibility for their workers. With the decline of religion this becomes less credible, and transnational corporate management is now almost completely Godless. The idea of responsibility for workers is dead. Welcome to neoliberalism!
Last year you took part in the First Ibero-American Congress for the Masculinity and Equity in Barcelona. What would you highlight from what you saw, listened and experienced? Could you find any common elements with what is happening in Australia or other places in Asia where your research is based?
The Ibero-American Congress on Masculinity and Equity was very encouraging to me. First, because of the name! It meant that people in Spain (and Latin America) are thinking about the problems of masculinity in terms of what they can do towards justice. In other places I have heard a lot of moaning about the supposed crisis of masculinity or the sufferings of men at the hands of feminism. This Congress was a breath of fresh air, a positive direction.
I only speak three words of Spanish, and none of Catalan (or Basque), so although I listened hard, my understanding was very imperfect. What interested me most was the way the Congress served as a forum for activist groups, to meet and consider political directions. It’s important to see that being done in an open forum.
I am impressed by the Declaration adopted at the end of the Congress, and I have been circulating this to other people. There are activist groups of men in many other parts of the world, many working in an NGO context; but this kind of event is rare.
Do you think it is possible or necessary to create a Men´s Movement for Equality?
Men are, by and large, the privileged group in gender relations – in terms of income and wealth, organizational power (including politics), cultural authority (including religion), access to space, personal services from women, and so on. We can measure this privilege empirically; I call it the “patriarchal dividend”. Lots of men do not get much of this privilege, and some are marginalized by patriarchal gender relations – gay men, for instance. Broadly, however, men benefit from patriarchy, and we cannot expect a privileged group to rise up with banners and overthrow the system!
But a lot of men can see through this privilege, and realize the damage it does to the women and girls who matter to them, and to the human relationships in their own lives. Many men can see that privilege is inconsistent with the principles they believe in, such as equality and justice. Men may also see – in trade unions for instance – that the oppression of women weakens their shared struggle.
So there are significant groups of men willing to act for gender justice. Organization is needed, to turn that willingness into a social force. Whether we call it a “men’s movement” or not, does not matter very much. What matters is doing things in practice. Often men will be acting together with women; often the struggle will be through an organization that isn’t primarily organized on gender lines, such as a union or a cultural group. Men are very diverse, and there are a lot of fronts in the struggle for gender justice.
What kind of relationship should exist between a Men´s Movement for Equality and the Feminist Movement?
I don’t think there is a single formula for the relationship between men and women in the pursuit of gender justice. Of course the main energy for change in the gender order will come from women; but the women’s movement too is very diverse. In some areas, such as work concerning domestic violence, rape, and femicide, it’s very difficult for men and women to work together, the horror and violence make that tough. Yet some degree of cooperation is necessary, and it’s often achieved in practice. In other areas, cooperation has been going on for a long time, e.g. equal opportunity and anti-discrimination work in governments and workplaces. We have a lot of experience to build on. My advice to men is always to try, rather than to hesitate because they might offend someone. It’s better to get oppressive gender relations shaken up, challenged, from any direction, than to leave things as they are.
Your work has reflected deeply on the different hegemonic masculine patterns. What could you tell us about the health of the alternative patterns of anti-hegemonic masculinity or masculinities?
That’s a very complicated question. (If you ask an academic, you can expect to get that answer!)
Some subordinated masculinities find a more secure place in the world. I think that is mostly true for gay masculinities in Australia, and probably in much of Europe. De-criminalization helps, equal rights and anti-discrimination laws help, and police practices seem to have changed. These changes don’t prevent anti-gay violence, including quite horrific murders, from time to time.
Some marginalized masculinities are under much more pressure. Where there is a combination of unemployment, a widespread drug traffic, and perhaps ethnic minority status, young men’s lives are at risk, and levels of violence towards women as well as men may be high. From a distance, it looks as if something like that is happening among immigrant groups in Europe, but you would know better than I.
The masculinities that are constructed in conscious opposition to hegemonic masculinity are less visible and harder to track. My own research with men in the Green movement, back in the 1980s, and some US research about the same time, suggested that such oppositional masculinities were hard to build and sustain, given all the cultural pressures in the other direction. On the other hand, the wide popularity of “Zivildienst” as alternative to military service in Germany suggests quite a broad shift of attitudes. And there is no doubt that there has been a long-term shift in attitudes, in many countries, in favour of gender equality.
Perhaps we can’t tell what is the “health” of alternatives to hegemonic masculinity. What we definitely can say, is that alternatives keep bubbling up. Diverse groups of men, especially young men, keep trying to build new gender practices, gender-equal households and peaceable relations with women. And that is grounds for hope.
In this world of crisis within which we live, do you think that the fight for equality has also entered a crisis? Could the fight for equality also fall into a recession?
I would say the fight for equality is always in crisis. And I don’t think it is any harder in a recession or easier in a boom. Yes, there is an ebb and flow in struggles for gender equality. There are backlashes, even catastrophes for women – fascism was one. The toxic gender ideology of the Wahhabi sect (now enormously influential in the Muslim world because backed by Saudi oil wealth, in turn backed by the USA) is another. The Pope is not only the head of an intransigent global patriarchy but has declared hostility to the very concept of gender! Narcotrafico, and the very violent masculinities that flourish with it, is another contemporary disaster for women. (I don’t want to blame the USA for everything, but this one is directly due to the combination of US wealth and hypocrisy, preventing global harm reduction.)
But there are also remarkable gains. Whenever I feel despairing, I pull out the statistics of literacy. Over the last two generations, there has been a huge gain in literacy for women worldwide, and for the education of girls. It’s a historic triumph (which many men as well as women helped to bring about), and all sorts of consequences, economic, cultural, and political, are flowing from it. Sometimes I think what the Pope and the Ayatollah are really about is trying to turn back the tide of women’s education.
Violence against women is one of the most worrying consequences of sexism. More recently in Spain, there has been an increase in the number of cases of younger men who use violence against women. Are classical, patriarchal patterns being repeated, taking on a more sophisticated and modern appearance?
New patterns of violence against women are found in other places too. You will have heard about the femicide in Ciudad Juárez. Central Africa is the site of widespread rape in the context of complex civil wars. The Internet has become a site of very widespread sexism, though it’s hard to tell how much is translated into practice. The HIV/AIDS epidemic is now mainly “heterosexual” and the virus spreads widely in contexts of men’s dominance and coercion towards women.
But this isn’t “traditional” masculinity. There is research in Africa, especially, that suggests this violence is more about the breakdown of old gender orders - under the pressures of colonialism, war, poverty, urbanization, capitalism and neoliberal power. Violence has many causes, but it’s a likely hypothesis that gender violence is increasingly driven by attempts to restore or re-make masculine power in new circumstances.
Certainly some of the pop psychology that circulates as wisdom about gender relations (Men are from Mars, etc.) has a strongly nostalgic tone, and urges men to return to their roots, find the deep masculine, restore fatherhood, etc. etc. But most of this is fantasy. If some of the voices urging a return to true classical masculinity were actually sent by time machine to live in a pre-industrial village, they would get a nasty shock.
What importance and role does neoliberal globalisation have and play in the construction of the contemporary masculinities, as you suggest in your book “Masculinities”?
Neoliberal globalization is the main economic frame of our time. Europe is going through a painful demonstration of that right now. Market ideology and managerial dominance has effects in every sphere of life – schools, family life, workplaces, mass media, universities, and so on. There is inevitably an impact on the making of masculinities.
But it isn’t just in one direction. Neoliberalism increases class divisions, and its impact in the lives of ruling-class men is different from the lives of working-class men. Ruling-class men get more wealth and power, not less; their collective strategies are successful. There is no agenda of masculinity reform in the boardrooms of transnational corporations. They exploit gender divisions among consumers and in the workforce, as they exploit differences in standards of living – look at the maquilas, or the microprocessor assembly plants in China or South-East Asia. Men of the global corporate elite generally have dependent wives, privatised health care and education, and live their lives physically cocooned from the working class.
The story is different for men from the popular classes. Economic restructuring, the decline of welfare states, the corporatisation of agriculture, migration, life in favelas, the growth of “security” industries, precarious employment in service industries – all these are part of the picture. I have always emphasised that there is not just one masculinity, and there is not just one trajectory for men. That’s still the case.
Are you an optimist or a pessimist when you refer to the present and the future of equal relationships?
I’m an optimist. When I think about the lives of many young people I know, I’m impressed at the ease with which they handle equality in sexual and domestic relationships - issues with which my generation struggled endlessly. I admire the many movements, groups and campaigns that spring up around the world, among men as well as among women, to change oppressive systems.
I’m also a realist. I know that changing entrenched privilege and great concentrations of power is hard to do. Confronting violence is very difficult. Change is uneven, and sometimes we go backwards, as I’ve mentioned.
But sometimes we do go forward, and looking over the last forty years that I have been involved in social struggles, I think some remarkable changes for the good have happened. In countries like mine, and I think yours too, the cultural presumption is now in favour of gender equality, though formerly it was in favour of patriarchy. It has taken a lot of work, a lot of struggle, and it’s not fireproof; but there has been a deep change already. It’s up to us to keep it going.
xAinhoa Otaola Agirre, técnica de prevención de drogodependencias de la Fundación Etorkintza: “Creo firmemente que sensibilizarse y trabajar en el tema de género puede ayudarnos a ser más libres”
¿Cuándo y por qué comenzaste a interesarte por los temas de género?
Creo que ha sido un tema que me ha interesado desde siempre, desde que era muy joven, pero fue hace unos años cuando empecé a interesarme más en serio; quería profundizar y formarme en estos temas, porque para mí es impensable no interesarse por un tema que nos toca tan de cerca y que nos influye en nuestro día a día. Soy consciente de que no todo el mundo ve esto del mismo modo, pero creo firmemente que sensibilizarse y trabajar el tema de género puede ayudarnos a ser más libres, a relacionarnos entre nosotros y nosotras de maneras más sanas y naturales y en definitiva a crecer como personas.
¿Qué crees que puede aportar la mirada de género a la intervención comunitaria en el ámbito social, educativo…?
Creo que es importante trabajar la perspectiva de género en las intervenciones comunitarias a nivel transversal en todos los ámbitos, pero me parece de vital importancia trabajar estos temas en la infancia, adolescencia y juventud. Trabajar el género en casa, en la escuela,… es imprescindible para cambiar los modelos tradicionales sexistas que aún hoy siguen imperando en nuestra sociedad. A nivel general, trabajar el género en nuestras intervenciones comunitarias es dar los primerísimos pasos hacia una sociedad más igualitaria donde las personas puedan desarrollarse plenamente y en libertad. Obviamente, las generaciones más jóvenes tienen un papel primordial en el camino hacia esa sociedad en la cual todos y todas seamos iguales en derechos y obligaciones.
¿Qué papel juegan le perspectiva de género y la igualdad en el trabajo que desarrolla Etorkintza? ¿Estás encontrando resistencias en la elaboración del plan de igualdad?
Desde Etorkintza hemos visto que introducir la perspectiva de género en nuestras intervenciones puede ser una oportunidad para realizar un trabajo más efectivo. Los modelos hegemónicos tradicionales se basan en valores que pueden considerarse como factores de riesgo ante ciertos comportamientos y actitudes, ante ciertas prácticas poco saludables o de riesgo, sobre todo en lo que a la población masculina se refiere. Por esta razón, transmitir otro tipo de valores puede ser un factor de protección, un factor preventivo de esos comportamientos y actitudes de riesgo.
Has sido una de las personas que desde el comienzo ha venido participando en sesiones formativas de la Iniciativa Gizonduz de Emakunde ¿Qué te ha aportado esta formación?
A nivel personal, a través de la formación dela Iniciativa Gizonduzhe tenido la oportunidad de profundizar más en este tema, de ser más consciente y estar más “atenta” a la hora de detectar esas actitudes y comportamientos sexistas casi imperceptibles que tenemos tan interiorizados y normalizados en nuestra vida. Aún así, cuesta mucho detectarlos. A veces es muy difícil detectar esos comportamientos y aún más desprenderse de ellos, precisamente por esa razón: porque los vivimos como algo normal e inofensivo. Supongo que sin formación y sin reflexión es todavía más difícil. Ser consciente de algo es el primer paso para poder cambiarlo si no nos gusta o creemos que no está bien.
En el plano profesional, la formación en temas de género nos dota de nuevas herramientas para pode diseñar y ejecutar intervenciones más ajustadas a las especificidades de nuestros usuarios y nuestras usuarias.
¿Cómo surgió la iniciativa de realizar un curso a la carta de Gizonduz en Etorkintza? ¿Cómo valoras o qué destacarías de la formación que desde Emakunde a través de Gizonduz se está realizando con Etorkintza?
Tras una profunda reflexión sobre nuestro trabajo, nos dimos cuenta de que era necesario incluir la perspectiva de género en nuestras intervenciones con el fin de poder dar un servicio de mayor calidad y más efectivo a la sociedad. Nos parecía que el primer paso era formarnos para poder acercarnos a la materia de una forma adecuada. Yo conocía las formaciones dela Iniciativa Gizonduzporque había participado a título personal en algunas con anterioridad, y tras plantear la opción en el equipo, nos pusimos en contacto con Gizonduz para acordar una formación a la carta que se ajustara a nuestras necesidades específicas.
¿Qué ventajas crees que puede aportar incorporar a los hombres en las prácticas y análisis de género? ¿Crees que resulta útil para vuestro trabajo?
Creo que es imprescindible incorporar a los hombres si queremos conseguir resultados y ver cambios duraderos en un futuro. Ellos son una parte tan interesada como nosotras en conseguir una sociedad más igualitaria, aunque en un primer momento no les resulte tan obvio (sobre todo por la pérdida a corto plazo de algunos privilegios adquiridos como consecuencia del modelo tradicional).
Necesitamos que ellos también sean conscientes de esto. Si vamos a construir una sociedad más igualitaria, o si eso queremos por lo menos, hagámoslo juntos y juntas. Los hombres tienen que tener cabida en ese proceso, necesitan implicarse, porque ellos también son parte de esta sociedad.
Además, conocer sus puntos de vista, sus esperanzas, sus temores, sus experiencias,… siempre será más enriquecedor a la hora de abordar cualquier intervención; el tener una visión más amplia de la situación nos ayuda a hacer propuestas y plantear cambios más realistas y prácticos.
Últimamente se ha vuelto a poner encima de la mesa la pervivencia de modelos sexistas entre las personas más jóvenes, desde tu experiencia ¿Qué crees que ha cambiado entre los chicos y chicas en lo que a relaciones más o menos igualitarias se refiere? ¿Siguen persistiendo los modelos tradicionales?
Vemos que los modelos tradicionales no solo perviven todavía entre las generaciones más jóvenes, sino que además en muchos casos se ha dado un salto atrás y muchas de las actitudes y creencias de los modelos sexistas más rancios han vuelto a aparecer tanto entre ellos como entre ellas. La falta de valores y modelos apropiados con los que identificarse podría ser una de las razones para que esto ocurra, sobre todo entre ellos.
¿Optimista o pesimista respecto al futuro en lo referente a la igualdad?
Aunque a veces parezca que damos un paso hacia delante y otros dos hacia atrás, aunque todavía nos quede muchísimo camino por recorrer y más trabajo por hacer, hay que ser optimista, siempre.
Teresa del Valle Murga, Catedrática en Antropología Social y Premio Emakunde a la Igualdad: Los hombres feministas son todavía una especie nueva pero los hay. Los hay teóricos y los hay practicantes.
1.- ¿En qué crees que ha cambiado desde 1985 la “imagen y realidad” de las mujeres vascas?
El feminismo ha demostrado que el cambio es posible a varios niveles. Se ha producido con la introducción de leyes que reconocen que la igualdad no es un regalo sino un derecho. Que la violencia sexista existe pero que la denuncia es posible y la ley la ampara. Que se ha puesto de manifiesto que la igualdad es un eje motor de la vida social y que afecta a la organización social, a las relaciones dentro y fuera de la vida privada, del entorno familiar y que se ha ido consolidando un campo de conocimiento que tiene un lugar importante en la enseñanza universitaria y que es de esperar se consolide en la secundaria y primaria y esté también presente de 0 a 2 años.
Que la igualdad desde la perspectiva feminista es positiva para luchar por otros derechos entre los que cabe citar a: la maternidad responsable; decidir sobre el propio cuerpo; la erradicación de marginaciones por opción sexual, origen, creencias, lengua.
Desde 1985 en que se publicó el libro Mujer vasca imagen y realidad el mito del matriarcado vasco ha quedado de lado respecto al peso idealizador que tenía en la década de los 70 del siglo pasado. Eso no quiere decir que no haya varones y mujeres que lo cultiven pero en la actualidad, para una mujer joven, tiene más peso lo que conoce, lo que experimenta en relación al acceso al conocimiento que la prepare para el mercado laboral; la experiencia o no del acceso en igualdad a trabajos, investigaciones, oportunidades de avance laboral y social que lo que le cuenten acerca del poder proveniente de la existencia de un matriarcado vasco que se retrotrae en el tiempo. Y si quiere conocer si es verdad o no ya existen estudios científicos realizados en el abanico de las humanidades, ciencias sociales, ciencias de la salud, ciencias experimentales a los que puede acceder para constatar argumentos y realidades. Estudios que a su vez se enmarcan en corrientes que traspasan universidades y países.
2.- ¿Y la imagen y realidad de los hombres?
En los procesos de cambio las que más se empeñan y arriesgan son las personas que están en situación de desventaja de ahí que la lucha por la emancipación de las mujeres en todos los lugares de los que tengo conocimiento la han llevado a cabo principalmente las mujeres. Se debía a que en ellas estaba la experiencia y la consciencia de la opresión. Para los hombres ha sido un descubrimiento que en la mayoría de los casos cuando se produce, resultó incómodo. Yo pienso que el caer en la cuenta de lo que significa la opresión de más de la mitad de la humanidad los procesos personales son muy diversos. Así lo he constatado. Pero el espectro de los cambios es muy amplio. Abarca a aquellos que aún piensan que la situación de privilegio de la que disfrutan en la mayoría de los casos, les corresponde por derecho, es por lo tanto normal y no conduce a cuestionamientos, hasta a los que comienzan por escuchar, observar, ponerse en el lugar de la otra, constatar las diferencias en las mujeres así como en la toma de conciencia o no que tienen respecto a la situación. Algo importante porque también hay mujeres que no experimentan ni diferencian entre la presencia o no de la desigualdad en sus vidas y lo que es la presencia de la desigualdad en la organización social.
Hay muchos hombres que son conscientes de ello por su propia reflexión o por haberse visto expuestos a la desigualdad y ver que una conciencia, responsabilidad y compromiso social no puede cerrar los ojos a la opresión que se ejerce sobre las mujeres. Y en este sentido yo me he encontrado con hombres que han sabido ver que la lucha por los derechos humanos implica los derechos de las mujeres. También he visto en mi experiencia universitaria que el conocimiento hace reflexionar y en muchos casos lleva al cambio. Lo he constatado a través del conocimiento que se ofrece en una enseñanza e investigación donde se introduce de manera sistemática la crítica feminista que por ser multidisciplinar nos lleva al conocimiento amplio y contrastado en la investigación y el debate en todos los ámbitos del conocimiento. Y eso sí que cambia la imagen que los varones tienen de ellos mismos porque el problema no ocurre cuando algo se desconoce sino cuando estando expuesto a ello se rechaza. Por el contrario cuando se introduce el dialogo, el debate adquiere peso y uno puede introducir sus argumentos También he visto cambios positivos reconocidos por los hombres de que las relaciones de igualdad como meta vital son más positivas aunque en el proceso se pierdan ventajas individuales y colectivas. Pero también se gana porque uno se introduce en nuevos aprendizajes para la igualdad que abren caminos de compromiso, de fluidez en las relaciones, de experimentar la importancia que todo ello tiene para la socialización de hijas e hijos.
3.- ¿Cuál crees que es el estado de salud del feminismo en el ámbito académico?
Me refiero principalmente al contexto vasco y dentro de dicho espacio a la Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertisitatea. Y pongo como ejemplo casos concretos.
La creación de una dirección de igualdad en la UPV-EHU está dando frutos concretos y prometedores Ejemplos concretos de ello: el nombramiento de Doctora Honoris Causa a la Catedrática Emérita de la Universidad de Cambridge, antropóloga social de renombre internacional el 21 de octubre de este 2011. Con ello se empieza a reconocer la hegemonía institucionaliza de los varones en nuestra universidad pública ya que hasta 2011 se había otorgado el reconocimiento a sólo dos mujeres y a 52 varones. Entre los avances está la implantación del tercer master feminista en la historia de la UPV-EHU; la calidad de la investigación a través de un número considerable de tesis doctorales, investigaciones individuales y en equipo. También cabe citar el número y la calidad de libros, artículos, capítulos de libros publicados que han aportado conocimientos tanto a la reflexión teórica y por ello al avance del conocimiento como al conocimiento práctico. Y el número de personas que han salido de la UPV-EHU y que ocupan puestos de responsabilidad en instituciones: EMAKUNDE, ayuntamientos, empresas, práctica privada y que aportan su trabajo con conocimientos reglados sobre género, feminismo. Hay también una presencia importante que lleva dichos conocimientos a distintos niveles de la administración, a la sociedad civil. Difusión que se hace mediante conferencias, intervenciones en congresos, asesoramientos, presencia en jurados de premios, y de becas, en mesas redondas, a través de artículos en periódicos y revistas divulgativas, entrevistas y participación en debates, mesas redondas y en los medios de comunicación. Todo ello contribuye a pasar información cualificada a la sociedad y contribuir a generar opinión pero a partir de conocimientos científicos en distintos campos del saber que han experimentado a su vez a través del tamiz de la crítica. Representa una dinámica de comunicación amplia que expresan el compromiso de la universidad a través de las personas que la componen a la sociedad más amplia. Lo que me gusta llamar la dimensión social del compromiso académico con el conocimiento.
4.- ¿Podríamos decir que la práctica feminista ha desdibujado el androcentrismo en la antropología?
La investigación feminista en la antropología social lleva ya un largo recorrido desde la década de los 70 con sus orígenes en los países anglosajones y en Francia pero en la tradición europea hunde sus raíces en la Ilustración. En el contexto vasco se inicia principalmente en la década de los 70. En la actualidad las distintas corrientes presentes en la disciplina en general muestran la gran aportación que se ha hecho. Se ha demostrado que la antropología tenía muchos silencios: sobre las aportaciones de antropólogas, sobre el lugar que ocupaban las mujeres en las distintas sociedades porque eran principalmente varones los que las estudiaban y cuando lo hacían las mujeres, al no recibir el reconocimiento debido a sus resultados, no se incorporaba al saber generalizado y referencial. En la actualidad un acercamiento misógino se puede deconstruir y poner en cuestionamiento el valor de los resultados, tanto en cuanto al método como en relación a su aportación científica. La interrelación entre la antropología social y otras disciplinas fruto del carácter interdisciplinar de la crítica feminista, aportan el carácter innovador de la interdisciplinariedad que es parte integrante de los cánones científicos más avanzados.
5.- ¿Cuál es el papel de los hombres en los estudios feministas?
