Entrevista a Christian Veske, responsable del área de Hombres e Igualdad del Instituto Europeo de la Igualdad de Género (EIGE).

(English version)

1. ¿Qué iniciativas está llevando a cabo el Instituto Europeo de la Igualdad de Género para implicar a los hombres en la lucha por la igualdad?

El Instituto Europeo de la Igualdad de Género (EIGE) comenzó a trabajar en la cuestión de los hombres y la igualdad de género en el año 2010, con ocasión de la reunión de expertos sobre hombres y masculinidades celebrada en Vilna. Puesto que por aquel entonces aún no se había debatido en qué marco incluir este campo de trabajo, se le llamó «hombres y masculinidades». Tras la reunión se presentó un estudio destinado a evaluar la implicación de los hombres en la igualdad de género en la Unión Europea. Como parte del estudio se procedió a recopilar información sobre las organizaciones que trabajan en el ámbito de los hombres y la igualdad de género. Dicha información se publicó en la base de datos del EIGE.

Otro hito importante en la implicación de un mayor número de hombres en la igualdad de género tuvo lugar cuando el EIGE se sumó a la Campaña del Lazo Blanco. Esta campaña trata de involucrar a los hombres en la lucha contra la violencia contra las mujeres. Desde un principio, nuestro objetivo ha sido llevar este mensaje a hombres destacados de toda Europa y conseguir que se unan a la campaña y que rechacen abiertamente la violencia.

La campaña ha resultado un éxito; Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo, se unió a la misma el pasado diciembre. También en diciembre organizamos una ronda de debates en el Parlamento Europeo en la que participaron nuestros Embajadores del Lazo Blanco. Fue un debate interesante y, en ocasiones, acalorado.

2. A nivel europeo, ¿qué iniciativas de trabajo que involucren a los hombres en favor de la igualdad de género destacaría? ¿Podría mencionar alguna buena práctica?

Resulta muy estimulante ser testigo de la creación de MenEngage Europa; esto marca el inicio de un trabajo en red más sólido entre las organizaciones europeas de hombres a favor de la igualdad. Soy consciente de que el proyecto está aún en fase inicial, pero se plantea grandes metas. También debe destacarse que MenEngage tiene previsto colaborar con organizaciones de mujeres. Por otra parte, me complace que el EIGE cuente con buenos antecedentes de colaboración con el proyecto. Son muchos los debates que hemos mantenido con ellos y su experiencia nos ha sido de gran ayuda en la Campaña del Lazo Blanco del año pasado.

3. La situación actual en los diferentes países de la Unión Europea es muy compleja. ¿Considera que existen diferencias notables entre el norte y el sur de Europa en cuanto a la incorporación de los hombres a las políticas de igualdad? ¿Dónde se encuentran las mayores lagunas con respecto a lo anterior?

Tiene razón cuando señala lo complejo de la situación. Con todo, yo no establecería una distinción entre norte y sur. Considero que existen muchos más factores en juego. Sí es cierto que los países escandinavos presentan mayores índices de implicación de los hombres en la igualdad de género, pero con eso no queda todo dicho. Su propia organización es un excelente ejemplo de la implicación de los hombres y el trabajo que realiza es impresionante. Existen pequeñas asociaciones, proyectos y personas en toda Europa que trabajan en el ámbito de los hombres y la igualdad de género. Considero que es necesario un mayor trabajo en red y también más colaboración para dar a conocer la información sobre su trabajo.

4. ¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrenta la Unión Europea en materia de desigualdad entre mujeres y hombres?

El EIGE trabaja a diario con los problemas de la desigualdad de género y resulta complicado categorizar las diferentes cuestiones según su mayor o menor importancia. Creo que todas las desigualdades estructurales, del tipo que sean, resultan perjudiciales para el desarrollo de la sociedad.

No obstante, si me pregunta por los desafíos, pienso que es importante que la Unión Europea y sus Estados miembros se ciñan a sus compromisos y asuman también otros nuevos. El reto reside en que las personas comprendan que la desigualdad se paga caro. Puede resultar tentador y relativamente sencillo evitar abordar esta cuestión o dedicarle poca atención, pero esta forma de pensar tendrá repercusiones negativas tarde o temprano.

5. Hace un tiempo, durante la Campaña del Lazo Blanco en la que participó EIGE, «16 días de activismo contra la violencia de género», usted mencionó que los hombres deberían ser empáticos y comprensivos. ¿Son estos unos antídotos realmente eficaces contra la violencia de género?

En mi opinión, existe una conexión entre todos los tipos de violencia y nada sucede de forma aislada. Por eso, en el contexto de la violencia es importante recordar lo obvio: la mayoría de los hombres no son violentos. No les gusta la violencia. Con todo, es asimismo necesario que los niños tengan desde una edad muy temprana la posibilidad de entender sus emociones, de hablar sobre ellas. Esta es una cuestión que tradicionalmente se viene ignorando. El desconocimiento de los hombres sobre cómo afrontar sus emociones puede acarrear consecuencias dramáticas tanto para ellos como para las mujeres. Por otra parte, ¿qué daño puede hacer que a los niños también se les enseñe a ser comprensivos y empáticos? De ese modo adquieren aptitudes de comunicación positivas.