El papel en el pasado ha sido mínimo. En la actualidad ya está presente en investigaciones de equipos intergenéricos y de ahí que las aportaciones, al menos en mi experiencia, no se miden porque seas hombre o mujer sino por la calidad del trabajo que realizas y en ese sentido pueden considerarse igualitarios. Y para mí el papel es el que cada uno o cada una quiera aportar. Es decir, va a tener que ver con la calidad del trabajo. También la aportación es muy interesante porque en muchas culturas los procesos de socialización han estado marcados por la desigualdad de manera que podemos saber más sobre los hombres o sobre las mujeres no por biología sino por socialización, de ahí que la contribución intergenérica pueda ser más variada. También se pueden introducir puntos de vista como resultado de confrontaciones teóricas o de interpretación que surjan de las experiencias. Pero en general me parece que los resultados no están definidos por la diferenciación sino por intereses científicos y sociales a lo que tanto mujeres como varones aportan. A esta luz hay que considerar que también hay temas que han ido surgiendo como resultado de una toma de conciencia de situaciones de opresión como ha sido y todavía sigue siendo el tema de la violencia sexista o violencia machista. Las mujeres hemos sido y lo somos mayoritariamente en la actualidad, las que ponemos en marcha esas investigaciones porque es la lacra social que incide directamente en nuestras vidas como amenaza y responsabilidad solidaria.
6.- ¿Crees que se puede hablar de hombres feministas? ¿Los has encontrado a lo largo de tu vida?
Son todavía una especie nueva pero los hay. Los hay teóricos y los hay practicantes. Hay algunos que han descubierto el campo de conocimiento de la crítica feminista muchas veces a través de una disciplina como lo ha sido para muchos la antropología feminista. Respeto su interés y su conocimiento y los considero buenos interlocutores y gente con la que trabajo bien. Hay otros que su punto de partida ha sido más a través, del trato igualitario con otras mujeres que en muchos casos ha podido surgir a edad muy temprana: en la cuadrilla, la escuela, el instituto, la educación superior de manera que igual ni se han puesto a reflexionar sobre ello. Es para mí una situación muy valiosa porque se han ido compartiendo aprendizajes en distintos momentos y en distinta edades.
Hay hombres que han podido unir los dos puntos de partida. Yo me he encontrado con los tres modelos. Y también con que con independencia de cual haya sido el punto de partida el punto de encuentro ha sido de reconoccimiento mutuo. En general el teórico en la mayor parte de los casos lo incorpora a la práctica.
7.- Si tuvieras que realizar una investigación con la masculinidad como objeto de estudio ¿sobre qué aspectos indagarías? ¿Qué te interesaría estudiar?
A mí lo que interesa abordar no son las masculinidades, las diferencias sino las articulaciones, intersecciones, relaciones y conexiones parciales (esto en la línea de lo planteado por Marilyn Strathern en su obra Parcial Connections. Por ello mi aproximación sería fijarme en lo que no es tan obvio como serían los intersticios: aquellos espacios tanto reales como simbólicos que permitan intuir inicios de igualdad; situaciones que aparecen veladas. Sería una forma de acercarme a la problemática de nuevas posibilidades de construir sociedades más justas porque la igualdad aparece en el tejido de las relaciones, de los valores pero viéndolo desde ángulos y generando miradas que aparentemente no tienen importancia. Puede parecer utópico pero encuentro un reto porque los procesos de cambio son tan difíciles, y más en los temas a los que aludo, que hay que buscar formas diferentes de mirar para descubrir la realidad y la realidad soñada.
8.- ¿Cuáles serían los andamios par la construcción de una nueva ciudad, más igualitaria? ¿Sobre qué los apoyarías?
Sobre la toma de conciencia del derecho a ello, lo que llamo el “derecho sentido” que es aquel que pasa por el conocimiento y por la experiencia de manera que uno, una genera también el impulso de actuar individual y colectivamente. Creo que en muchas de las actuaciones y del conocimiento generado a partir del 15-M hay muchas propuestas, aspectos a desarrollar por ello buscaría también ahí apoyos.
La conciencia del derecho sentido a conocer y cultivas la igualdad en nuestra vida cotidiana. La importancia que le atribuyo a generar formas nuevas de socialización de niñas y niños de manera que no sean antagónicas como base sino ver en qué medida las diferencias provienen más de las distintas formas de estar en la vida social que de atribuciones fijas y naturalizadas. Creo que también son importantes para otra serie de valores como puede ser el cultivar relaciones intergeneracionales más que vivir por grupos de edad de manera aislada que lleva también a descubrir la exclusión de las personas mayores, tanto si son mujeres como si son hombres.
9.- ¿Optimista o pesimista?
Soy optimista por naturaleza y aún cuando vea las cosas oscuras mi tendencia es a fijarme más en lo positivo sin perder con ello el sentido de la realidad o sin irme a la fantasía como situación de escape. En la actualidad ha habido un gran avance en la creación de conocimiento desde la crítica feminista y eso en todos los ámbitos del saber y para mí el conocimiento transforma a las personas y a los colectivos. La experiencia de las relaciones igualitarias en las que fluye el conocimiento, las emociones, el buen hacer, el humor, donde se ejerce el reconocimiento, es transformador y por ello, fuente de posibilidades para la emergencia y desarrollo de la capacidad de las personas. La igualdad no trata de elaborar moldes sino de romper los que constriñen y así posibilitar la emergencia de nuevas ciudadanías compartidas desde el derecho sentido.
Entrevista a Rafa Pérez, abogado del Servicio de Mujer del Módulo Psicosocial de Deusto-San Ignacio:“Nada cambiará si los hombres no se implican, no caben cambios estructurales a espaldas del 50 % de la población”
1.- ¿Qué hace un hombre trabajando como abogado en el Servicio de la Mujer del Módulo Psicosocial de Deusto-San Ignacio?
Mi llegada al Módulo fue casual, ya que tuvo lugar en 1.982, cuando las asociaciones de vecinos tenían fuerza. Yo militaba en una de éstas asociaciones, y me pidieron que ayudara en el Módulo aunque no sólo en temas de “mujer”, sino en todos los ámbitos, e incluso como asesor de la propia entidad. En aquella época, no existían como hoy subvenciones, la militancia era gratis, y yo me tomé la intervención en el Mólulo, como parte de esa militancia. Con el tiempo, la situación se consolidó.
2.- ¿Qué trabajos y servicios se prestan desde el Módulo Psicosocial? ¿Con qué equipo cuenta?
Los módulos se crearon para suplir todas las lagunas de necesidad social, que las instituciones tenían desatendidas. Ocupaban (y ocupan) por tanto, espacios marginales, que las administraciones no quieren o no pueden atender, como es el caso de las drogodependencias, anticoncepción, asesoramiento jurídico, etc. Con el tiempo, las instituciones públicas han ido reconociendo la labor, y subvencionando las actividades.
3.- Desde hace ya varios años habéis organizado jornadas en las que la reflexión sobre los hombres y la igualdad ha tenido un papel central ¿Por qué este interés en reflexionar sobre las masculinidades e implicar a los hombres?
El área de la igualdad, se ha planteado tradicionalmente con un “problema de mujeres”, siendo por tanto éstas las que debían afrontarlo. En el Módulo, venimos desarrollando actividades de sensibilización, dirigidas a distintos colectivos (enseñantes, adolescentes, etc), pero consideramos prioritario implicar a los hombres, porque no podemos afrontar un problema estructural como el que nos ocupa prescindiendo del 50 % de la población.
En nuestra actividad hay mucha dosis de militancia personal, compromiso y voluntad. La circunstancia de ser yo hombre, realizar como parte de nuestro trabajo actividades de sensibilización, militar en un grupo de “hombres por la igualdad”, y percibir el respaldo institucional, determina nuestra linea, que consideramos pionera, quizás por la dificultad de motivar a los hombres en éste ámbito, o por la falta de acciones institucionales específicas para hombres.
4.- Se suele decir que la violencia contra las mujeres es un problema de los hombres que sufren las mujeres… ¿Estarías de acuerdo con esta afirmación?
La violencia es estructural, por tanto no es patrimonio de uno sólo de los sexos, aunque sólo los hombres (algunos) la practiquen de forma sistemática. La violencia tiene sus raices en una relación asimétrica de poder, y su ejercicio responde a situaciones de oportunidad, y capacidad de ejercicio, normalmente relacionadas con un sentimiento de posesión o al menos de dominación. Todos/as somos responsables de la educación en igualdad, y todos/as sufrimos la violencia, aunque esta se descargue sobre una persona concreta (normalmente mujer). La sociedad en su conjunto debe poner los medios para evitar la desigualdad, que constituye la premisa de la violencia sexista, resultan necesarias políticas educativas y de sensibilización en general, que permitan el empoderamiento de las mujeres y la corresponsabilidad en todos los ámbitos.
5.- ¿Qué papel consideras que pueden tener los hombres en la lucha contra la violencia hacia las mujeres?
Nada cambiará si los hombres no se implican, no caben cambios estructurales a espaldas del 50 % de la población, y ello suponiendo que el otro 50% -las mujeres- estuviera por la labor, lo que tampoco ocurre al menos de forma activa.
Resulta por otra parte difícil obtener un rol activo de los hombres en su conjunto para lucha por la igualdad, pero si que existe un consenso generalizado en la repulsa de la violencia, lo que no ocurria hace algunos años.
Por otra parte, no podemos desconocer que la proliferación de los grupos de hombres que luchan por la igualdad, se ve a veces eclipsada por las asociaciones o movimientos de hombres que pretenden la perpetuación de sus privilegios, cuando no la justificación de la violencia. Campañas como las que pretenden la existencia de violencia por parte de la mujer, denuncias falsas, síndrome de alienación parental, etc, pretenden tan sólo la intoxicación del problema, unas veces porque el problema es incierto, y en otras, porque pretenden elevarse a generales, situaciones excepcionales, como si éstas justificaran el problema general del maltrato.
6.- ¿Cómo valoras que existan políticas públicas de igualdad dirigidas específicamente a los hombres?
Debemos tener en cuenta que esas políticas prácticamente no existen. Resulta en todo caso plausible el esfuerzo institucional en iniciativas como “Gizonduz”, o la “tarjeta roja al maltratador” puesta en marcha por el gobierno central, pero es difícil que veamos cambios importantes a corto plazo. Las políticas de sensibilización van calando, pero es difícil apreciar posturas activas por la igualdad en el colectivo de hombres.
7.- Planteaba Simone de Beauvoir que “lo personal es político”. ¿Pasa el cambio de los hombres a favor de la igualdad por la trasformación de lo personal?
Los grupos de hombres por la igualdad, tratamos precisamente de trabajar internamente “lo personal”, porque sin un cambio de actitud propia e individual, no puede cambiar la conciencia colectiva. Los valores masculinos, siempre se han asociado a la violencia, al dominio y a la seguridad, hasta el punto de que en algunos ámbitos se relaciona el rechazo a esas conductas con la homosexualidad, dificultando así que los hombres podamos abrazar otros valores, porque con independencia de la orientación sexual de cada cual, a nadie le gusta sentirse “fuera del rebaño”.
Si no trabajamos, sobretodo en el ámbito educativo, la validez de modelos de masculinidad no violentos, y de respeto hacia todos y todas, poco cambiará.
8.- Respecto a lograr mayores cotas de igualdad en nuestra sociedad ¿Eres optimista? ¿Pesimista?
Nadie puede negar que la sociedad está avanzando en ámbitos de igualdad. La generalización del repudio social hacia el maltrato, constituye un avance evidente. La promulgación de leyes de paridad en cargos públicos o de represión del maltrato, son pasos necesarios, pero su propia existencia denota la ausencia de igualdad, porque resulta evidente, que ésta sólo existirá cuando no resulte necesario obligar a los cargos públicos a realizar listas paritarias o dejen de resultar necesarios juzgados o instituciones específicas para proteger a la mujer.
Entrevista a Fernando Oregi Altube, Coordinador del Programa NAHIKO:“Si no hacemos muchas cosas nuevas en muchos ámbitos educativos diferentes, si seguimos haciendo lo mismo y educando de la misma manera, el 50% de la población “se pasará” con la otra mitad y éste 50% de la población “pasará” de la otra mitad”.
1.- ¿Cómo definirías el programa Nahiko?
El programa Nahiko! de Emakunde es un programa coeducativo para la prevención de la violencia contra las mujeres. Es un programa de intervención escolar sistemática, programada para que el profesorado aplique sus materiales y dinámicas durante toda la Educación Primaria, desde primero a sexto, desde los seis a los doce años. De hecho podríamos decir que hay tres programas Nahiko!: para primero y segundo, para tercero y cuarto, y para quinto y sexto. Cada uno de ellos es autónomo y completo en sí mismo y, por otro lado, todos ellos continúan y conforman un único recorrido a lo largo de toda la etapa escolar.
Para los centros participantes, es una experiencia de formación-acción-formación en coeducación, una oportunidad de repensar y remodelar su labor educativa y la etapa escolar desde la educación para la igualdad de mujeres y hombres y los derechos humanos, desde la educación en valores, desde la igualdad, el respeto, la no-violencia, el cuidado y los buenos tratos. Es un espacio diferente al habitual con objetivos, temas, dinámicas, materiales, lenguaje, etc. más cercanos a la vida y las relaciones cotidianas desde un punto de vista crítico y a contracorriente del entorno marcado por la socialización de género.
2.- ¿Cuáles han sido los resultados más destacados de Nahiko después de estos años de trabajo?
El programa se inició en el curso escolar 2003-04 y se prevé terminar las experiencias pilotos y los materiales en el curso 2011-12. Esta continuidad durante tantos cursos no es frecuente y es ya en sí misma muy destacable. En el curso 2003-04 participaron seis grupos de tres centros. En este momento hay diez veces más de grupos y centros en la experiencia piloto del primer ciclo (primero y segundo) y gran número de centros trabajando en los otros dos ciclos. Los Berritzegunes participan en los seminarios con el profesorado y acompañan a los centros en su trabajo. Además hay cada vez más interés por el programa desde otros ámbitos educativos como Escuelas de Magisterio, Ayuntamientos... El programa y los materiales se han ido creando desde la experiencia evaluada de los centros participantes. Gracias a ello, Nahiko! ofrece 18 unidades didácticas trimestrales, coherentes y estructuradas, sobre las que cualquier centro puede iniciar el trabajo coeducativo en Primaria.
También son destacables los buenos resultados de la evaluación externa realizada por la UPV y la buena valoración del profesorado sobre su adecuación a la fase de desarrollo del alumnado de cada edad, el planteamiento metodológico activo y lúdico, los contenidos vivenciales y relacionales cotidianos, el vocabulario propio y el simbolismo adecuado a la edad, y la adaptación al currículo de cada ciclo. Con todo, lo más destacable han sido las experiencias vividas por profesorado, alumnado y familias de los centros participantes en las experiencias piloto. Ha sido un programa que ha propiciado aprendizajes vitales muy significativos a las personas que hemos participado en él.
3.- ¿Cómo definirías el estado de salud de la igualdad en las generaciones más jóvenes? ¿Está cambiando realmente la sociedad hacia un modelo realmente más igualitario?
Creo que las cosas han cambiado a nivel de lo que se dice y se oye, del discurso, pero todavía muy poco a nivel de la práctica, de lo sentido y vivido. La asunción de la igualdad formal en las escuelas produce dos efectos contradictorios. Por un lado, su incorporación a los proyectos educativos y a lo que se dice en las aulas, lo que es muy importante. Pero, por otro lado, se extiende la sensación de algo ya conseguido y no se analiza lo que se hace y lo que alumnas y alumnos aprenden con y de sus profesoras y profesores. En cierta forma, se confunde el punto de partida, la enseñanza mixta (el acceso y la presencia equilibrada de chicas y chicos en las aulas) con el punto de llegada, la educación para la igualdad, la autonomía y la ciudadanía plena (la realización del itinerario escolar y la salida de las aulas con las mismas posibilidades, oportunidades, aprendizajes, responsabilidades… tanto por parte de las chicas como de los chicos).
En consecuencia, salvo excepciones, chicas y chicos se educan en las mismas aulas, con el mismo profesorado y materiales, pero aprenden diferentes y desiguales formas de verse y valorarse, construyen diferentes y desiguales proyectos, desarrollan diferentes y desiguales recursos y formas de enfrentar la vida, y aprenden diferentes y desiguales formas de estar en el mundo, de responder a las expectativas sociales y de relacionarse entre sí. Todo ello de una forma muy cercana todavía a los roles y estereotipos masculino y femenino tradicionales. Esto se refleja muy claramente, por ejemplo, en las opciones académico-profesionales que eligen unas y otros al final de su etapa escolar.
4.- Cuando llegan las campañas de Navidad, vemos que tanto en la publicidad como en muchas jugueterías se siguen reproduciendo los roles tradicionales de una forma muy marcada para los niños y las niñas… ¿Cómo lo explicarías?
En los últimos años ha habido incluso un retroceso en este sentido, lo que demuestra que la igualdad no es “cuestión de tiempo” como a menudo se oye, sino de qué hacen los distintos agentes educativos en ese tiempo. Lo que había empezado a cambiar hace unos años mediante la sensibilización de las familias desde las asociaciones, escuelas, instituciones… ha vuelto atrás mediante las estrategias de publicidad y venta de los grandes fabricantes y superficies comerciales. Al hilo de la identificación de sectores de consumo definidos y del envío de mensajes específicos a colectivos determinados, han exacerbado la utilización del “azul” y del “rosa” con todo su contenido tradicional en todas las líneas de productos infantiles: juguetes, ropa, calzado, muebles, complementos (mochilas, bolsas…), higiene, papelería, etc. Los circuitos mayoritarios del mercado están tan inundados de estos productos y de sus valores subyacentes que buscar juguetes u otros utensilios alternativos exige una búsqueda y un esfuerzo extra fuera de los cauces más cómodos y habituales.
5.- Por los datos que aparecen en distintos estudios, parece que el fracaso escolar tiene rostro de niño y que las niñas obtiene mejores resultados académicos. ¿Tiene algo que ver en todo esto la socialización de los niños en base a valores sexistas? ¿Qué impacto tendría por tanto el sexismo en los varones?
El fracaso escolar se da sobre todo entre los “chicos más chicos”, es decir entre los chicos más tradicionalmente masculinos o masculinos de la forma tradicional. La razón es que, en ese modelo de “no ser chica” es un valor la negación de todo lo femenino, incluidos todos los aprendizajes, destrezas y habilidades positivas para el éxito escolar (escucha, esfuerzo, constancia, orden, colaboración, empatía…). Además, dicho modelo masculino tradicional incorpora determinados comportamientos negativos para el éxito escolar (pasar, hacer el gamberro, mostrar indeferencia al éxito, no hacer caso al profesorado, no reconocer que se estudia o trabaja, no atender o aparentar que no se atiende…) El resultado es que muchos de estos alumnos “tradicionalmente masculinos” consideran que la escuela es femenina (por el número de profesoras, tipo de materias, trabajos y valores que se evalúan positivamente…) y que fuera de la escuela (el patio, la calle…) o después de la escuela (la formación técnica, profesional o el mundo laboral directamente) está el ámbito que realmente importa, donde creen que se recompensan sus actitudes y destrezas más masculinas y donde ellos esperan demostrar su valía y triunfar económica y socialmente, ocupando el lugar que les corresponde.
6.- ¿Están realmente las chicas más concienciadas que los chicos en materia de igualdad?
Creo que la diferencia es que les va más en ello. El desfase entre los datos estadísticos de mejor rendimiento académico y los datos de inserción y promoción laboral son un buen ejemplo. En consecuencia “ven” más fácilmente lo que es injusto y lo que debe cambiar, el sobreesfuerzo que deben realizar, lo que les afecta a ellas personalmente, etc. Los alumnos a menudo no “ven” que haya nada injusto y cuando, tras trabajarlo en clase, lo ven racional e intelectualmente, no sienten que vaya con ellos, no temen que les vaya a afectar, que les vaya a ocurrir a ellos y a condicionar sus vidas. Para los alumnos no es un tema personal, para las alumnas sí.
7.- ¿Qué piensas que podrían aportar iniciativas como Gizonduz al trabajo con los niños?
La oportunidad de conocer modelos alternativos a la masculinidad tradicional que les permitan imaginarse a sí mismos de forma positiva hacia sí mismos y hacia el resto de mujeres y hombres, la posibilidad de conocer referentes de proyectos vitales y relacionales de hombres desde el cuidado y los buenos tratos mutuos, y la posibilidad de situarse y actuar socialmente por la igualdad desde el respeto, la autonomía y la colaboración.
8.- ¿Cómo ves el futuro, en lo que a la igualdad de mujeres y hombres se refiere?
Creo que es el cambio social más importante de cuantos estamos viviendo y que hay y habrá distintos agentes, resistencias, tendencias, logros, retrocesos, aciertos, errores… Espero que el resultado de todo ello, a medio plazo, nos acerque a la democracia y a la propuesta de convivencia y organización social que es la Declaración Universal de Derechos Humanos y nos sea inaceptable la desigualdad. Y, a largo plazo, espero que la igualdad cambie tanto la organización y el paradigma social, familiar, laboral… que la desigual realidad actual de mujeres y hombres parezca impensable e inconcebible y quede fuera del imaginario colectivo.
9.- ¿Cuáles serían los retos para trabajar con niños y niñas a favor de la igualdad?
Partir de lo que las alumnas y los alumnos aprenden realmente en nuestras escuelas, analizar si es lo mismo o no y ver sus consecuencias para unas y otros, valorar estos resultados desde las leyes y proyectos educativos en curso e intervenir en consecuencia, sistemática y estructuradamente. Pasar de la escuela mixta a la escuela coeducativa y coeducadora. No renunciar a la voluntad y a la intención de educar alumnas y alumnos. Con lo que sabemos y hemos aprendido a ver, educar sólo puede ser coeducar.
10.- Alguna anécdota que te gustaría compartir...
Las alumnas dicen que “los chicos se pasan” (con ellas, “y ni se dan cuenta”). Los alumnos dicen que “las chicas pasan” (de ellos, “era una broma”). Si no hacemos muchas cosas nuevas en muchos ámbitos educativos diferentes, si seguimos haciendo lo mismo y educando de la misma manera, el 50% de la población “se pasará” con la otra mitad y éste 50% de la población “pasará” de la otra mitad.
Zipriztintzen. Grupo de hombres profeministas y antisexistas de Ermua. Estamos hartos de que se nos presente como los buenos de la película
¿Cuándo y cómo surgió la iniciativa de crear un grupo de hombres en Ermua?
Siempre decimos que la idea de crear un grupo de Hombres por la igualdad fue una idea de algunas mujeres de Ermua. Zipriztintzen nació gracias a la conjunción de tres factores: primero, que en La Casa de la Mujer creyeron que en Ermua había hombres que podían comprometerse de forma activa con la causa de la Igualdad y decidieron organizar un curso titulado “Nuevas masculinidades y sexualidades no opresivas”. El curso lo impartió Ibon Arrizabalaga; y esta es la segunda clave: la figura de Ibon. Su profesionalidad y su ejemplo fueron, sin duda, decisivos en el nacimiento de Zipriztintzen.; y tercero y último, mérito nuestro, que fuimos capaces de dar continuidad a aquello que Ibon nos había enseñado, que fue mucho. El grupo como tal nació en junio de 2008
¿Cuáles son vuestros objetivos?
Nuestro objetivo de fondo es trabajar por una sociedad justa e igualitaria. Como objetivos más a corto plazo y humildes: concienciar y hacer ver a los hombres de Ermua, y de manera especial a los hombres jóvenes, que existen formas de ser hombre diferentes al modelo tradicional. Ése es el significado de ZIPRIZTINTZEN, “salpicando” en euskera, chapotear y salpicar de igualdad a los hombres de Ermua.
Sois hombres igualitarios, feministas, masculinistas…
En nuestro decálogo nos definimos como hombres profeministas y antisexistas. Ese decálogo tiene ya casi tres años y está pendiente de ser revisado; y es que de un tiempo a esta parte nos venimos preguntando si podemos definirnos como feministas, tanto a nivel individual como grupal. Si entendemos el Feminismo como una teoría crítica de la sociedad, por qué no podríamos definirnos directamente feministas en vez de profeministas. Es una cuestión para la que a día de hoy no tenemos una respuesta óptima, pero estamos en ello.
¿Qué acciones habéis desarrollado hasta el momento?
Muchas. Unas jornadas sobre paternidad a la que acudieron más de 20 padres, y que fueron un éxito rotundo. Hemos llevado a cabo campañas de denuncia de la violencia hacia las mujeres, talleres sobre Violencia machista, sobre los problemas de género de los hombres; en diciembre de 2009 organizamos un encuentro de hombres y mujeres que denominamos “En busca de espacios comunes” al que asistieron más de 40 personas de todo Hego Euskal Herria. De un tiempo a esta parte venimos realizando diversas charlas en centros educativos de Ermua donde contamos tanto nuestra experiencia personal como la grupal. Cada trimestre, mas o menos, nos reunimos con un grupo de hombres de Ermua (grupo de satélites, les decimos) que a pesar de no formar parte de la estructura de Zipriztintzen, siempre participan en todas aquellas actividades que organizamos, son muy importantes y sin ellos todo sería más difícil . Realizamos encuentros con grupos sociales y culturales del municipio en los que explicamos qué hacemos, qué queremos y cómo lo hacemos. Todo esto a nivel local.
Hemos participado en actividades organizadas desde la Coordinadora de EH Gizon Sarea. También hemos participado en diversos encuentros dirigidos a favorecer la creación de grupos de hombres por la igualdad en otros municipios como Leioa o Berriz.
¿Os coordináis de alguna manera o mantenéis relación con otros grupos de hombres existentes en Euskadi?
Sí. Todos los grupos que conocemos estamos interrelacionados, de una manera o de otra, a través de la Coordinadora Gizon Sarea. Aunque es verdad que por una cuestión de fuerzas, últimamente nos juntamos 5 hombres, hemos optado por centrar nuestros esfuerzos en el ámbito local.
¿Qué acogida tienen las actividades que habéis organizado en los hombres del municipio?
Hasta ahora todas las actividades que hemos organizado han recibido una muy buena acogida, hoy en día no es nada fácil juntar a 24 hombres, un día laboral a las 7 de la tarde, para hablar sobre cómo viven sus paternidades.
¿Qué perfil de hombre creéis que es más receptivo a vuestro mensaje?
No hay un perfil de hombre que sea más receptivo a nuestro mensaje o a participar en las actividades que organizamos; aunque es cierto que se echa en falta la participación de los hombres jóvenes.
¿Qué planes tenéis de cara al futuro?
Nuestros planes de futuro están claramente definidos, y vienen dados, en cierto modo, por el hecho de que seamos poquitos los hombres que conformamos Zipriztintzen. Nuestro quehacer futuro girará en torno a dos ejes: formación interna, acción social; y como aspiración a más largo plazo, trabajo común con las mujeres feministas organizadas del municipio.
¿Qué relación mantenéis con los grupos y asociaciones de mujeres del municipio?
La relación es buena. De hecho ya hemos mantenido algún encuentro, valorado de forma muy positiva, con la Asamblea de Mujeres de Ermua. Tenemos mucho que aprender del magnífico trabajo que vienen realizando desde los años ochenta..
¿Alguna anécdota que os gustaría compartir?
No tenemos ninguna anécdota representativa que contar, pero sí podemos decir que estamos hartos de que se nos presente como los buenos de la película, (los hombres moderados que luchan, de forma racional, por una sociedad igualitaria, frente a “esas mujeres radicales que lo quieren todo”); estamos hartos de que digan de nosotros que somos unos “chollos de hombres” porque participamos de forma equitativa en las tareas del hogar, o que somos muy valientes por denunciar públicamente la violencia hacia las mujeres, estamos un poco hartos porque todo esto, que está bastante extendido, es falso: somos radicales, en el sentido etimológico de la palabra, no somos chollos de nadie, somos personas igualitarias, y no somos valientes, por supuesto no más valientes que muchas mujeres que llevan toda su vida luchando por una sociedad más justa.
Xabier Odriozola Ezeiza, experto en masculinidades y fundador de grupos de hombres:“La igualdad también necesita hombres y los hombres necesitan la igualdad”
Los hombres y las mujeres tenemos un papel importante en la lucha por la igualdad. ¿Cómo es el camino que tienen que recorrer los hombres hacia la igualdad?
El camino que tienen que recorrer los hombres hacia la igualdad es tan interesante como desafiante. Por una parte, tenemos que seguir y acertar con la deconstrucción y continuar incesantemente en ese camino, sin excusas, y por otra parte, mantenernos del mismo modo, atentos al gran trabajo de construcción que están realizando las mujeres en pro de una sociedad igualitaria. Trabajar con humildad y en silencio, y dar y dejar y amar y cuidar y preocuparse y sentir y pedir perdón y perdonar... tenemos que aprender a hacer todo esto sin resaltar, sin sentirnos más importantes que los otros, sin esperar ninguna recompensa, sin esperar privilegios, sin esperar el reconocimiento de la sociedad... un camino largo y muy interesante, que puede cambiar totalmente nuestro carácter y nos ayudará a situarnos en el bando humano. Tenemos mucho que aprender, ver e interiorizar y, por otro lado, hemos encontrado y descodificado mucho de nuestro carácter represor y hemos encontrado claves importantes para poder seguir en este trabajo incesante de deconstrucción. Desde mi punto de vista, estamos viviendo, sin duda, momentos esperanzadores.
¿Cuándo y por qué empezaste a trabajar a favor de la igualdad?
Cuando entendí que llegar a ser una persona libre estaba muy unido a liberarnos del cinturón prieto y rígido que tenemos para ser hombres; entonces vi que todas las personas estamos encadenadas a las garras, roles, estructuras, funciones del sistema patriarcal y me di cuenta de que si no revolucionamos el sistema nadie conseguirá llegar a ser ni libre ni persona íntegra. Por tanto, es necesario que las mujeres y los hombres trabajemos unidos para romper con las cadenas que hacen mantener cautivos y coartados a los dos géneros. No merece la pena que las mujeres trabajen incansablemente mientras que los agentes del plato de la otra balanza no dan pasos hacia la armonía; en esa situación siempre habrá desequilibrio.
Por ello, trabajar por la igualdad significa eso mismo: tanto tú (mujer) como yo (hombre) tenemos que desmantelar el sistema de género patriarcal productivo y deshumanizador para llegar a ser verdaderas personas libres y poder tener todos los derechos. Aunque el camino que tienen que recorrer los dos géneros es bastante diferente, es completamente complementario e imprescindible.
Cuales son los retos que tenemos actualmente los hombres para conseguir la igualdad entre hombres y mujeres?
A la pregunta de los retos actuales de los hombres voy a contestar en primer persona. Necesitaríamos una eternidad para poder detallar cada uno de los pasos a realizar en ese aspecto. Comentaré sólo los aspectos más generales, por ahora es suficiente comentarlos de esa manera. Entender esa paso sería un avance importante, que los hombres nos diéramos cuenta que hay que dar los pasos (referidos en la anterior pregunta) ahora y aquí, sin esperar más. Pero no sé si los hombres estamos en ese punto.
El camino a recorrer junto con las mujeres hacia la igualdad es inevitable, si no, no vamos a entender en realidad qué es lo que están haciendo los del otro equipo, ni por qué ni para qué.
Por otro lado las mujeres deben comprender y aceptar que es inevitable para todos que los hombres nos reunamos y que trabajemos si queremos terminar con las sociedades patriarcales hegemónicas. Y también que para ello necesitaremos el apoyo de estructuras de la sociedad y de las organizaciones.
Está en juego el futuro de todos, no sólo de las mujeres; el nuestro, el de los jóvenes, de los niños, el de los mayores, el del planeta, si los hombres continuamos en nuestros roles. Tenemos que acabar con esto.
¿Qué influencia tiene el sexismo en los hombres?
El sexismo provoca catástrofes en los hombres. No hay mayor mal para el hombre. Lo hace convertirse en humano no humano, duro, rígido, isolado, peligroso, atrevido, orgulloso que no es; además es obligado, entrenado, preparado, condicionado y luego presentado en sociedad bajo la excusa cultural de ser “hombre verdadero”; después se le hace culpable y responsable total por la forma que se le ha hecho ser, a pesar de que él piensa con total seguridad “que ha hecho lo correcto”. Ha sido preparado para ser dominador de todas cosas y todas las personas: entre otras cosas con la excusa de dominación-homofobia de otros hombres, el sexismo-dominador de las mujeres, el adultismo-dominador de las personas jóvenes, el racismo, el clasismo, el neoliberalismo, dominador de los recursos del planeta, el imperialismo... Y todo esto causa un sufrimiento, destrucción y daño terribles a otros seres y personas, incluidos ellos mismos.
No es fácil darse cuenta de todo esto, porque en estas sociedades patriarcales todo empuja a ello, a convertirse en personas no pensantes, imitadoras, mansas y dinero-pensantes, a acomodarse a estas sociedades, en vez de aprender a ser personas pensantes que pueden cambiar esta sociedad.
Si no cambia esta situación nos será difícil permanecer en estas sociedades patriarcales capitalistas como personas con moldes humanos.
¿Es posible superar el sexismo? ¿Cómo?
Por supuesto que se puede superar el sexismo. Por un lado, es imprescindible el trabajo que han realizado y están realizando las mujeres. Por otro lado, es necesaria la participación, la organización y la cooperación de los hombres. Los dos géneros tienen que seguir trabajando para liberarse, cada uno en su espacio, y tendremos que organizar escenarios, espacios comunes para que pensemos y diseñemos entre todos construir residencias, espacios, sitios, tiempos y oportunidades, modos y conductas, estructuras libres de represión de género. En ese espacio común podrán convivir y podrán desarrollarse las opciones, derechos, privilegios y reponsabilidades en total paridad.
Esto no es un sueño, sino cuestión de utilizar la inteligencia humana como es debido y la capacidad de crear el modo de organización y las estructuras democráticas y sin jerarquías. Cuestión de gestionar los medios existentes, nada más. Hay entendimiento, pensamiento, recursos y opciones suficientes en nuestro planeta y en tod@s nosotr@s.
Has trabajado también con jóvenes. ¿Los cambios son reseñables? ¿Podemos decir que hemos mejorado?
Sí. Hemos trabajado también con jóvenes. Las cosas han cambiado. Hemos mejorado en ciertos aspectos: en el reparto de responsabilidades y la necesidad de derechos humanos y aptitudes. Tambien se ha avanzado en la percepción de la violencia de género. También se ha avanzado en aspectos de la ley, y gracias a ellos tenemos actualmente redes como estructuras sociales. Hoy por hoy la percepción social de las injusticias sociales y políticas de género es más amplia y más profunda que antes. Así, avanzando poco a poco, estamos ganando terreno al sistema patriarcal.
Sin embargo, en muchos aspectos seguimos igual: no hemos sido capaces de hacer permanente, fuerte y firme el terreno ganado al sistema patriarcal y que sea irreversible. Al confundir el indivualismo con la libertad, el cambio de rol con la liberación, aldo parecido con la distribución de sexos en el trabajo, el espíritu crítico de las personas hacia el sistema y en la recuperación del poder propio, seguimos huérfanos como siempre, perdidos como antes en comprender bien y en la capacidad de diferenciar de la naturalidad y la particularidad de las raices del género, escasos como antes en la capacidad de gestionar saludablemente los deseos, las querencias y los anhelos, débiles como antes en el gestión inteligente y saludable de sentimientos y cariño...
¿Las instituciones hacen lo suficiente para implicar a los hombres en la lucha por la igualdad? ¿Qué propondrías?
Están avanzando en la medida en la que saben. No siempre tienen la información completa ni tampoco siempre la correcta en cuanto a las dos monedas de la igualdad: en los que respecta a las mujeres y en lo que respecta a los hombres. La igualdad necesita a las mujeres y las mujeres necesitan la igualdad; la igualdad también necesita a los hombres y los hombres también necesitan la igualdad, es necesario. En esto no hemos avanzado lo suficiente, no hemos dado los movimientos correctos y firmes. Este sería uno de los objetivos de esta década. Las mujeres no pueden vivir sin los hombres, esta es una realidad que no ha sido aceptada del todo, como los hombres necesitan de las mujeres, pero no tal y como se ha entendido hasta ahora la “necesidad”. Nos espera una “necesidad” aceptable, correcta, de sentido común, humana, que alimenta, saludable, enriquecedora...nuevas maneras y modelos de estar y de ser que estamos buscando. Y cuando las instituciones entiendan esta cuestión, darán un impulso muy grande en este sentido, porque pondrán a su disposición muchos medios. Esto está por llegar.
¿El movimiento de hombres por la igualdad es una realidad? ¿Cómo veis el futuro?
Sí, es una realidad, incomparable con la realidad de las mujeres. El movimiento de hombres es especial, diferente, nos han construido de otra forma, por lo que tenemos que deconstruirnos de otra manera. En este sentido creo que hemos cometido un error. El feminismo ha hecho y está haciendo su camino, y tiene que continuar haciéndolo, necesariamente. Pero el masculinismo no tiene por qué hacer el mismo camino. El camino para eliminar el sexismo de los hombres y el de la liberación de las mujeres son familiares, tienen que ir de la mano dos seres diferentes y autónomos, uniendo los mismos objetivos, pero sin que los objetivos les igualen. El camino a recorrer los hombres hacia la igualdad no se parece mucho al de las mujeres, no es tan político, preciso, calendarizado, porque tiene que ser tal y como están y dónde están los hombres actualmente. Si no hay parecidos, pensar que estamos haciendo algo mal no nos deja acercarnos al objetivo de forma conjunta. Los hombres y las mujeres debemos mirarnos con esperanza, respeto y cooperación, y no con desconfianza, amenazas o con miedo. Tenemos que fiarnos los unos de los otros dejando y dando un amplio márgen de crédito al género correspondiente. De ese respeto, confianza y cooperación crecerán los nuevos huertos que harán florecer plantas.
Debemos realizar juntos el salto sin condiciones hacia el amor, de la mano y cuanto antes.
¿Un sueño?
Llegar a ver la creación y desarrollo del disfrute conjunto sin límites de un planeta florecido, limpio, luminoso, alegre, encantador.
José Ángel Lozoya Gómez, miembro del Foro de Hombres por la Igualdad:“A finales de los años 80, el movimiento de hombres por la igualdad cabía en un taxi”
Respecto a la igualdad ¿Cómo te definirías? Hombre igualitario, pro feminista…
Hombre por la igualdad, porque expresa en positivo lo que somos y lo que queremos ser, hombres que nos esforzamos en público y en privado por avanzar hacia la igualdad de derechos, deberes y oportunidades con las mujeres. En su día se hablo también de la posibilidad de llamarnos feministas y anti patriarcales, más tarde los hay que se llaman hombres contra la desigualdad. Lo de feministas, pese a la identificación ideológica con el feminismo y haberlo usado algunos hombres públicos en el pasado, me parece que suena a intento de apropiación de un nombre que considero patrimonio de las mujeres. Lo de pro feministas me sugiere la idea de solidaridad con y me resulta insuficiente, lo de igualitario es presumir de lo que no se es y los anti o los contra los veo poco positivos aunque sean claros en sus objetivos.
¿Qué papel ha jugado la igualdad en tu vida? ¿Ha sido más personal o político?
Pertenezco a una generación a la que le cuesta hacer esta distinción, pero lo cierto es que mi sensibilidad es una mezcla de influencia materna y lucha por la justicia distributiva aliñada con la influencia de mis parejas afectivas y los chicos con los que he compartido proyectos e ilusiones los últimos 30 años. Cuando decidí (en 1985) convocar el primer grupo de hombres para hablar de cómo nos sentíamos ante el impulso del feminismo mi motivación era casi exclusivamente personal, y cuando miro atrás, consciente de la importancia política de nuestro recorrido, lo que más me reconforta es el impacto que ha tenido en mi vida intima. Yo era lo más parecido posible a un revolucionario profesional, sin más aspiración que el cambio social, hoy mi proyecto vital son mi pareja y mi hijo y mi “sinvivir” la lucha por la igualdad.
El año pasado te fue otorgado el reconocimiento a la labor por la igualdad y contra la violencia de género 2010, por parte del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. ¿Cómo lo viviste? ¿Qué rescatarías de ese reconocimiento?
Halagarme me alagó, pero tarde algunos días en comentarlo porque no tuve confirmación escrita hasta unos días antes del acto público y no sabía exactamente como se llamaba la cosa. Luego me agobió la responsabilidad de representar, aunque de forma no oficial, al movimiento de hombres. No sabia muy bien que decir en presencia de una ministra y varias ex ministras, bastantes responsables de los recortes que se estaban produciendo en las políticas de igualdad y un público formado mayoritariamente por mujeres socialistas de cierta relevancia. La verdad es que los nervios no me dejaron disfrutar todo lo que la ocasión merecía pero creo que fue un paso adelante en el reconocimiento social de nuestro movimiento.
Como uno de los “históricos” del movimiento de hombres por la igualdad, ¿Cómo definirías el momento actual del movimiento? ¿Qué ha cambiado?
Si partimos de que a finales de los 80 el “movimiento” cabía en un taxi, y la lucha por la igualdad era una prioridad discutible, tengo que reconocer que hoy se ha convertido en un actor social reconocido por las feministas que cada día despierta menos desconfianzas, un movimiento que se va extendiendo geográficamente y empieza a ser capaz de convocar actos simultáneos en un número significativo de ciudades. Somos una voz que sigue priorizando la lucha contra las desigualdades que padecen fundamentalmente las mujeres pero que empieza a perder el miedo a expresar la necesidad de que se tengan en cuenta las necesidades de los hombres en el camino hacia la igualdad. Hemos conseguido que empiece a ser corriente que se llame hombre por la igualdad a cualquier chico que defienda posiciones igualitarias y nadie nos confunde con los padres despechados.
¿Cuáles serían los retos de futuro del movimiento de hombres por la igualdad?
Avanzar en el terreno de la organización, la proyección pública de nuestras propuestas y la presencia en los espacios en los que se elaboran los discursos y se toman las decisiones relacionadas con la igualdad, pero para eso es necesario crecer y diversificar el discurso a través de la especialización de compañeros que sepan mucho más de temas concretos: educación, economía,...
Sin duda, se han dado avances en la lucha contra la violencia machista ¿Dónde situarías los éxitos y fracasos de las políticas públicas?
Tal vez lo más relevante ha sido su contribución a la deslegitimación social de los agresores y la sensibilización de los y las profesionales que intervienen en el abordaje del fenómeno. Lo que más me cuesta entender es el poco dinero para proteger a las victimas que llega a las mismas y la falta de confianza que muestran las instituciones en su capacidad para gestionar y reorganizar sus vidas. También me preocupa que los agresores puedan crecerse con los últimos retrocesos en las políticas de igualdad.
Se habla mucho de la juventud ¿Cómo ves a los chicos jóvenes en relación a la igualdad? ¿Fue mejor cualquier tiempo pasado?
Creo que cualquier tiempo pasado fue peor. Los chicos son más igualitarios que sus mayores y merecen ser tratados como agentes de igualdad en potencia, capaces de rechazar en su entorno las manifestaciones más sangrantes del machismo y de tener una conducta cada vez más corresponsable. No podemos pedirles nuestro nivel de conciencia y lo receptivos que sean a nuestro mensaje dependerá más de nuestra capacidad para hacerlo entendible y atractivo que de sus resistencias.
Nos consta que viajas con cierta frecuencia a Euskadi, ¿Cómo valoras el trabajo que se está haciendo aquí para implicar a los hombres en la lucha por la igualdad?
Cuando vi a Ibarretxe mostrar en el congreso “Los hombres ante el nuevo orden social” (Donostia, 2001) un interés infrecuente en un dirigente político en la importancia de promover el cambio de los hombres, no imaginé que en diez años Euskadi se habría convertido en el ejemplo con el que habría querido tener cuando monté el programa Hombres por la igualdad en el Ayuntamiento de Jerez (1999). En noviembre visité Bilbao y tuve oportunidad de ver como nos percibe una parte significativa del movimiento de mujeres, el tipo de hombres que se va incorporando a nuestro movimiento y el interés de los medios de comunicación. No tengo ninguna duda que parte del mérito corresponde al Gobierno Vasco, Emakunde y los chicos de Guizonduz.
¿Optimista o pesimista?
Nunca seremos tan numerosos como el movimiento de mujeres y hay los que dudan de que podamos llamarnos movimiento. Seguimos lejos de la igualdad en lo cotidiano y tenemos que permanecer alerta para seguir avanzando, pero nunca he dudado de que la igualdad es la próxima etapa en el camino hacia la felicidad ni que nuestro movimiento esta llamado a representar a los hombres en el diseño y la construcción de la sociedad igualitaria que sugiere el feminismo.
Arkaitz López Gorritxo, miembro del grupo de género la Coordinadora de ONGD de Euskadi e impulsor del grupo de hombres de distintas ONGDs de Euskadi: “Deconstruir la masculinidad supone ampliar las capacidades de desarrollo humano”
La Coordinadora de ONGD de Euskadi cuenta desde el año 2000 con un grupo de género dedicado a sensibilizar y capacitar a las asociaciones para que incorporen la perspectiva de género tanto en sus proyectos y programas como en su estructura y cultura organizativa. Pese a no estar planteado como un grupo de mujeres, la participación activa y permanente de hombres apenas superaba el 5%. Para impulsar su implicación, algunos integrantes masculinos implicados en la comisión de género han puesto en marcha un grupo en el que adquirir conciencia personal y colectiva sobre la necesidad de construir un nuevo modelo de masculinidad. 15 hombres de 12 ONGD vascas se reúnen desde septiembre del 2009, con el apoyo de Gizonduz.
¿Por qué apostasteis por crear un grupo específico de hombres?
Fue la consecuencia lógica de un proceso. En todas las propuestas de sensibilización del grupo de género se ha evidenciado la ausencia de hombres en el impulso activo de la equidad de género. El Grupo de género reconoció la necesidad de involucrarlos desde un proceso diferenciado que abordara el género desde el prisma de los efectos de las relaciones y la socialización en los hombres. La pretensión final es, en definitiva, generar alianzas entre los hombres en la lucha por la igualdad en el Norte y Sur del planeta.
¿Cómo estáis trabajando para ello?
Nuestro objetivo es consolidar un espacio grupal en el que poder debatir, formarnos, compartir e intercambiar desde lo vital -experiencias y vivencias- y lo teórico -opiniones y teorías- en torno a una serie de temáticas relacionadas con género, desarrollo y nuevas masculinidades. Queremos llevar a cabo un proceso de cuestionamiento personal y grupal para poder deconstruir nuestra masculinidad y ser así agentes de cambio, en lo privado y en lo público. Nos juntamos una vez al mes en Bilbo y en Donostia, (ciudades de donde son los miembros del Grupo), y pasamos tardes enteras trabajando con apoyos externos en una lógica de formación pero con dinámicas que favorezcan el intercambio personal y no meramente teórico. Aunque el objetivo es contribuir a mejorar el enfoque de género en los proyectos y en las dinámicas internas de las ONGD de las que formamos parte, cada vez nos damos más cuenta del largo proceso personal que tenemos pendiente y que urge recorrer para afianzar nuestro compromiso con la igualdad. Estamos atentos para no perdernos en la autocomplacencia, pero yo me atrevería a asegurar que hay procesos palpables en cada uno de los hombres del grupo, en sus conductas, en sus formas de relacionarse, en sus vivencias personales. En algunos casos, ya hay resultados a la hora de replicar la experiencia en sus organizaciones.
¿Con qué apoyos contáis en este proceso?
GIZONDUZ nos apoyó con ilusión desde el principio, poniendo a nuestra disposición recursos personales, materiales y su experiencia. Nos han orientado en cuanto al enfoque formativo, la selección de los ponentes externos que hemos invitado a las sesiones, nos han facilitado materiales producidos por ellos (manuales, berdinometros, mochilas,…), y proporcionado todo lo que implica contar con apoyo institucional público. Pero más allá de un compromiso institucional, nos han apoyado desde lo personal, y yo diría que hasta desde lo afectivo. Tenemos pendiente conocer más de cerca y compartir con otros grupos de hombres, aunque invitamos a todos los compañeros del nuestro a acercarse a diferentes actividades de Gizon Sarea y distribuimos informaciones y contactos.
¿Cómo valoras la forma en la que las ONGD vascas incluyen la perspectiva de género en su actividad?
Es evidente que se ha realizado un progreso muy positivo. Las instituciones públicas han sido un importante acicate en ese proceso, porque la forma tan radical en la que han asumido el compromiso de impulsar políticas de Cooperación al desarrollo sensibles a las relaciones de poder entre hombres y mujeres en el Norte y en el Sur, ha inducido a algunas ONGD a sumarse a ese proceso de concienciación de género para poder acceder a subvenciones públicas. Creo sinceramente que esa influencia externa ha cosechado una asunción y comprensión sentida de la desigualdad. El enfoque de empoderamiento de las mujeres en los proyectos y programas es el aspecto en el que más se ha avanzado en adaptar las teorías de Género y Desarrollo. Esto contrasta con un escaso avance en los aspectos organizativos, como las políticas o la estructura misma de muchas ONGD. Existe una importante concienciación en cuanto al impacto de los proyectos desde un enfoque de género, pero no tanto una reflexión interna de las relaciones de género que gestionamos y producimos en nuestro entorno personal y organizativo como ONGD.
¿Cómo se podría incluir la perspectiva de género de los hombres en los proyectos de cooperación al desarrollo?
Dado que las relaciones de género miden la situación de poder en la interacción entre hombres y mujeres, es lógico apuntar la necesidad de incluir a los hombres en el trabajo por la equidad de género, aunque sólo sea por la necesidad de que cambien a fin de avanzar en el empoderamiento de las mujeres. La conclusión inmediata que se extrae de la socialización sexista (y la más evidente desde que el feminismo la puso encima de la mesa hace 200 años) es que sitúa al hombre en una situación de privilegio sobre la mujer, que empapa todas las capas de la estructura social, política, económica, etc. Pero esta socialización exige también a los hombres pagar un alto precio. Quienes trabajamos en las nuevas masculinidades estamos tratando de identificar los costes de estos privilegios y desmontarlos. Promulgamos esa labor de deconstrucción para todos los hombres porque supone ampliar las capacidades de desarrollo humano, y es un complemento necesario para el empoderamiento de las mujeres. Los compañeros que están en el Grupo de hombres de la Cooperación al Desarrollo están llevando a cabo diferentes iniciativas en el Norte y en el Sur en esta línea, pero aún es pronto para hablar de resultados.
¿Qué debéis cambiar los hombres en vuestras formas de participación y organización social?
El traslado involuntario y poco o nada consciente de muchas formas de la masculinidad hegemónica al campo de la Cooperación. Maneras de hacer, de ser, de comportarnos, de relacionarnos…En el tiempo que llevamos trabajando en este grupo de hombres de las ONGD hemos ido identificando oportunidades para el cambio: las dificultades para expresar y gestionar emociones, la ambición por ocupar el espacio público, el acaparamiento de la palabra y de los espacios de decisión, el modelo idealizado del héroe, la infravaloración del cuidado, el acaparamiento de las mejores condiciones salariales, la conversión incluso dialéctica de valores asociados a la solidaridad o el servicio en términos de conflicto, lucha, batalla, conquista… Creemos en un modelo de masculinidad diferente al imperante, y aunque no sepamos muy bien cuál es ni cómo lo vamos a poder alcanzar, este proceso de construcción de una masculinidad nueva, apoyado por el contraste con las compañeras (las de vida y las de las ONGD) nos ayudará a convertirnos en hombres más cercanos a la igualdad.
Los valores asociados a la cooperación al desarrollo (solidaridad, altruismo, cuidados...) no son los asignados tradicionalmente a los hombres. ¿Es éste un ámbito fértil para reforzar modelos de masculinidad igualitarios?
Los datos reflejan que los hombres estamos cada vez más presentes en el sector de la Cooperación desde que empezó a profesionalizarse y constituirse en una salida laboral. Pero sigue habiendo mucha diferencia en la participación de mujeres y hombres en el voluntariado, y los puestos y labores que asumen unos y otras están claramente vinculados a la división sexual del trabajo. La tendencia general es que a ellas les mueve la idea de servicio a la sociedad y a ellos la de relevancia social y distinción comunitaria. Partiendo de esta reflexión, ¿puede la cooperación al desarrollo construir una masculinidad diferente sin caer en los errores de repetir modelos tradicionales y repartos de roles que de alguna manera reproducen y perpetúan la desigualdad? Creo firmemente que sí, pero para ello es necesario que los hombres empecemos a interesarnos por las cuestiones de género, desde lo personal, desde el cambio, desde la valiente apuesta de estar abiertos a cuestionar el modelo de masculinidad que seguimos.
Pese a ser un sector feminizado, en la cooperación al desarrollo sigue existiendo el techo de cristal para las mujeres.
Sí, es un hecho constatado en investigaciones y publicaciones de la Coordinadora de ONGDs y su Grupo de género. Somos reflejo de la sociedad y el patriarcado no ha hecho la vista gorda con nuestro sector. El tema laboral, y en general todo lo relativo a la estructura organizativa, han sido temas tabúes durante mucho tiempo. Ha sido precisamente el Grupo de género quien ha empezado a poner encima de la mesa estas inequidades “dentro de casa”. Hay muchos hombres formados en género que no han llevado a cabo una reflexión personal de las implicaciones que tiene la socialización sexista en su vida diaria. Esto conduce a repetir conductas y comportamientos aprendidos, considerados neutros o naturales, y a reproducir los esquemas de dominación y desigualdad que vemos con claridad fuera de nuestra esfera personal y organizativa. Sólo hay un camino para romper el techo de cristal: el cambio personal de los hombres, su transformación hacia una nueva masculinidad.
Entrevista a Paco Abril:“El cuidado está desprestigiado, entre otras cosas, porque no se cuantifica económicamente”
Solo el 10% de las parejas en las que ambos miembros trabajan fuera de casa comparten por igual las tareas domésticas y de cuidado de hijos e hijas en el estado. Según Paco Abril, sociólogo e investigador en temas de género y masculinidad de la Universidad de Girona, la participación de los hombres es “bajísima”. Sin embargo, durante los años ha apreciado un cambio de tendencia, que aunque lento, apunta hacia una mayor participación de los hombres en dichas tareas.
¿Cómo son los hombres que se implican en las tareas domésticas y de cuidado?
A partir de un estudio sobre los usos del tiempo, hemos definido tres tipos de perfiles de hombres, según su implicación en estas tareas. Por una parte, están los hombres que representan la masculinidad hegemónica o tradicional, que están todavía muy centrados en el trabajo productivo, y cuya participación en tareas domésticas y de cuidado es escasa. Por otra parte, están los hombres que negocian, que son cada vez más: son jóvenes y forman parejas donde ambos trabajan; precisamente a raíz de que las mujeres trabajan fuera de casa, se establecen unos acuerdos que implican que ellos participen más. De todas formas, estos hombres no son igualitarios del todo, porque la participación es menor de lo que les corresponde, sobre todo en cuanto a tareas domésticas; creo que tiene que ver con esos valores sociales según los cuales el trabajo reproductivo corresponde a las mujeres, sobre todo algunas tareas. También hay diferencias en la calidad de los tiempos.
Por último, habría un tercer grupo muy minoritario (del 2 al 5% de la población masculina) llamado resistente al modelo hegemónico o tradicional, formado por hombres que dan mucha más importancia, al menos durante un periodo de su vida, al cuidado y a las tareas reproductivas, y no a su carrera profesional o productiva. Y en este grupo habría varios perfiles: hombres cuyas parejas tienen mejores trabajos y deciden hacerse cargo ellos, hombres que trabajan en la administración pública y tienen más facilidades para conciliar que sus parejas que trabajan en el sector privado, u hombres que deciden vivir activamente la paternidad; independientemente de los factores anteriores, quieren dedicarle tiempo a sus hijos, y reducen su horario laboral por voluntad propia. Ése último es el rol más igualitario.
¿Qué factores ayudan a que un hombre tome conciencia?
Hay varios tipos. Por una parte, la legislación puede ayudar a estos cambios. Por ejemplo, en los países nórdicos, que es donde más tiempo llevan implantados los permisos de paternidad exclusivos para hombres, se han dado cuenta de que eso implica una mayor conexión de los hombres con el cuidado de los hijos y, por tanto, con la esfera reproductiva. Por otra parte, están los factores de crisis personal: algunos hombres, con el divorcio, los problemas de salud u otros cambios de situación no esperados, se replantean su vida y sus prioridades. También la paternidad es un momento importante de cambio, sobre todo con el primer hijo. Y por último, el contacto con las ideas feministas es otro factor; los hombres más igualitarios han tenido ese contacto, porque sus parejas han sido feministas, o porque han estudiado el tema.
¿Qué peso tiene que la identidad masculina esté tan ligada al trabajo?
En la construcción de la masculinidad, el trabajo es un núcleo importantísimo en la vida de los hombres. De hecho, cuando los hombres pierden el trabajo (por estar en paro o jubilarse), es un momento importante de crisis y replanteamiento de valores. Según nuestros estudios, los hombres jubilados, al perder la conexión con la identidad del trabajo cambian mucho, quizá no sus valores, pero sí sus prácticas, que son más igualitarias, porque se replantean tener más tiempo para ellos, para su salud, e incluso empiezan a cuidar a sus nietos, cosa que no habían hecho con sus hijos. También otros hombres se cuestionan esto de forma voluntaria, por ejemplo, si trabajan muchísimas horas y el estrés les hace darse cuenta de que la vida no es solo eso, y que es importante cuidar a los hijos, la pareja, padres... Pero no pasa en la mayoría de los hombres, porque tenemos muy interiorizado que si no trabajamos hemos fracasado en la vida, o que trabajar fuera de casa y ganar dinero es una forma de cuidar a la familia. Hay mucha presión en este sentido.
Los hombres y las mujeres gestionan de manera diferente los tiempos. ¿Cómo afecta esto a los cuidados?
En general, el tiempo de los hombres está más centrado en lo productivo, en lo externo, en lo público, con todo lo que implica no solo en el trabajo, sino también en la calle, el deporte… Las mujeres, sin embargo, tienen la llamada doble jornada: no solo tienen el trabajo reproductivo, que no han dejado de hacer, sino que ahora también tienen el trabajo productivo. Los hombres asumen solo la parte productiva y muy poco la reproductiva, por lo tanto, están más tranquilos y tienen más tiempo para el ocio o para ellos mismos. El problema es que no hay una justicia en cuanto al trabajo reproductivo, porque es un trabajo necesario de hacer, y no se ha repartido; seguimos en el modelo antiguo en el que la mujer asume casi al 100% ese trabajo, y cuando la sociedad cambia y la mujer entra en la doble jornada, surge el conflicto.
Incluso cuando los hombres cuidan, mantienen un tiempo y un espacio personal fuera de la familia. Parecen no tener ese sentimiento de culpabilidad de las cuidadoras cuando disfrutan de un rato de ocio.
Para los hombres es mucho más fácil salir, tener su ocio y sus relaciones fuera de casa, porque sus roles han estado enfocados hacia lo público, mientras que las mujeres han vivido en el mundo privado, en el hogar, y salir de ahí es difícil; es una cuestión de mentalidad y de generaciones. Yo creo que las mujeres tienen que hacer un trabajo ahí, de no sentirse culpables y de conquistar su tiempo personal.
Para las mujeres el cuidado es un deber moral, que viene dado. ¿Qué es para los hombres?
Los hombres no tienen esa presión moral, porque no se les ha exigido nunca que cuiden, todo lo contrario: antes, un hombre que cuidaba era tachado de homosexual. Por eso, para los hombres el cuidado es algo más voluntario, que está vinculado a una satisfacción personal: ‘cuido y me siento bien, porque dedico tiempo a mis hijos, mi pareja y a mí mismo’.
En ese caso, ¿hay diferencias entre cuidar a hijos e hijas, y cuidar a personas en situación de dependencia?
Sí. Si la participación de los hombres es baja en el cuidado de hijos e hijas, lo es más en el cuidado de mayores. Es un trabajo que asumen las mujeres. Ahí se ve que los hombres tienen que sensibilizarse no solo respecto al cuidado de los hijos, sino también de los mayores, de sí mismos, del entorno…
¿Cómo es la calidad de los cuidados? Los hombres que se implican, ¿han dado el paso a organizar las tareas domésticas y cuidados, o se limitan a colaborar?
La mentalidad de muchos hombres de perfil negociador es de participar o ayudar, más que de implicarse al 50%. Y no solo se cuantifica en el tiempo que dedican a tareas o cuidados, también en el tipo de trabajo: hay más participación de hombres en la cocina, pero no tanto en tareas de limpieza, que siguen asumiendo las mujeres. También se ve en el cuidado de los hijos: las mujeres asumen los cuidados básicos (dar de comer, bañar, vestir, comprar…), y los hombres están asumiendo mayoritariamente los cuidados de calidad, como leer un cuento, jugar, pasear y otras actividades mucho más enriquecedoras.
¿Cuáles son las fases psicológicas de los hombres que cuidan?
Cuando los hombres pasan de una masculinidad hegemónica a una más igualitaria, hay factores internos y externos que les influyen. Una de las fases por las que pasan es un sentimiento de soledad; les llamamos los pioneros solitarios, porque a veces es la primera vez que un hombre solicita en su empresa una reducción de jornada o las horas de lactancia; también a nivel social, cuando van al parque se dan cuenta de que la mayoría son mujeres, y eso les hace sentirse aislados. Posteriormente pasan a la fase de justificar sus acciones: ‘hago esto porque es necesario y porque los hombres tenemos que involucrarnos’.
¿El ámbito laboral sigue siendo una resistencia?
El ámbito público no tanto, porque los funcionarios tienen una serie de derechos, pero en el ámbito privado sí, hay muchas resistencias. Muchos hombres no se atreven a pedir, y muchos hombres que están en puestos de dirección ven mal que otros soliciten una excedencia, porque parece que no les interesa la carrera. Es un hándicap que también tienen las mujeres, pero entre ellas se acepta más. Yo creo que esto está cambiando muy lentamente, pero aún es así: no está bien visto que un hombre pida una excedencia para el cuidado, y puede tener dificultades, incluso burlas.
¿Esto responde a una estructura de trabajo organizada desde un punto de vista patriarcal, donde no se valora el cuidado?
Sí, las empresas funcionan todavía para ganar dinero, sin tener en cuenta a las personas. Y es un error, porque en los estudios que se han hecho en empresas que facilitan que sus trabajadores tengan un equilibrio entre su vida personal y laboral, se ha visto que hay una mayor satisfacción personal y mayor productividad. Es decir, es bueno que haya políticas de este tipo. Al mismo tiempo que las empresas donde hay mayor número de mujeres en puestos de dirección y más diversidad en cuanto a orientación sexual funcionan mejor. Pero los empresarios que manejan ese esquema patriarcal y jerárquico no acaban de entender que la línea va por ahí. Y más ahora en momentos de crisis, cuando se plantea reducir los sueldos, ¿por qué no plantear reducir el tiempo? Eso mejoraría la calidad de vida de las personas y de la sociedad. Todavía pensamos en términos poco modernos y poco atrevidos.
Por tanto, para que los hombres den el paso hacia la corresponsabilidad, ¿hace falta revalorizar el cuidado como un bien público y una actitud vital?
Sí. El cuidado está desprestigiado, entre otras cosas, porque no se cuantifica económicamente. Pero cuidar es bueno, no solo porque cuidas a la persona que lo necesita, sino que también te fortalece como individuo. Por tanto hay que valorizar económicamente y socialmente los cuidados. Y los hombres tienen que empezar por cuidar de sí mismos. En cuanto a la salud, por ejemplo, es increíble: muchos hombres no van al médico, no previenen enfermedades, tienen conductas de riesgo, más adicciones que las mujeres… Y eso es porque no saben cuidarse, o no se les ha enseñado. Por eso es importante empezar a cuidar, quizá por uno mismo, porque si no puedes cuidarte a ti mismo es muy difícil que puedas cuidar de los demás.
Ángel Elías, director de la Escuela de Relaciones Laborales de la UPV:“Algunos valores atribuidos a mujeres tienen que ser para todos y todas, y los hombres estamos en ello”
Ángel Elias se siente “privilegiado” dentro de la universidad, un espacio que le permite meditar sobre los roles de género. Como director de la Escuela de Relaciones Laborales de la Universidad del País Vasco, intenta impulsar reflexiones sobre igualdad y masculinidad, introduciendo la perspectiva de género en los contenidos de los estudios.
¿Qué presencia tienen las mujeres y los hombres en la Universidad del País Vasco (UPV) y en la Escuela de Relaciones Laborales?
Desde hace 10-15 años, las mujeres son mayoría en el alumnado; en cuanto al profesorado, la cantidad de mujeres y hombres es parecido, y entre el Personal de Administración y Servicios también hay mucho equilibrio. Yo diría que estamos llegando a una situación de normalidad, aunque es verdad que hombres y mujeres eligen estudios diferentes, y que, por otra parte, las mujeres son mayoría en los títulos y masters universitarios.
En las listas de la Escuela de Relaciones Laborales también hay mayoría de mujeres, y sobre todo se aprecia en clase, donde son el 70% de las asistentes. En nuestro centro, hemos tenido cuatro directores en veinte años, todos hombres. Actualmente hay cuatro personas conmigo en el grupo de dirección: dos subdirectoras, un subdirector y una secretaria general. Las comisiones están equilibradas, pero la mayoría de representantes y coordinadores de los departamentos son hombres.
¿Se aprecia la influencia de los roles de género en los comportamientos del alumnado?
Yo tengo una percepción limitada, pero aprecio un nivel de normalización alto. Veo muchos grupos mixtos, que tal vez tengan más mujeres, porque ellas son más en cantidad; pero lo que les une es conocerse desde antes o venir de la misma zona. Aún así, no tengo dudas de que los valores y la realidad imperantes en la sociedad y cultura actuales influyen en el comportamiento de mujeres y hombres, pero no parece que los estereotipos sean evidentes, sino que están más debilitados.
¿Qué lugar tiene la perspectiva de género en los contenidos de los estudios?
La perspectiva de género debe trasladarse a los contenidos con transversalidad; el principio de igualdad tiene mucha importancia en nuestra sociedad, y por tanto, debemos intentar tratar el tema no solo a nivel formal, sino en todos los ámbitos, explicando las consecuencias reales que tiene en hombres y mujeres. Este año hemos colaborado con Gizonduz en uno de nuestros masters, y hemos trabajado estos temas durante ocho horas; fue muy interesante discutir durante ocho horas cómo influyen nuestros comportamientos en los riesgos laborales.
¿Qué peso tienen los valores impulsados por el modelo de masculinidad hegemónico ene l ámbito laboral?
Creo que la universidad es un espacio diferente; comparándola con otras organizaciones o empresas, diría que los estereotipos son mucho más débiles aquí, y respecto a la igualdad, los hombres somos más conscientes de los valores que teníamos perdidos, y de lo importante que es, por ejemplo, que expresemos nuestros sentimientos. En el ambiente que tengo alrededor hay menos desequilibrio; somos privilegiados.
Fuera de la universidad la influencia de la masculunidad es más patente, en el propio sistema económico. Pero además de eso, es evidente que la misma estructura crea problemas a las mujeres, sobre todo al ser madres, porque tienen que pasar el embarazo y tener la criatura, aunque compartan las responsabilidades con su pareja. Las mujeres tienen más dificultades para avanzar en su trayectoria profesional. Esa realidad tiene sus consecuencias: no deciden ser madres hasta tener un puesto de trabajo fijo, ya que no es fácil compatibilizar la idea que actualmente tenemos de trabajo y promoción con la maternidad. Eso no pasa con los hombres. El mercado impone sus necesidades por encima de la vida personal o familiar de hombres y de mujeres, pero esto tiene mayor influencia en las mujeres, y por tanto, los hombres consiguen completar una buena carrera profesional con mayor facilidad. Sin embargo, las mujeres optan más por opositar, porque trae seguridad y estabilidad, aunque exija un gran esfuerzo. En principio, todos y todas elegimos nuestro futuro libremente, pero los roles de género están en la realidad, la influencia de esos modelos es evidente.
¿Han asumido los hombres las responsabilidades que trae la paternidad?
Les falta dar un paso más. Pero a nivel cultural ha habido un cambio dentro de las parejas, y comparándolas con generaciones anteriores, hoy es más normal que el proyecto de tener criaturas sea común, en todos los sentidos. Eso también se ve en el ámbito público: hay más mujeres en edad de ser madres en política, deportes… aunque no se llega a la paridad, pero poco a poco estamos mejorando.
¿Cómo influye la masculinidad en los accidentes laborales?
Están totalmente unidos. Esta cuestión pone en evidencia qué tipo de valores impulsa esta cultura, y sobre todo, qué habilidades adquieren (o no) los hombres para buscar el equilibrio en su vida, su autoestima, su felicidad. Por una parte, los hombres ocupan las llamadas profesiones peligrosas, y al mismo tiempo, toman conductas de riesgo; eso se ve muy claramente, por ejemplo, en las actitudes que suelen tener hombres y mujeres al conducir el automóvil. Por otra parte, la mayoría de personas que se suicidan son hombres. Se dice que las mujeres sufren más depresiones, pero al explicar el problema tienen más oportunidades de encontrar la solución. Sin embargo, si no muestras tus sentimientos a ti mismo o al resto, si no tienes capacidad de reconocer o compartir tus problemas, la cuestión queda oculta, y en vez de mejorar va a peor. Todo el mundo tiene defectos y límites, pero eso no tiene que obstaculizar nuestra felicidad; tenemos que aprender a aceptar eso.
Has mencionado la forma de conducir; son habituales las críticas a mujeres, por ejemplo, por ir a velocidad moderada.
Sí, la influencia de los estereotipos es clara en ese ejemplo. Pero hoy día vemos mejor esas características que antiguamente se valoraban de forma negativa, y nos estamos dando cuenta de que, por ejemplo, no tenemos por qué conducir a velocidades excesivas, porque tomarse ese riesgo no sirve para demostrar valentía. Esto muestra que algunos valores atribuidos a mujeres tienen que ser para todos y todas; creo que los hombres estamos en ello, poco a poco, haciendo nuestros esos valores, aprendiendo a estar a gusto y ser felices cada uno en su realidad. En cualquier caso, la perspectiva de género nos tiene que llevar a observar el carácter de cada persona, y no a percibirla según su sexo.
Has sido viceconsejero de Asuntos Sociales del Gobierno Vasco; en esos puestos de responsabilidad tan visibles a nivel social, ¿se juzga de manera diferente el trabajo de hombres y mujeres?
No me atrevo a dar una respuesta contundente. En mi equipo de trabajo del Gobierno había más hombres, pero aún así, yo sentí que se valoraba a cada persona como tal. Hoy es cada vez más normal la presencia de las mujeres en la política. En esos puestos de responsabilidad puede haber algunos modelos, pero creo que vienen por el propio cargo y el nivel de exigencia. Tradicionalmente han sido hombres quieres han ocupado el poder, y puede que prevalezcan los modelos masculinos, pero sobre todo al comunicar, motivar, sentirnos cercanos al resto, deberíamos cambiar esos cánones, como antes he dicho, apropiándonos de los valores atribuidos a mujeres. En cualquier caso, cada persona gestiona esas circunstancias a su manera; y si le damos una vuelta a esa situación nos daremos cuenta de que las mujeres tendrán más facilidades para desarrollar algunas características.
Maribel Pizarro, directora de Ez:Berdin: “La implicación y el cambio de los hombres es estratégico para las mujeres”
El centro Ez:Berdin nació en abril para educar, investigar y sensibilizar sobre masculinidades y sexismo, de la mano de On:giz Berdintasunaren Aldeko Elkartea, el Grupo de Hombres por la Igualdad en Álava (GHIA), y el Departamento de Juventud y Promoción Social de la Diputación Foral de Álava. Su directora Maribel Pizarro cree fundamental romper con el espejismo de la igualdad, e implicar a los hombres en la lucha por la igualdad de género y contra la violencia machista.
¿Cómo surgió Ez:Berdin?
Ez:Berdin Zentroa surge a partir de la confluencia del trabajo desarrollado durante casi tres años por parte de dos asociaciones: GHIA y On:giz, organización a la que pertenezco. On:giz está formada por mujeres y hombres; surge a raíz de un proyecto desarrollado entre 2006 y 2008 por el Instituto Foral de Bienestar Social de la DFA, el Departamento de Psicología Social de la UPV/EHU y un equipo de formadores con experiencia en trabajo con hombres y género. Uno de los objetivos de dicho proyecto era diseñar la puesta en marcha de una escuela de educación no sexista desde donde trabajar el tema de las masculinidades. A la vez que diseñamos la escuela, las personas que habíamos trabajado en ese proyecto decidimos crear una asociación que tuviera como línea de trabajo fundamental promover la implicación de los hombres en la igualdad y en la lucha contra la violencia hacia las mujeres.
¿Qué objetivos tiene?
Los objetivos de Ez:Berdin son promover la participación de los varones adultos y jóvenes en la consecución de la justicia de género y en la lucha contra la violencia de género; promover un cambio de actitudes y prácticas en los varones que contribuyan a transformar el desequilibrio de poder existente entre hombres y mujeres, en sus relaciones, en sus familias y en sus comunidades; promover entre los varones el cuestionamiento de modelos o patrones de masculinidad injustos y violentos, con el fin de que apuesten por modelos más saludables y no-violentos; promover entre los varones actitudes y comportamientos corresponsables en torno a la paternidad y al cuidado de las personas dependientes; y sensibilizar a la sociedad, a las organizaciones sociales y a las instituciones públicas sobre la importancia de implicar a los varones en la lucha contra la violencia hacia las mujeres y en el logro de la equidad de género.
¿Qué balance haces de nueve meses de actividad?
Mi balance es positivo pero mejorable. Hemos conseguido llevar a cabo todas las actuaciones de sensibilización y formación que teníamos previstas e incluso algunas que no preveíamos, pero todavía tenemos mucho camino por recorrer y por mejorar. Creo que es fundamental llevar a cabo un plan de acción dirigido a generar alianzas con otras organizaciones sociales, incluidas las de mujeres y feministas, así como con las instituciones públicas. Para ello es fundamental explicarles por qué creemos imprescindible trabajar para implicar a los hombres en la igualdad y en la lucha contra la violencia; qué beneficios reporta a las mujeres y a los propios hombres.
Otro aspecto mejorable tiene que ver con la accesibilidad del recurso a todo el territorio de Álava. El hecho de estar ubicado en Vitoria-Gasteiz dificulta su utilización por parte de la ciudadanía, organizaciones sociales e instituciones públicas del resto del Territorio.
Las mujeres llevan décadas trabajando la igualdad. ¿Se han quedado atrás los hombres?
Hasta hace pocos años, salvo contadas excepciones, los hombres (da igual de qué ideología) no han mostrado interés por la igualdad de mujeres y hombres, e incluso podríamos asegurar que estaban en desacuerdo con ella. No hay que olvidar que el patriarcado les otorga una serie de privilegios sólo por el hecho de nacer hombres, aunque algunos también han comprendido que esto no es gratis sino que lleva una serie de contrapartidas: dificultades para contactar y expresar emociones positivas, dificultades para gestionar las relaciones afectivo-sexuales de manera satisfactoria, tener que demostrar y mostrar su hombría… Son algunos de estos hombres, pocos pero cada vez más, quienes a día de hoy están trabajando a favor de la igualdad y contra la violencia machista.
En cuanto a los demás hombres (la gran mayoría), si bien no dispongo de datos contrastados, creo que encontramos diferencias muy marcadas en función de la edad. Entre quienes tienen más de 50 años, muchos se sienten “desorientados”; otros sienten una cierta indignación por “tanta igualdad” (¿hasta dónde quieren llegar las mujeres?, se preguntan); creo que los más mayores opinan que esto va demasiado rápido, que las cosas no se pueden cambiar a tanta velocidad sino que hay que ir poco a poco.
Entre los varones más jóvenes, creo que las opiniones son más igualitarias y que comparativamente a otras generaciones podemos encontrar un porcentaje más alto de hombres a favor de la igualdad y contra la violencia. No obstante, hay bastante trabajo por hacer, porque en cuanto “rascas un poco” aparecen actitudes sexistas y comportamientos machistas, sobretodo en las relaciones de pareja o en relación a la maternidad y la paternidad.
Me preocupa que los hombres se queden atrás, pero también me preocupa mucho que las mujeres se queden atrás. Digo esto porque el espejismo de la igualdad también les afecta a ellas, sobre todo a las jóvenes. Con esto quiero decir que hay que trabajar con las mujeres y con los hombres. La socialización de género, el sexismo, el machismo deja su impronta en unas y en otros, es la manera que tiene el patriarcado de sobrevivir a lo largo de los siglos a pesar de los cambios políticos, económicos y culturales. Como dice Celia Amorós, se trata de un sistema “metaestable”.
¿Ese espejismo de la igualdad, la idea generalizada de que está todo conseguido, complica más la labor de formar a hombres?
Complica la labor de formar a hombres pero también a mujeres, sobretodo a los y las jóvenes. El espejismo de la igualdad muchas veces se produce por ignorancia, por no disponer un espacio de reflexión para contrastar esta creencia, porque es lo que se transmite de los medios de comunicación, o desde personas que son modelos de referencia. Pero también a veces es un recurso que algunos utilizan para que las cosas no cambien más, porque para alcanzar la igualdad real es necesario remover, cambiar y transformar el orden establecido… y eso asusta, da miedo.
Por eso creo que aun reconociendo los avances que en este tema hemos conseguido, también es necesario abrir las consciencias hacia ámbitos donde todavía no puede hablarse de una igualdad real. Es necesario hacerles conscientes de los estereotipos y prejuicios sexistas que están presentes en numerosas actitudes, comentarios, comportamientos de su vida cotidiana, de sus relaciones con las mujeres y con los propios hombres que no siguen la norma, el modelo de masculinidad hegemónico. Es necesario que reflexionen sobre las relaciones de poder y sobre el potencial de violencia que los hombres llevan. También creo necesario que entiendan el origen de todo esto porque ellos también son un producto del orden patriarcal.
Para acabar con las desigualdades es necesario implicar a los hombres. ¿Hay resistencias ante esta afirmación?
Más que resistencias yo diría que dentro del movimiento feminista hay un sector (social, académico e institucional) que es muy crítico y está en desacuerdo con invertir recursos económicos en implicar a los hombres en la igualdad; otros sectores están de acuerdo pero con condiciones: por ejemplo, que no se destinen a los hombres recursos provenientes de partidas dirigidas a las mujeres, o que esto no suponga invisibilizar el trabajo y las reivindicaciones del movimiento feminista y las mujeres.
También creo que hay hombres (algunos incluso organizados, antifeministas, pro derechos de los hombres…) que rechazan a aquellos hombres que se posicionan a favor de las tesis y reivindicaciones feministas, a favor de la igualdad. Y están quienes consideran que los problemas de la igualdad son problemas de las mujeres, y observan con incredulidad o con desconfianza a hombres que defienden la postura de implicar a los hombres.
¿Cómo hay que trabajar y revisar la masculinidad y los roles de género con los hombres?
Creo que no hay fórmulas mágicas ni tampoco exclusivas. Creo que las campañas de sensibilización con mensajes breves y claros actúan como llamada de atención, como algo que puede abrir la puerta al debate entre la gente o a reflexiones a nivel particular. Por su parte, los programas educativos cubren una etapa determinada (infancia temprana, media, adolescencia) y permiten una reflexión mas pausada, más constante, más adaptada a las situaciones cotidianas que pueden producirse en el aula o en el centro educativo; por tanto, pueden ayudar a intervenir en etapas de los hombres donde su identidad, su masculinidad se está construyendo.
En On:giz trabajamos más con hombres a partir de los 25 años, y creo que para trabajar y revisar la masculinidad y los roles de género de hombres con estas edades es necesario llevar a cabo programas que trabajen a nivel ideológico, actitudinal, emocional y comportamental si queremos que tenga resultados significativos en su relación de pareja, en la vivencia y expresión de la paternidad, en su relación con las mujeres y con otros hombres…
¿Hay un solo modelo de masculinidad compatible con la igualdad?
Si partimos de que entre los hombres existe una amplia diversidad, y aceptarla, respetarla es fundamental para reconocer “a la otra persona” como un igual, creo que no es bueno que existan modelos. Soy más partidaria de que se promuevan valores y comportamientos compatibles con la igualdad, como son el respeto a la vida, la diversidad (de genero, de etnia, sexual, funcional), la equidad, el compromiso, la corresponsabilidad… Si desde todos los agentes socializadores se promovieran y transmitieran este tipo de valores, estoy convencida de que habría diversas maneras de sentirse y expresarse hombres compatibles con la igualdad.
¿Hay que trabajar de manera distinta con los hombres dependiendo de su edad?
Creo que como en cualquier otro tema, la edad de las personas o la etapa evolutiva en la que se encuentran tiene que ser un aspecto fundamental a tener en cuenta a la hora de diseñar una intervención. El desarrollo cognitivo, emocional, afectivo no es el mismo en la infancia, en la adolescencia o en la etapa adulta, lo que condiciona de manera notable la capacidad de las personas para reflexionar, debatir o profundizar, en este caso, sobre la igualdad. Tampoco el lenguaje, los códigos con los que se expresan, los significados que otorgan a las situaciones o personas, son iguales, ni tampoco los temas que les preocupan. Sus necesidades e intereses son diferentes. La etapa evolutiva tiene que tenerse en cuenta tanto en los temas que se van a abordar como en la manera de abordarlos. No obstante, además de la edad, hay que tener en cuenta otras variables cuando se trabaja con los hombres como son la etnia, la religión, si hay alguna discapacidad, la clase social, el nivel académico… Al igual que las mujeres, los hombres también son un grupo heterogéneo y por tanto la diversidad debe ser un principio fundamental que guíe el diseño de las actuaciones.
Varios estudios afirman que los y las jóvenes no detectan comportamientos machistas. ¿Es esto especialmente preocupante?
Tan preocupante como que la gente de 30, 40, 50 no los detecten. No obstante, me parece comprensible que la gente joven no sea capaz de detectar comportamientos machistas porque ¿quién les ha hablado de todo esto? ¿La escuela, la familia, los medios de comunicación, la iglesia? No olvidemos que tres instituciones son agentes socializadores de género. Producen, reproducen, mantienen y justifican el sistema sexo-género, tienen el “cometido” de mantener el orden patriarcal. Por eso para que la gente joven incorpore y desarrolle actitudes y comportamientos igualitarios es necesario que se lleven a cabo programas de coeducación desde las escuelas, desde espacios de tiempo libre o desde cualquier otro ámbito donde se pueda llegar a este sector de la población. Esto se hace, pero no en cantidad ni en intensidad suficiente como para producir el cambio que deseamos. Como no quiero parecer tremendista me parece importante subrayar que la mentalidad de la gente joven no es la misma que hace 25 años, porque todos los avances que se han ido produciendo en nuestra sociedad tienen un reflejo positivo en la juventud actual. Sin embargo, me preocupa mucho el tipo de relaciones afectivo-sexuales que establecen, los papeles que chicas y chicos adoptan en sus relaciones, la “microviolencia” en la vida cotidiana… Aquí hay todavía mucho que hacer. Si no se trabaja más la igualdad con la gente joven, es probable que cuando entren en la etapa adulta, en el mercado laboral, la maternidad, la paternidad, se repitan modelos de relación que durante tanto tiempo llevamos intentando cambiar.
También entre las jóvenes se observa una tendencia a "copiar" roles masculinos, porque, por ejemplo, un comportamiento agresivo les aporta cierto prestigio social. ¿La solución pasa por desprestigiar ese tipo de valores?
Yo no diría que los comportamientos agresivos son un valor en sí mismos, sino que parece que el estilo de comunicación imperante en nuestra sociedad es el agresivo. Esto también afecta al modelo de mujer joven o de adolescente que se transmite: objeto que seduce, sexualmente proactivo, dominante… en lugar de persona asertiva que expresa sus propios sentimientos, necesidades, derechos, opiniones, siempre respetando los derechos de las demás personas.
En relación a que las jóvenes tienden a copiar roles atribuídos a hombres, creo que es así porque nuestra sociedad es androcéntrica y sexista, y en este marco lo que tiene valor es aquello que refleja el modelo hegemónico masculino. Este fenómeno también lo observamos entre mujeres adultas, por ejemplo en el ámbito laboral, porque la cultura organizacional de las empresas suele ser masculina, y por tanto, las personas que quieran alcanzar ciertos cargos tienen que adoptar los valores, actitudes y comportamientos acordes con la misma; sino no se toparán con el famoso techo de cristal.
En cuanto al desprestigio, creo que hay actitudes, roles atribuidos a los hombres que son positivos, y roles atribuidos a las mujeres que también lo son. Creo que educar a las personas para que libremente adopten unos y otros puede contribuir a que vivamos en una sociedad más igualitaria, libre de violencia, donde las personas se sientan más satisfechas dentro de su piel.
El movimiento de hombres por la igualdad en la CAV es bastante joven. ¿Cómo va la construcción de redes y alianzas?
Yo diría que va bastante bien, pero es necesario mantenerse alerta. Yo empecé a trabajar en temas de masculinidades en el 2006 y creo que en estos tres años largos los avances han sido importantes, numérica y cualitativamente. No obstante, sabemos que construir alianzas y redes es lento y no es algo lineal, sino que pasa por altibajos. Creo que ahora Gizon Sarea (Red hombres por la igualdad del País Vasco) está en un buen momento: actúa como aglutinadora de los diversos grupos formales, informales y de hombres individuales que tienen ganas de contribuir a la igualdad de las mujeres y los hombres. Como en cualquier movimiento, el de los hombres también requiere de personas que lideren con espíritu transformador y democrático, hombres comprometidos en lo ideológico y en las acciones. También es importante seguir generando acciones que ayuden a que otros hombres se impliquen.
¿Crees que Gizonduz ha abierto las puertas a otras iniciativas similares y a la participación de los hombres en la igualdad?
Creo que Gizonduz puede servir de buena práctica para que desde otras Comunidades Autónomas se siga en la misma línea o parecida. También creo que ha realizado actuaciones simbólicas que pueden hacer a que haya hombres que empiecen a pensar en estos temas, o que hagan sentirse menos solos a aquellos hombres que están a favor de la igualdad de mujeres y hombres y en contra de la violencia machista. Y a través de las acciones formativas realizadas se ha generado un clima propicio para la participación.
De todos modos, las transformaciones más profundas no suelen venir de lo institucional sino de la propia sociedad. Desde mi punto de vista, esto requiere de una apuesta más contundente por parte de las instituciones públicas, de las organizaciones sociales y de otros sectores comunitarios para contribuir a que los varones se impliquen en la construcción de una sociedad más justa y equitativa. Para ello es necesario que destinen recursos específicos, sin que ello afecte negativamente a los recursos destinados a favorecer el empoderamiento de las mujeres, ni a sus derechos. Es necesario que en sus programas y en sus políticas incorporen la perspectiva de género, lo que implica trabajar con las mujeres y con los hombres. Cada vez estoy más convencida de que trabajar en la implicación y el cambio de los hombres es estratégico para las mujeres, además de reportar beneficios para los hombres.
María Silvestre Cabrera, Directora de Emakunde - Instituto Vasco de la Mujer: “La lucha por la igualdad es una cuestión que afecta a mujeres y a hombres”
El nombramiento de María Silvestre como directora de Emakunde ha abierto una nueva etapa en el Instituto Vasco de la Mujer. Socióloga de formación, es Doctora en Ciencias Políticas y Sociología, y ha sido decana de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Deusto entre los años 2004 y 2009, así como directora del Máster en Intervención en Violencia contra las Mujeres organizado por la Universidad de Deusto con la colaboración de Emakunde desde su creación en 2003. María Silvestre repasa en esta entrevista los principales retos de Emakunde en esta legislatura y reflexiona sobre el papel de los hombres en la consecución de la igualdad.
Lleva ya unos meses al frente de Emakunde. ¿Cuáles son las líneas estratégicas que pretende impulsar en esta legislatura?
Tenemos tres grandes objetivos que son insoslayables. Elaboración del V Plan de Igualdad para la legislatura. Ya estamos en ello y estamos iniciando un proceso consultivo con unidades de igualdad, asociaciones, administraciones forales y locales, así como una ronda con consejeros y consejeras. Por otro lado, está la evaluación de la Ley para la igualdad. Hasta la fecha se han realizado dos evaluaciones parciales, una en noviembre de 2006 y otra en febrero de 2009. Consideramos que sería de sumo interés que la evaluación final pudiera recoger un análisis sobre el impacto de género de los presupuestos públicos, para tratar de establecer si la ley ha modificado algo el impacto de los presupuestos en la vida de las mujeres. Y, en tercer lugar, otra de las prioridades es avanzar en el cumplimento de la Ley para la Igualdad. Al mismo tiempo, Emakunde se plantea para los próximos años unos retos en sectores clave como el empoderamiento de las mujeres y su participación en la vida política y económica; la conciliación y la corresponsabilidad; la educación; la prevención de la violencia; y el impulso de la relación con la ciudadanía y el movimiento asociativo y otros organismos de igualdad del Estado.
En los últimos años, el cambio y avance en las mujeres hacia la igualdad ha sido evidente, sobre todo en lo que a la presencia en los espacios públicos se refiere. ¿Dónde considera que han estado los hombres mientras tanto? ¿Se han producido cambios al mismo nivel?
Considero que la lucha por la igualdad es una cuestión que afecta a mujeres y a hombres puesto que la igualdad es una reivindicación social que afecta a todos y cada uno de los ámbitos sociales, económicos, culturales y políticos. La lucha por la igualdad y el trabajo para su consecución debe ser una labor de toda la sociedad en su conjunto, con un protagonismo importante de aquellas personas que tienen la capacidad de tomar decisiones y de propiciar los cambios sociales.
Más de trescientos hombres se han formado en temas de igualdad desde la iniciativa Gizonduz de Emakunde ¿Cómo valora el hecho de que sea cada vez mayor el número de hombres interesados en las cuestiones de género e igualdad?
Mi valoración es completa y absolutamente positiva. Creo que uno de los grandes debates a los que asistimos actualmente en el seno de la lucha por la igualdad es como hacer partícipe a la sociedad en su conjunto de su consecución y cómo garantizar la transversalidad en su impulso. Creo que es muy positivo que no se asocie el género únicamente con las mujeres o con lo femenino, sino también con los hombres y con lo masculino.
Emakunde ha sido pionera en la incorporación de los hombres a las políticas de igualdad. ¿Qué aportes realiza Emakunde a través de la iniciativa Gizonduz en ese sentido? ¿En qué crees que puede contribuir Gizonduz al cambio en los hombres hacia posiciones más igualitarias y pacíficas?
Considero que el que una institución como Emakunde visualice ante la sociedad la importancia de la implicación de los hombres en la lucha por la igualdad refuerza la acción social por la igualdad realizada por estos movimientos sociales y permite que se generalice dicha práctica y que sea vista con normalidad y como positiva, propiciando su crecimiento y difusión.
Miguel Lorente Acosta, Delegado del Gobierno español para la Violencia de Género:“Combatir la violencia exige contar con nuevas referencias de qué es ser hombre”
Miguel Lorente es una de las voces masculinas más autorizadas en la lucha contra la violencia hacia las mujeres. El hecho de que la ministra de Igualdad Bibiana Aído nombrara a un hombre como delegado para la violencia de género marcó un hito y reveló la intención del Ministerio de promover la implicación de los hombres a favor dela igualdad. Lorente aporta a su trabajo contra la violencia su formación como forense. Además, ha publicado recientemente un libro titulado Los hombres nuevos. Los miedos de siempre en tiempos de igualdad, en el que describe los rasgos del machismo contemporáneo.
¿Qué balance haces de las medidas dirigidas a hombres que ha impulsado el Ministerio desde su creación?
Lo importante y novedoso es que, desde la primera comparecencia de la ministra en el Parlamento para explicar su programa, se planteó que la prevención de la violencia de género es fundamental, y que pasa por incorporar la masculinidad a las políticas de igualdad. Porque todavía se piensa que hablar de igualdad es hablar de mujeres. Aunque el objetivo sea corregir las situaciones de desigualdad en las que se siguen encontrando mujeres, hay que incluir a los hombres con políticas en las que se identifiquen. Así se evitará que pongan resistencias a los avances y que la igualdad se traduzca en un espacio común de convivencia.
¿Qué políticas públicas se pueden diseñar para prevenir conductas violentas por parte de los hombres?
Se trata de incorporar valores de igualdad, lo que supone renunciar a muchos factores sobre los que se viene construyendo la identidad masculina, y que se traducen en actitudes y comportamientos violentos. Hay que recordar que la violencia no es sólo el golpe ni surge de la nada, sino que parte de pensar que se puede dominar a la mujer partiendo de una posición de poder sobre ella. Si entiendes que tienes ese poder, vas a utilizar la violencia -ya sea el golpe o la humillación- en aquellas circunstancias en las que la consideres el instrumento más eficaz. Combatir esas prácticas requiere contar con nuevas referencias de qué es ser hombre y apartar conductas nocivas. Todavía se justifican con que un hombre es un hombre. Por ejemplo, cuando hay una entrada violenta en el fútbol, se argumenta que es que es un deporte de hombres. O cuando en la obra se transmiten mensajes como “levanta este saco de cemento si tienes huevos”.
Los mensajes de las campañas suelen ir dirigidos a las mujeres, para que denuncien o pidan ayuda. ¿Qué mensaje habría que dirigir a los hombres?
Tolerancia cero. Que no se identifiquen, que no justifiquen ni minimicen las conductas violentas. Que no las presenten como propias de un conflicto de pareja. Los conflictos están ahí; nadie los niega. No se trata de dar la razón a las mujeres y de demonizar a los hombres, sino de incidir en que no hay que resolver los problemas de manera violenta, sino de forma pacífica o, si no es posible, recurriendo a las instituciones competentes. Cuando se dan otro tipo de problemas, por ejemplo en el ámbito laboral, se recurre a tribunales o sindicatos. En cambio, con la mujer en seguida se tiende a la violencia, porque se piensa que es como un hombre tiene que actuar y porque se saca una ventaja de ello. Un hombre no maltrata a una mujer para acabar con la relación, sino para mantenerla bajo el patrón de la desigualdad.
¿Cómo se puede lograr implicar a los hombres que ven la violencia como un problema ajeno y aislado?
Las palabras clave son informar y concienciar. A la hora de presentar medidas de prevención, no basta con explicar para qué son sino porqué se plantean. Hay que romper que con la idea de que la desigualdad no es problema del hombre. En las respuestas del CIS, se ve que el 3,7% de mujeres cita la violencia de género entre sus preocupaciones, frente al 1,5% de los hombres. Que ante un problema tan dramático la percepción sea tan diferente muestra que algo va mal con los hombres, y no es una cuestión biológica. Hay que explicarles que no basta con que ellos no sean violentos con sus parejas, porque el hecho innegable es que ya hay violencia en la sociedad. No podemos mantener una actitud pasiva ante esa realidad.
¿Cuál puede ser la contribución de esos hombres a la lucha contra la violencia?
El primer paso es no entrar en el juego de las banalizaciones, los chistes y las ridiculizaciones de todo lo ligado a la igualdad. Deben velar porque no haya una actitud frívola sobre lo que significa violencia. Tienen que comprender que medidas a favor de la igualdad como la igualación activa -la mal llamada discriminación positiva- no están pensadas para fastidiar a los hombres. Que se olviden de que todo lo que se hace por la igualdad es para perjudicar a los hombres. Se trata de iniciativas para mejorar la convivencia, con las que ellos también ganan. Pueden entender que pierden alguna ventaja, pero que se rompa la dinámica de los roles hombre-agresor y mujer-víctima será positivo para ellos también. Deben mantener una actitud crítica contra la violencia. Hombres que se han posicionado y que incluso han intervenido para parar agresiones, como Jesús Neira [el hombre que estuvo en coma a consecuencia de la paliza que le propinó un agresor que estaba maltratando a su compañera en plena calle], son importantes porque ayudan a que otros sigan su estela.
Cita a Neira, pero la respuesta social a ese tipo de actuaciones plantea una paradoja: se eleva a estos hombres a la categoría de “héroes”, un icono precisamente del modelo de masculinidad hegemónico.
Es cierto que el héroe es una figura clásica del patriarcado. Pero tiene sentido que se utilice porque se trata de actitudes extraordinarias y de enfrentamiento. La gran heroicidad de los hombres como Neira o Pablo Urtizberea [al intentar socorrer a Yasmin, mujer asesinada en Irún por su ex compañero, fue apuñalado por éste] radica en su normalidad, en que no se consideran héroes sino que recalcan que hicieron lo que tenían que hacer y que lo volverían a hacer. Nos faltan referentes en positivo, por lo que es bueno llamar la atención sobre estos hombres que actúan de forma directa para prevenir una agresión. Actitudes como las de Neira y Urtizberea ayudan a aproximar a los hombres al problema y a que lo asuman como una cuestión social. Hay que romper con la pasividad de los hombres que piensan que la igualdad es cosa de mujeres y también con la actitud paternalista y compasiva de “pobrecilla, vamos a ayudarla”. Tal vez habría que sustituir el concepto heroicidad por el de actuación ejemplarizante.
Se sigue cuestionando el concepto de violencia de género como un fenómeno diferenciado a otros tipos de violencia doméstica. ¿Cómo se puede construir un consenso social?
No se trata de consenso, sino de conocer el significado del concepto. Es como si alguien se empeña en cuestionar que la hepatitis y la hepatopatía son enfermedades diferentes. La gente confunde el escenario con las diferentes circunstancias. En un mismo escenario, como puede ser el doméstico, las circunstancias marcan la diferencia entre los tipos de violencia. Las circunstancias que distinguen a la violencia de género es que se construye sobre una posición de poder del hombre sobre la mujer, que deja a esta invisibilizada y que facilita que la agresión se justifique socialmente. Eso es así. Otro tema es que haya casos en las que una mujer utilice sobre su compañero una violencia similar desde una posición de poder. Es inaceptable y sancionable, pero no tiene el factor añadido de la desigualdad de género, que explica el agravamiento de las penas cuando el agresor es el hombre y la agredida la mujer.
¿A qué atribuyes la sentencia que califica violencia de género a la que se dio en una pareja de lesbianas?
Parece que es un error material: la sentencia confundió los conceptos violencia doméstica y de género, ya que los iba alternando. Espero que el proceso judicial lo aclare.
Recientemente, la prensa publicó el caso de un hombre que asesinó al novio de su ex compañera. ¿Cómo hay que abordar esas agresiones ligadas a la violencia de género?
En mi primer trabajo sobre violencia de género, a finales de los años 80, una de las principales características que definí es que se trata de una violencia extendida. Se dirige especialmente contra los hijos e hijas, porque viven en un ambiente violento, y contra aquellas personas que el agresor considera que dificultan su objetivo de dominar y controlar ala mujer. Hay que recordar que el fin último es ese, no el de dañarla, y para cumplirlo tiene que lograr que ella permanezca junto a él. Todos los años hay algún caso de agresiones alrededor de la mujer maltratada: contra la madre, las nuevas parejas e incluso los hijos. El año pasado, cuatro menores fueron asesinados en ese contexto. La protección a las víctimas tiene que tener en cuenta esa cualidad. De hecho, la Ley recoge medidas, como que sean los hijos e hijas y no los asesinos, quienes cobren la pensión de viuedad. La sentencia lo completa, estableciendo indemnizaciones. Aún así, queremos revisar hasta dónde llegan esas grietas para ver qué nuevas medidas garantizar.
En tu último libro has acuñado el concepto “postmachismo” para definir el machismo contemporáneo, más sutil y sibilino.
Vemos postmachismo a raudales. Representa una posición intermedia entre el machismo tradicional y la lucha activa por la igualdad, encabezada por el feminismo. Se revisten de legitimidad defendiendo su neutralidad, negando una posición ideológica. Hablan en nombre del bien común y recurren al cientificismo, legitimando sus opiniones con datos y elementos supuestamente empíricos. Un ejemplo paradigmático es el SAP [Síndrome de Alienación Parental]: se supone que es un concepto científico y no una idea u ocurrencia, aunque en realidad no haya una posición unánime dentro e la ciencia. Y habla de alineación parental, un concepto aparentemente neutro, ya que no tiene por qué referirse a la madre. Pero, curiosamente, nace del “síndrome de la madre maliciosa” y en la práctica es muy fácil de aplicarla a la madre, que es la que suele tener la custodia. Así, el discurso es que la madre es perversa, mientras el padre se ha desvivido trabajando (fuera de casa, claro) y se queda sin derechos.
Pones también como ejemplo la obsesión con las denuncias falsas de malos tratos.
Es otro paradigma del postmachismo. Es cierto que el 30% son absolutorias, pero eso no significa, como dicen, que sean falsas, sino que no ha habido suficientes pruebas como para condenar. Los postmachistas ridiculizan sistemáticamente medidas a favor de la igualdad, como el teléfono para hombres puesto en marcha por el Ministerio de Igualdad. Evitan entrar a analizar por qué se proponen esas medidas: porque existe una desigualdad y porque es una cuestión de justicia social erradicarla. Además, existen hombres trabajando a favor de la igualdad, cuestionando el modelo imperante de masculinidad, que nos piden ese tipo de acciones. En la línea de atención al ciudadano, las peticiones de hombres que quieren hacer cosas a favor de la igualdad ha aumentado en un 62,4%.
Aznar dice que es bochornoso que ahora se nos diga cómo ser hombres. Yo no digo cómo serlo sino qué no es ser hombre: la violencia, los privilegios, el poder emanado de una supuesta diferencia biológica. Al postmachismo le preocupa lo que impulsan los propios hombres. Es fácil contestar a las feministas o ningunear su trabajo porque es para ellas, pero sí piensan que si los propios hombres se unen a la causa de la igualdad, estamos perdidos.
¿Cómo pueden los hombres identificar su postmachismo y vencerlo?
Si sienten rechazo o inquietud cuando oyen hablar sobre igualdad, cuando les ponen delante un avance social en términos de convivencia y se sienten cuestionados, algo está pasando. Tienen que ponerse delante del espejo y observar esas reacciones. Son gente que se deja llevar por comentarios y noticias sin buscar más allá. Ese sentirse mal ante un tema que se desconoce exige al menos dar un paso para ver qué hay detrás, por qué se propone. Al menos, que se informen.
Una herramienta útil son los grupos de hombres que reflexionan sobre la masculinidad y promueven la igualdad. ¿Cómo valoras la situación del movimiento?
Los grupos de hombres por la igualdad empiezan a estar muy extendidos en todo el Estado español. En comunidades como el País Vasco, incluso están inmersos en las estructuras institucionales en las que se diseñan las políticas de igualdad. Hace falta potenciarlos mucho más y trabajar sobre referencias compartidas, ya que hay bastante desconexión entre los grupos. Están dispersos, fragmentados y cuentan con pocos recursos, lo que explica que aún no se visualice una idea compartida de proyecto y que por ello no se conozca más lo que están haciendo y por qué lo hacen. En todo caso, me quedo con que su labor es muy positiva.
¿Qué te parece la Iniciativa Gizonduz? ¿Qué propuestas te han interesado más?
Es muy interesante. Me atraen especialmente los programas de concienciación y sensibilización. Me parece muy importante llegar a las escuelas, donde hay jóvenes que ya empiezan a cuestionarse el rol tradicional, precisamente en un momento de sus vidas fundamental para la construcción de su identidad.
¿Tenéis previsto tejer alianzas entre el Ministerio y Gizonduz, o impulsar incluso programas similares en otras comunidades autónomas?
Ya estamos trabajando con Ritxar Bacete (Secretaría técnica de la iniciativa Gizonduz) en el grupo de hombres que hemos creado en el Ministerio, que participan en el diseño de medidas como el teléfono de atención a hombres o las dirigidas a reeducar a maltratadores condenados. La intención es seguir colaborando con ellos, de una manera más específica, para determinados proyectos, y ver también qué podemos aprender de iniciativas como Gizonduz. Respecto al resto de comunidades autónomas, los diferentes proyectos se presentan en las reuniones sectoriales para que se puedan incorporar y desarrollar en otras regiones. En ese marco, la aportación de Gizonduz como ejemplo de buenas prácticas es muy interesante.
Patxi Pérez Goñi, miembro del Alarde Mixto de Irún: “Las tradiciones perduran si se ajustan a los tiempos; si no, se convierten en imposiciones”
Patxi Pérez Goñi, nacido en Irún el 13 de mayo de 1968, decidió incorporarse al Alarde Mixto a costa incluso de renunciar al destacado papel que desempeñaba en el Alarde Tradicional, donde era cabo de txirulitos. La pertenencia de su compañera en el desfile mixto le ayudó a apoyar la reivindicación de que las mujeres puedan participar en la fiesta popular en igualdad de condiciones que los hombres y no sólo en calidad de cantineras. Desfilar en el Alarde Mixto es para él una forma de expresar públicamente su compromiso a favor de la igualdad. Los Alardes de Irún y Hondarribia, en los que quienes defienden los desfiles tradicionales boicotean año tras año a quienes optan por los mixtos, se han convertido en focos de expresiones extremas de machismo y homofobia. Pero, sobre todo, las mujeres que desfilan en el Alarde mixto y los hombres que deciden acompañarlas en vez de quedarse con la opción más cómoda que representa el tradicional, son ya todo un símbolo de resistencia contra la discriminación. La trayectoria de Pérez Goñi, convencido de que para preservar una tradición no hace falta negar derechos, anima al optimismo, a un futuro marcado por la tolerancia y la convivencia .
¿Cómo tomaste la decisión de cambiarte al Alarde mixto?
Mi decisión fue tardía. Me incorporé al Alarde mixto a los 10 años de su inicio. Influye mucho si se tiene una persona cercana a ti desfilando en el mixto. En el Alarde Tradicional se vende que el Alarde mixto lo único que desea es reventar la fiesta; así lo creí yo. No es así, la mayoría de las mujeres que conozco deseaban participar en el Alarde desde pequeñas, cuando veían a sus padres. No querían esperar a que un día llamaran a su puerta y les tocara la lotería de ser cantineras. Han tenido que reprimirse durante años. También reconozco que a otras muchas mujeres no les apetece nada, pero tienen que respetar y apoyar como mujeres a las que sí quieren.
¿Cuál debe ser el equilibrio entre tradición e igualdad de derechos?
En mi opinión, el Alarde mixto también defiende la tradición. ¿Qué significa ser tradicionalista? Yo personalmente me considero tan tradicionalistas como ellos. El llamado alarde tradicional también ha modificado o añadido cosas a su gusto desde el conflicto. Las tradiciones perduran si se ajustan a los tiempos. Si no, se convierten en imposiciones.
¿El conflicto lastra la convivencia durante el resto del año?
Yo apenas he vivido las expresiones más duras, ya que me incorporé tarde. Pero hay gente que durante las fiestas no te saluda y el resto del año te tratan como si no hubiera pasado nada.
¿Se trata de un conflicto local o nos incumbe a toda la ciudadanía vasca?
Nos incumbe a todos. Con el ritmo de vida que llevamos sólo nos implicamos en lo que tenemos más cerca y los conflictos de los vecinos nos importan poco. Por ello, creo que son las instituciones las que tienen que mediar en estos asuntos. Echo en falta, sin duda, un posicionamiento más decidido por su parte. Si el Ararteko detecta un comportamiento socialmente inadecuado, en este caso en unas fiestas patronales, las instituciones son las que deberían de garantizar que eso no ocurra o buscar vías para solucionarlo.
¿Qué tipo de acciones de sensibilización se podrían hacer para fomentar la tolerancia y la igualdad?
Lo primero, el reconocimiento por parte de todos de los dos Alardes, de las dos sensibilidades. Si los dos Alardes se respetan, el entendimiento será mayor y se podrán tender puentes que en un futuro podrían confluir en un Alarde único.
¿Qué ocurre con las personas más jóvenes?
Están muy influenciadas por los adultos. Les obligan a posicionarse sin permitirles desarrollar su propio criterio. No olvidemos que es una fiesta muy familiar y lo normal es opinar como en casa.
¿Podemos considerar el Alarde mixto un ejemplo de compromiso público de los hombres a favor de la igualdad?
Desde luego. No puedo entender tener un compromiso en otros ámbitos de la vida y en este no. Quienes niegan que oponerse al Alarde mixto es una cuestión de machismo, que lean el diccionario. Más claro, agua.
Habéis nombrado por primera vez a una mujer como general.
La elección ha sido de forma natural, como con todos los Generales. Esta persona lleva años participando activamente en el Alarde y tras pasar por diferentes puestos de responsabilidad le ha llegado el turno de desempañar este cargo. No se ha buscado la noticia, ni que fuera mujer.
Kirmen Uribe Urbieta, escritor: “Los hombres tenemos que aparcar los prejuicios y reinventarnos”
Denunciar la situación de desigualdad que sufren las mujeres, a la vez que analizar las consecuencias negativas que el machismo conlleva también para los hombres. Ese doble objetivo ha estado siempre presente en las obras del escritor Kirmen Uribe. En su primera novela, Bilbao-New York-Bilbao, Uribe habla en primera persona de las vivencias, emociones y miedos de los hombres de su familia y de él mismo, rompiendo con el mito de que hablar de sentimientos no es cosa de hombres. El escritor vasco fue además uno de los primeros en firmar la Carta de hombres vascos por la igualdad y contra la violencia hacia las mujeres y el encargado de leerla en el acto de presentación en Ajuria Enea.
Licenciado en Filosofía y Letras, poeta... ¿Qué se siente al ir siempre contra los estereotipos masculinos?
Siempre he buscado nuevos caminos; esa ha sido desde joven mi trayectoria vital. En el instituto sólo estábamos tres chicos en clase, y eso resultó liberador. Fue una época muy bonita. He estado dedicado a actividades sociales, en el movimiento de insumisión y, debido a eso, en la cárcel de Basauri... ¡Ahí sí que estuve entre hombres! Siempre he andado rompiendo límites o, al menos, caminando entre los límites.
¿Y tu familia lo aceptaba?
A mi madre le gusta la literatura y siempre me ha apoyado. Veía que tengo las cosas claras, que desde joven quería ser escritor. Mi padre al principio prefería que yo fuera abogado, pero con el tiempo lo fue aceptando.
Según las estadísticas, las mujeres son más aficionadas a la lectura.
Tiene que ver con los roles tradicionales, que siguen vigentes también entre los más jóvenes. En mis sesiones de lectura, las chicas son mayoría. Creo que también lo son la mayoría de quienes han comprado o leido mi novela. Hay quien me ha dicho que es un libro que gusta especialmente a las mujeres. No sé porqué.
¿Y cómo se puede despertar la afición en los hombres?
Es un trabajo muy lento. En primer lugar, los hombres nos tenemos que desnudar; dejar a un lado los prejuicios y las tradiciones aprendidas y reinventarnos a nosotros mismos, construirnos de cero. De lo contrario, siempre caeremos en lo cómodo, en reproducir los roles asignados. Los hombres tropezamos una y otra vez con esa piedra. Las chicas están más despiertas. La mujer siempre busca su sitio en el mundo, se quede viuda, se separe de su pareja... Creo que en los momentos más díficiles busca mejor su sitio que el hombre.
¿Puede ayudar la literatura a proponer un nuevo modelo de masculinidad?
Mucho. Yo tengo esa preocupación desde el principio. El núcleo de la novela está construido sobre los hombres: el abuelo, el padre, yo mismo y Unai, mi hijo. Elegí esa línea y no la de las mujeres porque quería hablar de los hombres, de nuestras dudas y miedos. No quería mostrar la perspectiva clásica de la masculinidad, sino sacar a la superficie nuestros miedos. También aparece mucho mi madre y es muy fuerte. Me doy cuenta de que, si hubiera aparecido un poco más, hubiera eclipsado todo lo demás.
A través de la novela también denuncias la violencia contra las mujeres.
Muestro diferentes caras: la violencia sexual, el sufrimiento de las mujeres en la guerra... Entre otros, cuento tres episodios. El primero, del que fui testigo en una calle de Vitoria. Había una mujer llorando. Su marido le había quitado las llaves y los zapatos, así que estaba descalza. “¡Ya volverás!”, le gritaba el hombre. Fue muy fuerte y lo quise explicar. También aparece una escena sobre la situación de acoso que sufrió una mujer hindú en un avión, y hablo de una canción de la guerra, sobre una mujer de la que se burlan por haber tenido un hijo de un soldado italiano. También hay referencias a las condiciones de vida de las mujeres de los pescadores.
A la hora de escribir, ¿de qué manera intentas incorporar la perspectiva de género?
La he interiorizado de arriba a abajo, desde el principio de mi carrera. Un ejemplo es Bisita [Visita], uno de mis primeros poemas y que se ha hecho bastante conocido. Dice así [recita en euskera]: “Ahora sólo le hablamos mi madre y yo. El hermano ya ni aparece. El padre se queda en la puerta, callado”. Narra una visita que le hacen a la hermana del narrador; el padre y el hermano se alejan,y sólo la madre y el hermano pequeño acuden a hablar con ella. Por lo tanto, esa preocupación ha estado siempre presente y, además, en los dos sentidos: para explicar la situación de las mujeres y analizar el carácter conflictivo de los hombres.
Como hombre, ¿te ha costado publicar tus sentimientos más íntimos?
Ha sido difícil. Sobre todo, decidir cómo contarlos, para que no resultara demasiado romántico o sensiblero. He hablado de sentimientos íntimos, pero con mesura, manteniendo la distancia. Me parece muy bonito cómo se habla de la paternidad: la relación entre mi padre y mi abuelo; entre mi padre y yo; la mía con mi hijo, que además no es biológico... Siempre me ha interesado analizar cómo han ido cambiando esas relaciones a lo largo de cuatro generaciones.
¿Y cuál es la conclusión?
Han cambiado; ahora la distancia es menor. Aún así, el padre sigue queriendo proteger y encaminar siempre a sus hijos. Rara vez se reconoce que el hijo o la hija tiene que hacer su camino, desarrollar sus propias ideas, cometer errores y aprender gracias a ellos. Mi padre no quería que yo fuera escritor. Creo que hoy en día hasta los más progres mantenemos ese afán de proteger a los hijos.
¿De qué manera has intentado romper con los estereotipos de género al escribir literatura infantil y juvenil?
He intentado que mis personajes sean muy humanos. Uno llamado Garmendia, por ejemplo, es muy tímido y torpe. Apenas tiene relación con las chicas, porque cuando habla con ellas le entra vergüenza. Son dificultades muy habituales entre los más jóvenes. Les quería explicar que sus héroes son como ellos, que también tienen miedo. La clave es saber superarlos con el tiempo.
¿Qué aporta la carta Gizonduz a la lucha por la igualdad?
La iniciativa Gizonduz es muy vanguardista. Saca a los hombres de nuestro letargo y nos insta a trabajar con uno mismo, unirnos a los de nuestro propio género, hablar de nuestros errores e intentar ser mejores personas... Es un gran reto pero hay que afrontarlo. En nuestra sociedad, actos simbólicos como la firma de la carta siguen teniendo un gran peso y ayudan mucho. Que un grupo de hombres se reuna, firme una carta y se comprometa a cumplir con su contenido es un gran primer paso. Ayuda a quitar vergüenzas, muestra que no es tan raro que los hombres sean majos y que no se tienen que sentir raros al mostrarse así. Porque ese tipo de miedos todavia persisten y hay que ir superándolos. Ahora lo necesario es amplificar ese primer paso entre toda la sociedad, para que el mayor número de hombres posible participe en el movimiento.
Mila Amurrio Vélez, socióloga: “Los hombres adultos deben enseñar a los jóvenes a ser masculinos de otra manera"
Mila Amurrio es profesora e investigadora del departamento de Sociología de la Universidad del País Vasco (UPV). Imparte diversas asignaturas en las dos titulaciones que oferta la UPV en materia de género: el Máster de Igualdad y el Máster de Estudios Feministas y de Género. Ha dirigido un estudio encargado por el Área de Igualdad del Ayuntamiento de Bilbao sobre las relaciones y la violencia de género entre jóvenes. La doctora demuestra en el informe que dicho colectivo carece de los recursos necesarios para detectar, comprender y enfrentarse ante una situación de violencia sexista.
¿Qué papel han de desempeñar los hombres en la lucha por la igualdad?
Poner en marcha un movimiento social de concienciación y acción y, por tanto, de cambio y transformación que llegue hasta la vida cotidiana de todas las personas y principalmente de los niños, adolescentes y hombres. Su mensaje principal tiene que hacer evidente que el rol masculino tradicional socialmente dominante con el que continúan viviendo y conviviendo no sólo conlleva relaciones de dominación y opresión para con las mujeres sino también para ellos.
Ahora que el discurso igualitario está cada vez más asumido, ¿qué les pedirías a los hombres para avanzar hacia una igualdad real?
En primer lugar, les pediría que reflexionen sobre su forma de estar y mirar el mundo en el que todas y todos vivimos y hemos de convivir. Quiero suponer que esa reflexión les ayudará a cuestionar el concepto tradicional de masculinidad. En las relaciones masculinas también existen la subordinación y el sometimiento de unos varones a otros. Cuando digo esto tengo en mente a mi hijo de 5 años, que acaba de aprender que los chicos como él todo lo resuelven peleando y, por supuesto, ganandola pelea. Creo que es necesario establecer nuevas relaciones sobre otros valores: son necesarios nuevos ritos de iniciación masculina para los chicos, donde los hombres adultos enseñen a los niños y a los jóvenes a ser masculinos de otra manera. La competitividad y la rivalidad son valores a superar y sustituir por la solidaridad, la comunicación entre iguales, la cooperación y, por supuesto, por los sentimientos, por el amor. Ese cambio de valores supondría otras formas de relación con las mujeres. Entiendo que también respecto al comportamiento y asunción de corresponsabilidades.
¿Qué opinión te merece el movimiento de hombres por la igualdad y su evolución?
Me parece que tiene dificultades para organizarse como “movimiento social de liberación”, que es lo que entiendo que tiene que llegar a ser. Por tanto, lo veo alejado de la vida cotidiana de hombres y mujeres. Pero es también comprensible por su aún corto recorrido y por sus orígenes.
¿Qué es lo que más te atrae de sus planteamientos, acciones y modo de organizarse?
Los diferentes foros de encuentro facilitados por instituciones de todo tipo o grupos de mujeres feministas, espacios que han permitido socializar sus reflexiones o las últimas iniciativas de carácter simbólico. Suponen un comienzo importante al promover una opinión pública favorable al desarrollo de un verdadero “movimiento social de liberación”.
¿Cuál crees que ha de ser la relación entre feministas y hombres por la igualdad?
Una relación de cooperación. Las feministas hemos deconstruido el modelo femenino hegemónico y hemos conseguido ofrecer otros modelos a las niñas y mujeres jóvenes. El modelo hegemónico femenino ha perdido fuerza al entrar en colisión con otros modelos, pero su presencia aún es muy importante. Esa importancia, en mi opinión, tiene mucho que ver también con la hegemonía del modelo masculino tradicional: es necesario que sea deconstruido y debilitado para poder establecer unas nuevas relaciones basadas en la igualdad entre nosotras y nosotros.
¿Es conveniente compartir espacios, o por el momento es mejor que mujeres y hombres trabajen por separado?
Si las relaciones entre ambos movimientos son de cooperación, hay espacio a compartir. Pero tanto un movimiento como el otro necesitan de sus propios espacios.
¿Te preocupa que un movimiento emergente como el de los hombres pueda eclipsar al feminista?
No creo que eso vaya a ocurrir; no me preocupa en absoluto. Se trata efectivamente de un movimiento emergente al que aún le queda mucho camino que recorrer. Un movimiento no se consolida por el simple hecho de nominalizarlo como tal.
El feminismo sigue siendo una palabra maldita. ¿Cómo convencerías a los hombres de que no es equivalente a hembrismo para que no se sientan amenazados?
¿Sólo a los hombres? Muchas mujeres son feministas sin saberlo y, sin embargo, rechazan ser tenidas por tales. ¿Por qué el feminismo provoca también en muchas mujeres ese rechazo? Porque el poder ha difundido una imagen distorsionada del mismo e impide u obstaculiza su conocimiento. En definitiva, es una estrategia del poder difuminado en diferentes espacios institucionales, formales e informales que se resiste al cambio con éxito.
¿Qué puede aportar a un hombre cursar el Máster en Estudios de Género y Feministas?
Instrumentos teóricos y hábitos de reflexión para pensarse a sí mismo y a su forma de estar en el mundo.
Aitzol Aramaio Bengoetxea, director de cine: “El documental Aitak prueba que merece la pena caminar hacia la igualdad”
Después de dirigir varios cortometrajes, como el galardonado Terminal, el año pasado presentó su primer largometraje, Un poco de chocolate, basado en el best-seller de Unai Elorriaga, Un tranvía en SP. Aramaio ha dirigido el documental Aitak, que se regala dentro de la mochila Gizonduz. Aceptó el proyecto en un momento muy especial de su vida, ya que el joven realizador vasco será padre muy pronto.
¿Cómo describirías el documental?
El objetivo era mostrar a hombres diversos contando sus experiencias con sus hijos e hijas, pero finalmente hablaron también de su relación con sus padres y amistades, así como de lo que sintieron cuando nacieron sus criaturas. Nos ha sorprendido mucho que hayan abierto tanto su corazón y sus pensamientos. Aparecen emocionados, medio llorando... No son unos superman, sino personas normales que muestran sus dudas, miedos y alegrías. La película contiene un tono alegre y muy humanista. No queremos sentar cátedra, pero creo que puede resultar muy enriquecedora.
¿Qué sentirán los padres vascos al verla?
La primera vez que la vi montada, me reí mucho. La gente se va a sentir muy identificada. Los hombres no solemos sacar nuestro lado frágil, pero en el documental emergen tanto las alegrías como las debilidades. Además, muestra la paternidad como algo muy bello; los padres verán que la experiencia merece la pena. También cambiarán ciertas maneras de pensar, porque la película tocará su lado más sensible y les planteará muchas preguntas.
A punto de ser padre, ¿cómo ha influido en ti dirigir la película?
Me he dado cuenta de que ser padre no es tan difícil, y que voy a recibir mucho más de lo que tendré que dar. No tengo miedo; será maravilloso. La película demuestra que merece la pena caminar hacia la igualdad. He sentido un poquito de envidia viendo cómo algunos hombres actúan y sienten respecto a la paternidad. Con esos ejemplos, entiendes todo lo que pierdes si no te posicionas a favor de la igualdad. No quiero ser uno de esos padres que llega tarde a casa y apenas dedica tiempo a sus hijas e hijos o a su pareja. Me sentiría muy raro si viera que mis criaturas tienen una relación más íntima con su madre que conmigo, porque quiero ser partícipe de sus cosas, que las compartan conmigo. Los hombres tenemos ciertas tendencias derivadas de la cultura machista, pero sólo con intentar tener una actitud más igualitaria, ganaremos mucho. Los hombres del documental lo habrán hecho mejor o peor, pero se han animado a dar el paso.
¿La película contribuirá a que pierdan el miedo a compartir sus emociones?
Puede ser un gran pretexto para debatir sobre muchas cosas. En ese sentido, Aitak es una película adecuada para ver de forma colectiva. Entre amigos, a los hombres no se les suele preguntar cómo están o cómo se sienten, pero también tienen la necesidad de contar ese tipo de cosas, aunque a algunos, por educación, les cueste más hacerlo. También conviene ver la película en solitario, para reflexionar sobre los sentimientos más íntimos y hacernos una serie de preguntas. Por ejemplo: ¿Cómo ha sido la relación con mi padre? ¿Me da miedo transmitir mis propios miedos a mi hijo?
¿Será ejemplarizante ver a hombres famosos dedicados a las tareas de cuidado y del hogar?
Mostrar a gente famosa siempre suscita un interés añadido. Además, muestra cómo viven su paternidad y su masculinidad aquellos hombres con una vida profesional muy ajetreada. Pero lo más importante es dar a conocer modelos diversos de paternidad.
¿Cómo te sentiste siendo testigo de las confesiones íntimas de once hombres?
Todo el equipo hemos trabajado muy a gusto. He de subrayar el gran trabajo realizado por Ritxar Bacete y Josetxu Riviere [guionistas y productores]. Cuando grabábamos las entrevistas, a veces me quedaba callado y emocionado, pero en otras ocasiones tuve incluso que alejar los monitores para que no se oyeran mis risas. Los hombres vinieron predispuestos a hablar, e incluso se notaba que traían preparadas las reflexiones que querían difundir. Las preguntas que les realizaba Bacete fueron clave, porque se quedaban muy sorprendidos al ser interrogados sobre asuntos en los que nunca habían pensado. En ese momento tenían que improvisar respuestas espontáneas. Esas confesiones fueron las más potentes y sinceras.
¿Qué te parece la iniciativa de regalar la mochila Gizonduz a quienes van a ser padres?
En esos momentos, cualquier cosa que te lleve a pensar sobre la paternidad y las emociones resulta positiva. La mayoría de textos y mensajes sobre el tema suelen estar dirigidos a las madres. Creo que la clave es actuar con sentido común, pasar mucho tiempo con las criaturas, quererlas mucho, y preguntar nuestras dudas a otras personas. Aún así, aprender a dar masajes, emocionarse viendo el documental o leer las guías y reflexionar sobre sus contenidos... Todo ello supone abrir una puerta para que los hombres nos impliquemos con el amor y la sensibilidad. Tendemos a hacernos muy fuertes y rígidos, y ello nos ocasiona infinidad de problemas: nos perdemos las pequeñas satisfacciones, podemos explotar en cualquier momento... Iniciativas como Gizonduz cosecharán cambios que serán realmente beneficiosos tanto para los hombres como para la sociedad en su conjunto.
Daniel Leal González. Psicólogo. Antropólogo. Coordinador del Departamento Hombres porla Igualdad de la Delegación de Igualdad y Salud del Ayuntamiento de Jerez de la Frontera: “Queremos que los hombres se den cuenta del precio que pagan por ir de machos”
-La experiencia del trabajo de Hombres por la Igualdad en Jerez es un referente tanto a nivel del Estado como en el ámbito internacional. ¿Cómo surgió, qué habéis conseguido, y qué aspiráis a alcanzar?
El Departamento Hombres por la Igualdad de la Delegación de Igualdad y Salud del Ayuntamiento de Jerez de la Frontera nació en 1999, siendo la primera apuesta institucional en todo el Estado Español por incorporar a los hombres hacia actitudes igualitarias de forma transversal dentro del plan de acción de la Delegación. Existiendo una larga tradición continuada de políticas públicas de igualdad con las mujeres en nuestra ciudad, y consolidadas las mismas, se apostó por crear un referente específico para los hombres; en el convencimiento de que para construir igualdad es importante que los hombres tengan una actitud favorable al cambio; como aliados en el imprescindible empoderamiento y mejora de calidad de vida de las mujeres, que es el colectivo que fundamentalmente sufre los efectos del sexismo.
Nuestra perspectiva ética se sustenta en cuatro ejes:
Una perspectiva autocrítica masculina: La igualdad es un asunto de justicia social, y los privilegios de los que los hombres disfrutan son a costa de las desventajas de las mujeres. Aunque este hecho debiera ser suficiente para generar un cambio personal y social en los hombres; en ocasiones no es suficiente; por lo que visibilizamos las ventajas que el cambio hacia la equidad tiene para los hombres.
Una perspectiva antisexista e igualitaria: Consideramos que apostar por la igualdad requiere posicionarse activamente frente a situaciones sexistas, mostrar nuestro rechazo como hombres a las mismas, y posicionarse a favor de la igualdad día a día en todas las áreas. Construir igualdad y mostrar rechazo a las actitudes sexistas son caminos paralelos.
Una perspectiva profeminista: La teorías y prácticas feministas han posibilitado que los hombres puedan concebirse como objeto de estudio y sujeto de acción personal y social en el ámbito de la igualdad. Los estudios críticos sobre masculinidad no habrían sido posibles sin el feminismo, y no hay reivindicación feminista que no sea de justicia.
Una perspectiva prodiversidad sexual: La homofobia sustenta las fronteras del género. Apostar por la igualdad requiere fomentar la diversidad de orientaciones sexuales y garantizar la equivalencia de derechos, oportunidades y deberes entre las mismas.
Nuestro objetivo fundamental es que los hombres de nuestra ciudad se den cuenta del precio que pagan por ir de “machos” por la vida, y de cómo los privilegios de los que los hombres disfrutan son como un boomerang que tras obstaculizar la igualdad de las mujeres se les puede volver en su contra. Les proponemos a los hombres que rompan con el machismo en su día a día cotidiano, porque si ser hombre no es lo mismo que ser machista, cada hombre puede mantener el problema o apostar por ser una solución. Ir de machote por la vida es un auténtico problema de salud pública, los hombres necesitan revisar sus modelos de masculinidad normativos e incluir una ética del cuidado y la equidad en sus identidades. Si nos matamos siete años antes que las mujeres sin explicación biológica alguna, esta realidad está conectada con los estilos de vida asociados a la masculinidad hegemónica.
El surgimiento y mantenimiento del Departamento Hombres por la Igualdad de la Delegación de Igualdad y Salud del Ayuntamiento de Jerez fue propiciado por la suma de varios factores, entre los que destaca la firme apuesta institucional por construir una ciudad igualitaria; así como la demanda del movimiento asociativo de mujeres de la ciudad que al recibir formación sobre igualdad y género, planteaban que ellas estaban cambiando, pero que luego seguían encontrándose a los mismos hombres. Sensibilizando y concienciando a los hombres de las ventajas que para ellos tiene el cambio hacia la igualdad, estamos convencidos de que a la vez puede mejorarse la calidad de vida de las mujeres. De hecho, sumando hombres a los discursos y prácticas igualitarias consideramos que puede facilitarse el proceso de empoderamiento y plena equidad de las mujeres.
De hecho, es urgente hacer visible el género a los hombres. El movimiento feminista consiguió un hecho muy importante, que fue visibilizar el género, y hacer visible lo invisibilizado por el sexismo: Las mujeres. Los estudios y prácticas críticas sobre masculinidad visibilizan el género a los hombres. Ante una situación de menoscabo de los derechos de la humanidad los hombres no pueden considerarse ajenos en la lucha por la equidad entre las mujeres y hombres. Pueden obstaculizar el cambio de las mujeres, mostrar indiferencia ante una situación de injusticia de la que toman un dividendo patriarcal siguiendo a Robert W. Connell, o apoyar con sus discursos, actitudes, y vida cotidiana la lucha por la plena equidad.
Creo que hemos conseguido ser un referente que excede lo local, sumándose cada vez más hombres a las campañas y encuentros que desarrollamos. Existe en nuestra ciudad un consolidado vivero de hombres igualitarios que no admiten actitudes sexistas en los ámbitos familiares, personales, laborales en los que viven. Los hombres de Jerez saben que tienen a su disposición un servicio público en los que pueden resolver sus dudas personales en esta área, así como recibir asesoramiento y apoyo en actividades igualitarias que quieran realizar dirigidas a hombres.
Aspiramos a que los hombres tomen plena conciencia en el día a día de la importancia de que asuman un compromiso personal en la erradicación de todo tipo de actitudes sexistas, tanto en el plano social como privado asumiendo el eslogan feminista de “Lo personal es político”. Aspiramos a que el machismo se erradique tanto de los discursos como de las acciones cotidianas de los hombres de Jerez con una visión que combina lo local y lo global. Aspiramos a facilitar la desaparición del sexismo y de las desventajas que sufren las mujeres, y que los hombres se sumen en equidad a la construcción de un nuevo pacto social igualitario entre mujeres y hombres.
-¿Qué pensaste al conocer el programa Gizonduz? ¿Qué puede aportar? ¿Confías en que el formato se extienda a otras comunidades autónomas?
Mi felicitación a vuestra iniciativa. Conozco y valoro muy positivamente el trabajo que desde hace años realiza Emakunde, y me alegro sinceramente de la creación de Gizonduz. Puede aportar una puerta abierta para que los hombres visibilicen lo que ganan con el cambio, puesto que una sociedad en la que los hombres no apuesten por la igualdad plena con las mujeres, es una sociedad insostenible sustentada en la injusticia.
La importancia de involucrar a los hombres en igualdad entre los sexos ha sido refrendada por Organismos internacionales como la ONU que han señalado la importancia de que los hombres asuman su responsabilidad en este campo. Ya en la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo de El Cairo en 1994 hay referencias a la necesidad de que los hombres sean involucrados en la igualdad de género. En la Declaración de Beijing (1995) los gobiernos instaron a los hombres a participar en la igualdad a través de una paternidad presente y responsable, responsabilización anticonceptiva y profiláctica para evitar embarazos no deseados y expansión de enfermedades de transmisión sexual, responsabilización masculina en la prevención de violencia de género, y la construcción de modelos de masculinidad positivos y equitativos. En el año 2004, en la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujeres fue aprobado el informe “El papel de los hombres y los niños en la igualdad de género”. La cuestión es la importancia de que haya administraciones, organizaciones e instituciones que se atrevan a adelantarse a su tiempo y que sigan las recomendaciones de organismos internacionales como la ONU dentro de políticas integrales de género.
No obstante, me gustaría plantear una reflexión: A mediados de los 80 con el debate sobre la incorporación de los estudios críticos sobre masculinidad a los estudios de mujer y género; se abrió un debate sobre la necesidad de incluir en el concepto de género tanto a mujeres como hombres. Michael Kimmell, el editor internacional de la Revista Men and Masculinities comenta una anécdota sobre este hecho. Le proponían en su universidad el hecho de incluir tanto a mujeres como a hombres en el concepto de estudios de género con el mismo presupuesto que estudios para las mujeres, en vez de doblar como mínimo el presupuesto para dirigirse a dos realidades distintas y desiguales, pero interconectadas. Quiero decir con esta anécdota, que los presupuestos públicos para políticas de igualdad para mujeres son fruto de una lucha continuada del movimiento de mujeres y deben ser consolidados y aumentados como prioridad central; los formatos de Hombres por la Igualdad son necesarios y han de surgir sin tocar un solo recurso de los ya consolidados en políticas de igualdad para mujeres.
Al apostar por los mismos, no han ser una moda más, los pasos han de ser pequeños y medidos, pero firmes, con una apuesta estratégica a medio y largo plazo, e incluidos dentro de proyectos integrales de género; con hombres al cargo que hayan tenido un proceso de revisión autocrítica masculina profundo. Desde mi punto de vista es esencial su paso por grupos de hombres igualitarios que estudien críticamente la construcción de la identidad masculina desde una perspectiva antisexista.
¿Qué medidas lanzadas en Jerez, especialmente ilusionantes, efectivas u originales, recomendarías a Gizonduz? ¿Cuál te atrae más de las que prevé Gizonduz?
No sé cuál recomendar a Gizonduz, el hecho de llevar desde 1999 trabajando en esta línea nos permite ofrecer nuestra experiencia para que se copie lo positivo, y se mejore lo mejorable. Todas las actividades que realizamos se enmarcan dentro del plan de Acción de la Delegación de Igualdad y Salud del Ayuntamiento de Jerez, y algunas que consideramos especialmente destacables son:
Campaña anual del Lazo Blanco contra la violencia masculina hacia las mujeres; Certamen de Fotografía y Cómic Hombres en proceso de Cambio con su exposición itinerante que cualquier institución puede solicitar; Campaña Día del Padre Igualitario y corresponsabilidad doméstica, familiar, y de cuidados por parte de los hombres; Encuentros Provinciales de Hombres Igualitarios; Teléfono de Información y asesoramiento para hombres respecto a salud, paternidad igualitaria, crisis vitales, sexualidad, construcción de una masculinidad equitativa, y promoción de grupos de hombres igualitarios; Participación en proyectos europeos de conciliación de la vida familiar, laboral y personal para hombres como All together, Centro de documentación en castellano de hombres igualitarios www.hombresigualdad.com;Charlas para varones sensibles y machistas recuperables, Promoción de grupos de hombres igualitarios, Talleres educativos Atrévete si eres hombre para grupos de varones jóvenes ; Talleres de Hombres por la Igualdad para varones adultos, Folletos divulgativos específicos para hombres como “Chequea tu machismo”, “Diez razones para el cambio de los hombres”, “ Cuídate”, Unidades Didácticas como Terra Equalitis Hombres camino de la igualdad, etc… y nuestra participación en diversas campañas transversales impulsadas desde la Delegación.
Pero le recomendaría especialmente a Gizonduz que como prioridad favorezca que los hombres se sumen a la Campaña del Lazo Blanco contra la violencia masculina hacia las mujeres. Creo que es una prioridad urgente en cualquier política pública que intenta implicar a los hombres señalar que los hombres hemos de posicionarnos activa y cotidianamente contra la violencia masculina hacia las mujeres, y revisar qué papel juega la utilización de la violencia en la construcción de la identidad masculina hegemónica. Reflexionar sobre la violencia masculina, propicia una oportunidad estupenda para reflexionar sobre igualdad en todas sus vertientes: Hombres y tareas domésticas, hombres y expresión de sentimientos, la competitividad y los hombres, hombres y construcción de la paz y el cuidado, rompiendo los lazos entre masculinidad y violencia, hombres y responsabilidad anticonceptiva y profiláctica etc…
De lo que conozco de Gizonduz, os felicito tanto por la iniciativa como por el contenido de la Carta de Hombres Vascos contra la violencia hacia las mujeres y por la igualdad.
-¿La sociedad sigue considerando la igualdad un tema de mujeres? ¿Cuál es el mayor revulsivo, lo que más hace reaccionar a los hombres para ponerse las pilas en materia de género?
Los avances legislativos y sociales en temáticas de igualdad se han conseguido fundamentalmente por la lucha del movimiento de mujeres. El hecho de que algunos sectores sociales consideren la igualdad un asunto exclusivo de mujeres, es porque los hombres como colectivo no hemos priorizado en nuestras agendas personales y políticas esta cuestión. De hecho, las mujeres siguen liderando el avance en políticas de igualdad mientras que generalmente son hombres quienes critican con más vehemencia dicho avance.
Hay varias cuestiones desde mi punto de vista, que pueden hacer de revulsivo en los hombres en materia de igualdad entre los sexos:
Un revulsivo importante para algunos hombres es escuchar, aprender, comprender y respetar lo que el movimiento feminista plantea, convenciéndonos de lo justo de sus propuestas. No me habría planteado una revisión de mi masculinidad si no hubiera escuchado las propuestas de las mujeres feministas.
Es muy importante que los hombres se formen e informen sobre el movimiento feminista y la enorme riqueza, generosidad, y profundidad teórica que han puesto como movimiento social en el tapete. De hecho, los estudios y análisis sobre masculinidad no habrían nacido sin las referencias intelectuales y prácticas del movimiento feminista y el movimiento LGTB.
Hay hombres que escuchan las propuestas del feminismo, pero temen ante el grupo de varones mostrar simpatía hacia las mismas. Esta es una cuestión relevante, el sexismo actúa en los varones como grupo corporativista, y algunos hombres temen en el mostrar simpatía hacia el feminismo perder “prestigio viril” en el grupo de varones. Hay que atreverse a cortar con el machismo en todos los ámbitos.
Otro aspecto que es revulsivo para muchos hombres, es el hecho de asumir la paternidad de manera activa y responsable. Es un momento clave en la medida que pueden revisar patrones como el mostrar cariño, empatizar, mostrar amor, y darse cuenta de la importancia de la fragilidad de lo vivo. No todos los hombres serán padres, pero todos los hombres son hijos y pueden entender esta cuestión. De hecho, en los grupos de hombres por la igualdad un tema fundamental es el papel que suelen tener los padres como primer modelo de “lo que es ser todo un hombre” en nuestras vidas ya sea en positivo o en negativo. Esto enlaza además con la temática de la conciliación y con la necesidad de que los hombres nos incorporemos equitativamente a las tareas domésticas. Consideramos que si los hombres cuidan, aprenderán a cuidarse. Y si aprenden a cuidarse, aprenderán a cuidar. Las identidades masculinas se han forjado en la homofobia y en el mundo del trabajo remunerado; despreciando todo lo construido socialmente como “femenino”, poniendo la autoestima en el mundo de lo “público” y poco en el mundo “privado”. Muchos hombres cuando son papás comienzan a darse cuenta de la importancia de equilibrar esa balanza y priorizan el cuidado de sus hijos y el tiempo de dedicación a los mismos, así como muestran cariño y afecto sin temor al ridículo.
Otra cuestión que hace plantearse a los hombres “un cambio de rumbo” es el hecho de situaciones de crisis vitales y personales, y problemas de salud. Generalmente, la salud ha sido despreciada dentro de la cultura masculina hegemónica que favorece el riesgo, la mal llamada valentía, la violencia, y entender nuestros cuerpos como máquinas para el trabajo remunerado y no como un hogar al que escuchar y cuidar. En momentos de problemas de salud, muchos hombres comienzan a darse cuenta de que no son sostenibles los modelos de estar en el mundo que como hombres se han forjado. Comienzan a visibilizar la importancia de revisiones de salud periódicas – A pocos hombres se les olvida la ITV de su coche si lo tienen, pero pasan años sin hacerse una revisión general-, la importancia de mostrar su mundo afectivo para conectar profundamente con otras personas, etc… Una de las tareas fundamentales que los hombres tienen pendiente es asumir su responsabilidad en el campo de la salud.
Y otra de ellas es la insostenible situación de violencia masculina hacia las mujeres. Es un problema de los hombres que sufren las mujeres, un atentado contra los derechos de la humanidad ante el cual los hombres que estamos por la igualdad tenemos que posicionarnos día a día construyendo equidad y no admitiendo caldos de cultivo sexistas. Esta situación nos hace ver a los hombres que no podemos mirar hacia otro lado y callarnos con silencios cómplices. Muchos hombres no queremos que nos confundan con los machistas, pero tenemos que asumir que hemos de mostrarlo con nuestras acciones en el día a día. Cuando nos encontramos con hombres que no le dan importancia a las situaciones de acoso sexual, comentarios soeces sobre el cuerpo de las mujeres, comentarios soeces sobre hombres que no responden a la identidad masculina hegemónica, etc… es el momento de mostrar nuestro profundo rechazo y decir “no”. Es el momento de ser hombres rebeldes ante el machismo obligatorio; y seguir a Albert Camus cuando decía “Un hombre rebelde es un hombre que dice no”.
-Aparte de articular un discurso igualitario feminista, ¿Cuáles son esos pequeños gestos que convierten a un hombre en igualitario?
Os proponemos realizar el test Chequea tu machismo para ver qué puntuación conseguís: http://www.hombresigualdad.com/CHEQUEO-MACHISTA.htm. En este test precisamente se trata de valorar las pequeñas cosas que pueden acercarnos a la igualdad plena, esos pequeños gestos tan importantes que aunque no aparecen en los periódicos, son el principal termómetro de cuan igualitario puede ser un hombre. Una vez realizado, el mismo tiene que pasar un test de fiabilidad. Os animamos a realizarlo.
Una temática fundamental para los hombres que apostamos por la igualdad es guardar una coherencia entre el discurso público y las acciones cotidianas. El discurso igualitario poco a poco va calando en los hombres, hay muy pocos hombres que se jacten de considerarse machistas en público. Pero es cierto, que generalmente somos más igualitarios de palabra que de hecho.
Cuando hay hombres que te comentan que son totalmente igualitarios y que están totalmente por la igualdad, hay que rascar un poquito para ver qué se esconde tras esa fachada. Considero que en lo de hombre igualitario igualdad ha de ser el sustantivo y hombre el adjetivo.
Simplemente se trata de estar atento cotidianamente a no reproducir estereotipos sexistas. En una sociedad sexista los hombres como grupo social tenemos privilegios por el hecho de serlo sin negar que existen evidentes diferencias entre los hombres, los privilegios son privilegios porque para el grupo privilegiado no suelen ser visibles. Si tienes buena salud, no sueles darte cuenta de la importancia de la misma hasta que te falta. No te das cuenta del trabajo que requiere hacer la colada hasta que día a día la haces. No te das cuenta del techo de cristal y/o cemento que sufren las mujeres porque no suelen sufrirlo los hombres. No te das cuenta de las ventajas que tienen los hombres por el hecho de serlo hasta que conectas que las ventajas de las que disfrutamos se sustentan en las desventajas de partida que en un mundo sexista tienen las mujeres. Simplemente, se trata de estar pendiente, de incorporar las gafas del género a nuestra vida cotidiana.
-¿Cómo trabajáis contra la violencia machista? Ya hay un marco legal, consenso social, informativo, campañas… ¿Qué está fallando? ¿Con quién urge trabajar?
Nuestro trabajo está incluido transversalmente dentro del Plan Municipal de Erradicación de la Violencia que impulsa nuestra Delegación. Creo que lo que urge en cualquier caso es en asegurar la protección a la víctima de violencia masculina. Esa es la primera labor urgente y fundamental.
La prevención de violencia masculina hacia las mujeres es para nosotros es una cuestión central. La violencia sigue teniendo sexo, porque en su inmensa mayoría quienes matan siguen siendo hombres, y son hombres los que están asesinando a mujeres en base a unos supuestos derechos machistas que se arrogan. Por supuesto, no todos los hombres son violentos, pero sí es cierto que habitualmente en la construcción de la masculinidad se ha esperado y positivado que en determinados momentos “todo un hombre” sea capaz de utilizar la violencia. Intentamos conectar que decir “no” a la violencia masculina contra las mujeres tiene que ir aparejado y conectado con decir “sí” a modelos de masculinidad igualitarios que es un aspecto fundamental de nuestro trabajo cotidiano mediante charlas, talleres, campañas, etc…
En esta cuestión, creo que la mirada de los hombres es distinta, desigual, y complaciente en la medida que aun siendo un problema de los hombres que sufren las mujeres, muchos hombres siguen sin mirar. Y como decía John Berger, mirar es encontrar. Si las mujeres mataran cada año a tantas parejas o exparejas, los hombres estarían aterrorizados y saltarían todas las alarmas. Con lo cual, es responsabilidad de los hombres diferenciarse claramente de todos aquellos que están manteniendo esta amenaza hacia las mujeres que a la vez se dirige hacia los derechos de la humanidad. Los hombres jugamos un papel, por supuesto, por acción u omisión. Y es que, cuando hablamos de violencia masculina hacia las mujeres, estamos hablando de la mayor expresión de desigualdad entre los sexos. Ya planteaba Gail Pheterson referido a los hombres: “Incluso aquellos que denuncian la vejación y la violencia contra las mujeres llevada a cabo por los hombres, cuestionan raramente los privilegios de los hombres en los dominios sexuales, domésticos y reproductivos”.
-Después de estos años de trabajo, ¿Podemos decir que son más igualitarios los hombres de Jerez?
Creo que existen avances muy importantes y evidentes, estamos muy satisfechos tanto en consolidación de Campañas como en el número de hombres a los que llegan nuestras propuestas que incesantemente están aumentando. No obstante, tenemos claro que no hemos de caer en la complaciencia y que aun hay camino que recorrer para conseguir la plena equidad en nuestra ciudad entre mujeres y hombres.
Creo que los hombres a los que nos dirigimos saben con claridad que en una situación de injusticia no se puede ser neutros porque ser neutro equivale a seguir beneficiándose. Además, no pueden poner como excusa que no existe orientación para aquellos que están en una situación de desorientación ante el cambio social que se está produciendo. Cada vez más hombres, ven que la igualdad les beneficia, que tienen muchas ventajas con los discursos y prácticas igualitarias, y que nuestra labor se dirige a facilitarles el tránsito pleno hacia actitudes igualitarias.
-Os dirigís fundamentalmente a “hombres sensibles y machistas recuperables”… ¿Cómo se llega a todos los hombres?
Esta frase es un recuerdo al libro “Charla para varones sensibles y machistas recuperables” de Josep Vicent-Marqués. Nuestro programa se dirige a toda la ciudadanía masculina “de hombre a hombre”. Tanto a hombres que están en un momento clave de construcción de su identidad como son los varones adolescentes, como a hombres que son referentes públicos de la ciudad, como a hombres que están asumiendo cambios vitales importantes en sus vidas, como a hombres de los barrios. Fundamentalmente, a lo que aspiramos es que Jerez tenga un colectivo consolidado de hombres de diferentes estratos sociales, barrios, colegios, asociaciones, edades, etc… que tengan en común la priorización en su vida personal de ser hombres antisexistas e igualitarios y que tengan una actitud personal favorecedora del empoderamiento y autonomía equitativa de las mujeres, sin poner palos en las ruedas del cambio social que éstas están protagonizando.
-¿Mujeres y hombres podemos crecer juntos, o antes tenemos que respetar nuestros propios espacios?
Para compartir y crecer conjuntamente, hay que comunicarse desde el respeto a las historias vitales. Decía Virginia Woolf en su obra Tres guineas que “Los hombres y mujeres vemos las mismas cosas, pero de distinta forma”, precisamente por la trayectoria personal y social que hemos vivido por construcción de género desigual.
Los hombres tenemos que priorizar en nuestra agenda política y personal un futuro compartido en equidad entre mujeres y hombres, un nuevo orden social construido desde la equidad en los planos públicos y privados. Tenemos que hacerlo mediante un diálogo respetuoso y fecundo respetando los espacios. Por poner un ejemplo concreto, los Encuentros Provinciales de Hombres igualitarios que organizamos con temas como “Identidad masculina” “Sexualidad masculina” “Hombres y mundo del cuidado” “ Hombres y sentimientos”, etc… tienen un formato de participación mixta el primer día, y el segundo es específico para hombres. Consideramos importante tanto que mujeres y hombres compartan reflexiones como que haya espacios específicos unisexuales. Ambas no son dinámicas en modo alguno excluyentes. Me parece esencial el valor central de la diversidad y entenderlo plenamente. Como Ramin Jahanbegloo nos plantea “Sin diálogo, la diversidad es inalcanzable; y, sin respeto por la diversidad, el diálogo es inútil”.
-Volviendo a soñar, ¿Cómo te imaginas los hombres del futuro?
Decía Josep Vicent Marqués que llevamos toda la vida intentando ser hombres, que no hay nuevas masculinidades, sino la posibilidad de no seguir siendo tan bruto. Cada vez que hablamos del cambio parece que los hombres tienen miedo de perder su hombría, como si no se tratara precisamente de eso. Cuando no se puede presumir de nada, se presume de ser varón. De hecho, el cambio de los hombres hacia la igualdad puede ser una nueva estrategia de “seducción” heterosexual para obtener prestigio.
Me gustaría apoyarme en el concepto de Optimismo Operativo que utiliza Ritxar Bacete. Siendo optimistas operativos, es cierto que queda camino por recorrer. Tenemos que visualizar un horizonte utópico y positivo que nos ayude a caminar: Si la masculinidad y la feminidad sustentadas en la homofobia, han sido el marco necesario para legitimar la desigualdad entre los sexos; y la masculinidad hegemónica vigente es una cuestión fundamentalmente de poder; no tenemos excesivo interés en que se mantenga la masculinidad; aunque sí tendremos que tener un paso previo para la desaparición de la masculinidad hegemónica que es la masculinidad antisexista e igualitaria.
Siendo optimistas operativos, diría que la igualdad y el antisexismo comienzan en el ahora, en cada ahora cotidiano de cada hombre. Imagino a los hombres equitativos, corresponsables en lo doméstico, cuidadores, padres presentes y responsables, cuidando a las personas que aman, solidarios con las reivindicaciones del movimiento feminista, cuidando su salud y estando pendientes de las personas que quieren, implicados en la lucha por la plena diversidad sexual, noviolentos, posicionados frente al acoso sexual, tiernos, siendo valientes para mostrar su pleno rechazo ante cualquier actitud sexista en sus centros de trabajo y en su vida familiar y cotidiana. Hombres que dejen autocomplaciencias masculinas y asumen sus responsabilidades en el mantenimiento o desaparición del sexismo combinando lo personal y lo político. En esa aspiración, se enmarca el trabajo cotidiano que llevamos a cabo implicando a los hombres de nuestra ciudad en un futuro libre de machismo.
xRitxar Bacete González, militante del movimiento de hombres por la igualdad: “La igualdad es un aporte fundamental para el desarrollo social”
Ritxar Bacete lleva varios años inmerso en el estudio del género, la masculinidad y la militancia por la igualdad. El antropólogo alavés es miembro del Grupo de Hombres por la Igualdad de Álava (GHIA), de la red vasca Gizon Sarea y del Foro de Hombres por la Igualdad del Estado español.
¿De qué salud goza el movimiento de hombres por la igualdad en Euskadi?
Los primeros grupos se empezaron a reunir hace 20 años y hombres como Xabier Odriozola cuentan con una larga trayectoria en el estudio de las nuevas masculinidades. Pero el movimiento como tal se encuentra emergente. Hasta hace tres años no existían grupos estables y con vocación de transformación social. Ahora, además de GHIA, han ido surgiendo colectivos informales en Ermua, Irún u Ondarroa, Getxo…, y se está formando un grupo en Bilbao. Gizon Sarea pretendería facilitar un punto de encuentro en el que confluyan y se retroalimenten todas esas iniciativas.
¿Cuál está siendo la clave del éxito para consolidar el grupo de Álava?
Surgió con la vocación de compaginar un trabajo de crecimiento personal con un trabajo más social: denunciar la violencia machista, sensibilizar a otros hombres, trabajar con jóvenes, reivindicar la implicación institucional... Tratamos de lograr un equilibrio entre el cambio personal hacia actitudes más igualitarias y un compromiso claro de transformar unas estructuras patriarcales que condicionan la masculinidad, convirtiéndola en limitada respecto a las propias capacidades y limitadora respecto a las demás personas y, en especial, a las mujeres.
¿Qué papel debe desempeñar el movimiento dentro del programa Gizonduz?
La sociedad debe jugar un papel crítico y tractor de las iniciativas institucionales. Gizonduz sensibilizará, creará propuestas y facilitará espacios de encuentro. Formar a cientos de hombres en materia de género e igualdad actuará como elemento catalizador, de toma de conciencia y movilizador. Pero queda en manos del movimiento consolidar una agenda política propia y una organización estable.
Al contrario que el feminismo, el movimiento de hombres emerge ligado a las políticas institucionales.
El feminismo y las instituciones que trabajan por la igualdad exigieron y demandaron la implicación de los hombres, porque entendían que la igualdad real no se alcanzaría sin contar con ese 50% de la sociedad que representamos los hombres. Por ello, la mayoría de pequeños grupos han surgido a iniciativa de las agentes de igualdad. Se trata de sumar nuevos actores y alianzas a las políticas pro-feministas. No hay que establecer una frontera entre ambos movimientos, sino concebirlos como dos caminos paralelos y confluyentes que avanzan hacia un objetivo común.
¿Cómo se convence a un hombre de que la igualdad le beneficia?
El gran reto del movimiento es que parte de la idea de renunciar a una situación de ventaja, frente al feminismo, que llena las alforjas de derechos. Renunciando a privilegios ganamos en bienestar y en calidad de vida, porque éstos actúan como una especie de boomerang: cada acto de poder devuelve insatisfacción, miedo, soledad, aislamiento y una percepción falsa de infalibilidad. Concebir esto como el orden natural de las cosas impide entender que existe una construcción social de género limitadora. No se trata de victimizar, pero sí de subrayar y definir que existen problemas de género específicos de los hombres: vivimos siete años menos, somos autores del 95% de los delitos, protagonistas de las actitudes de riesgo (accidentes automovilísticos, consumo de drogas…). Nombrarlos nos permitirá poner en práctica políticas específicas que beneficiarán a la sociedad en su conjunto. Aunque no tenemos que olvidar que uno de los objetivos fundamentales del movimiento de hombres por la igualdad es el compromiso firme y activo de los hombres contra la violencia hacia las mujeres.
¿En qué punto de la lucha por la igualdad se encuentra Euskadi?
Como en el resto del Estado, perdura una clara desigualdad: persiste la violencia machista, las mujeres tienen un menor salario, empleos más precarios, menor presencia en los ámbitos de poder… Los hombres de aquí y de allá compartimos la falta de implicación y de compromiso hacia el cuidado. La revolución pacífica de las mujeres para ocupar espacios públicos no ha producido el movimiento inverso, sino una especie de acuerdo en falso en el que el cambio de los hombres ha sido acomodaticio. Hemos asumido el discurso de que la igualdad es un derecho y un valor colectivo, pero nos seguimos escaqueando de implicarnos de forma cotidiana y anónima. Cuando uno pone una lavadora nadie sale a aplaudirle, y nosotros no estamos acostumbrados a carecer de reconocimiento. Nos implicamos en aquello que nos beneficia, pero para presidir la comunidad de vecinos, el club de fútbol o un país necesitamos que alguien que asuma nuestra responsabilidad en el cuidado. Seguimos precisando de la explotación de las mujeres para mantener las estructuras de poder.
¿Las nuevas generaciones viven en un espejismo igualitario?
Les transmitimos esa doble moral: el discurso igualitario frente a los usos reales del tiempo; lo que se debe hacer frente a lo que hacemos. La gran ventaja es que las chicas sí que han asumido en la práctica que la igualdad es innegociable, y eso sitúa a los chicos frente a un interesante reto: la necesidad de cambio. Y ante esto, haremos todo lo posible para que la opción de los chicos también sea la apuesta por la igualdad.
¿Qué hay de la lucha contra la homofobia?
Es, junto a la lucha contra la violencia machista, un elemento básico del movimiento. La masculinidad se ha construido sobre dos límites infranqueables: ser hombre es todo lo que no es ser mujer u homosexual. La deconstrucción de la masculinidad patriarcal y hegemónica pasa necesariamente por el reconocimiento activo de las diversidades masculinas, entre las que se encuentra la orientación sexual. A modo de ejemplo, uno de los ejes de trabajo de GHIA es la participación en el Día Internacional contra la Homofobia y el Día del Orgullo Gay.
¿La igualdad impulsa el desarrollo socioeconómico?
Limita las actitudes de riesgo, la legitimación de la violencia y fomenta la autonomía personal. Pasar a un índice de siniestralidad técnico frente a la actual siniestralidad vial “identitaria”, muy ligada a la masculinidad hegemónica, supondría un ahorro de la ingente cantidad de recursos públicos que conlleva atender accidentes de tráfico. Por otro lado, con unas relaciones más igualitarias, las mujeres no se verán limitadas por tener que asumir las responsabilidades de sus compañeros, sus padres o los abuelos. La igualdad es por tanto un aporte fundamental para el desarrollo humano de las sociedades.
Ander Bergara Sautua, Coordinador de Gizonduz: "La igualdad no es posible sin la implicación de los hombres"
Ander Bergara lleva doce años trabajando en Emakunde-Instituto Vasco de la Mujer. Actualmente es el asesor del Instituto y el coordinador de Gizonduz, iniciativa gubernamental liderada por el Lehendakari dirigida a promover una mayor implicación de los hombres en pro de la igualdad de mujeres y hombres.
¿Cómo surge Gizonduz?
En el IV Plan para la igualdad ya se establece la necesidad de que las administraciones vascas adopten medidas para lograr un mayor compromiso de los hombres con la igualdad entre los sexos; no obstante, el impulso personal del Lehendakari ha sido fundamental en la creación de Gizonduz, ya que hacia tiempo que había manifestado a Emakunde su deseo de liderar personalmente una iniciativa de estas características.
¿Por qué una iniciativa dirigida específicamente a los hombres?
En los últimos años se ha producido una importante transformación en el papel de las mujeres en la sociedad y es creciente su incorporación a ámbitos tradicionalmente considerados como masculinos. Sin embargo, este proceso no se está viendo acompañado por una asunción significativa de los hombres del trabajo doméstico y de cuidado, ni del resto de funciones y valores tradicionalmente considerados como femeninos, y no basta el cambio de las mujeres para conseguir la igualdad real, ya que ésta no es posible si el otro 50% de la población se mantiene al margen de este proceso.
¿Cómo encaja esta iniciativa con el resto de programas de Emakunde?
Esta iniciativa dirigida específicamente a los hombres se incardina dentro de un planteamiento general e integral de la promoción de la igualdad de mujeres y hombres, en el que tiene prioridad el objetivo de la promoción de la autonomía personal y el fortalecimiento de la posición social, económica y política de las mujeres. De forma que, las medidas para fomentar la implicación de los hombres en pro de la igualdad se plantean como un complemento necesario y no como un obstáculo para la consecución de dicho objetivo, ni en menoscabo de los recursos destinados al mismo. Dicho de otro modo, a través del trabajo con los hombres se pretende mejorar la posición social de las mujeres y hacer un mundo más justo e igualitario que refuerce las oportunidades de desarrollo humano tanto de las mujeres como de los hombres.
¿Qué ganan los hombres con la igualdad?
Vivimos en un sociedad sexista en la que los hombres como colectivo tenemos determinados privilegios: disfrutamos de más tiempo de ocio, ocupamos la mayor parte del espacio público y del poder político y económico y nos beneficiamos del trabajo doméstico y de cuidado realizado muy mayoritariamente por las mujeres. Sin embargo, esta forma de organización social basada en una diferenciación rígida de roles en función del sexo también nos afecta negativamente. En general, los hombres tenemos una esperanza de vida menor, somos más propensos al suicidio, al encarcelamiento, a sufrir drogodependencias, accidentes de tráfico, los accidentes laborales más graves, a ser víctimas de muertes violentas, etc. Además, dificulta el desarrollo todas nuestras potencialidades y capacidades, sobre todo aquellas relacionadas con el mundo reproductivo y de los afectos.
Es indudable que son las mujeres las más interesadas en la igualdad, porque son ellas quienes sufren con mucha mayor intensidad los efectos negativos del sexismo. Ahora bien, no son ellas las únicas interesadas la consecución de una sociedad más igualitaria, el logro de la igualdad es un proceso que afecta a todas las personas, mujeres y hombres, y a todas puede beneficiar.
¿Qué tiene de novedoso Gizonduz?
A pesar de que existe un consenso generalizado sobre la necesidad de involucrar a los hombres a favor de la igualdad, no se sabe muy bien cómo ponerlo en práctica. Ello explica, en buena medida, la práctica inexistencia en el ámbito internacional de iniciativas gubernamentales de calado en esta materia. En este contexto, Gizonduz se plantea como una aportación pionera del Gobierno Vasco a esta cuestión, una iniciativa que tiene el valor añadido que supone abrir camino en una vertiente escasamente explorada, a través de una intervención estructurada en torno a unos objetivos específicos y mensurables y a unas medidas concretas a desarrollar, con sus responsables y su calendario y con un conjunto de indicadores para su seguimiento y evaluación.
¿Qué se espera conseguir con la iniciativa?
Conseguir en nuestra Comunidad una masa crítica de hombres implicados en pro de la igualdad que cuestionen la masculinidad tradicional y apuesten por modelos más igualitarios que sirvan de referente para otros hombres y, sobre todo, para las siguientes generaciones, de modo que en un futuro próximo Euskadi sea un referente en el Estado y en el ámbito internacional en cuanto al tiempo dedicado por los hombres al trabajo doméstico y de cuidado, así como respecto del número de hombres que se han comprometido públicamente a favor de la igualdad y que han participado en procesos de sensibilización y formación específicos en esta materia.
¿Cree que lo lograrán?
Sí, porque tenemos plena confianza en el equipo humano que está detrás de esta iniciativa y porque tenemos el convencimiento de que son muchos los hombres vascos dispuestos a embarcarse en este complicado pero ilusionante viaje hacia una sociedad en la que las relaciones entre las personas estén basadas en la libertad, la igualdad y el respeto mutuo.