También es necesario que los hombres hagan uso del permiso de paternidad y que se queden en sus hogares con sus hijos. Esto les enseña a ser pacientes y comprensivos, además de posibilitar el fortalecimiento de los lazos con sus hijos. Nuestro informe Beijing +20 contiene información del año 2010 relativa a diecisiete Estados miembros sobre la proporción de hombres trabajadores que disfrutan del permiso de paternidad (con hijos e hijas menores de 8 años). En catorce de los Estados analizados los porcentajes eran inferiores al 2 % (la mayor proporción de hombres trabajadores en periodo de permiso de paternidad se encontraba en Suecia (11 %), Finlandia (4 %) y Dinamarca (2 %). En seis Estados miembros, incluido España, el porcentaje de hombres que habían completado o estaban disfrutando del permiso era inferior al 0,5 %. Es obvio que estamos dando los primeros pasos y que aún queda un largo camino por recorrer para cambiar las actitudes de los empresarios, de los hombres y también de las mujeres.

6. Ha mencionado antes que los hombres europeos han de mostrar su rechazo a la violencia de género. ¿Es la violencia solo cosa de hombres? ¿Cómo es posible que la violencia contra las mujeres siga existiendo en sociedades que conciben la igualdad como el principio fundamental de la convivencia?

Creo que todos los hombres, al igual que todas las mujeres, deben mostrarse contrarios a la violencia, con independencia del ámbito en la que esta se produzca. En la mayoría de ocasiones, la violencia es cosa de hombres; los agresores son mayoritariamente varones. Si nos centramos en la violencia ejercida por la pareja, la mayoría de las víctimas son mujeres, mientras que los hombres son mayoritariamente los agresores. Existen diversas razones que explican esta circunstancia, pero me gustaría señalar aquí dos de ellas: unos estereotipos y modelos que dan lugar a unas aptitudes limitadas de comunicación y el sentido de privilegio y de derecho.

Como he dicho antes, es infrecuente, tanto en los centros educativos como en el seno familiar, que se forme a los niños sobre la manera de afrontar sus emociones. No se les enseña empatía; por el contrario, aprenden que el gran ideal es el dominio.

Si nadie nos enseña la manera de manejar nuestras emociones o cómo resolver un problema interpersonal, ¿cuál será nuestra respuesta como adultos cuando nos enfrentemos a dicho problema? Una persona puede reaccionar de muchas maneras, siendo la violencia la reacción más inmadura de todas.

La otra razón que he apuntado es el sentido de privilegio de los hombres. Michael Kimmel, investigador de la masculinidad, ha escrito ampliamente sobre esta cuestión.

7. En lo que respecta a los jóvenes, ¿cree que se han producido cambios significativos en la construcción de las identidades masculinas? ¿Qué persiste todavía de los antiguos modelos? ¿Qué ha cambiado?

Creo que se han producido cambios en la construcción de la masculinidad. No obstante, conviene no olvidar tampoco que dichos cambios tienen lugar a diferentes velocidades y bajo formas diversas en función de los distintos entornos culturales y sociales.

Por mi experiencia personal, puedo hablar del caso de Estonia. Los hombres de mi generación han utilizado herramientas diferentes para construir su identidad masculina que los hombres de la generación de mi padre. Si analizamos a la generación más joven, podemos ver que su entorno social y sus expectativas son diferentes también. Hoy en día en Estonia, por ejemplo, se espera en general que los hombres participen en el cuidado y la educación de sus hijos, algo que no pasaba hace 20 años.

Otro aspecto a tener en cuenta es que la creación de la identidad es algo que hacemos constantemente. La construcción del yo masculino es un proceso continuo y es importante enseñar a los hombres sobre ese aspecto. La frustración de los hombres proviene con frecuencia de un sentimiento de que ya no responden a las normas masculinas esperadas, lo que les deja descolocados. En esencia, significa que su identidad masculina está construida con rigidez. Esa falta de flexibilidad les impide ser felices o les lleva a llenar el vacío que sienten con proyectos o actividades basados en demostrar su valía y que pueden resultarles perjudiciales, ya sea sobrecargándose de trabajo, bebiendo en exceso o asumiendo riesgos innecesarios.

8. En una reunión celebrada en Vilna, usted tuvo la oportunidad de conocer un poco mejor la iniciativa Gizonduz impulsada por Emakunde, a través de su coordinador, Ander Bergara. ¿Qué opinión le merece la iniciativa Gizonduz de Emakunde? ¿Qué suprimiría de la misma?

Como he dicho antes, soy un buen conocedor de Emakunde y me impresiona mucho su labor, especialmente en cuanto a su oferta de cursos. Creo que es importante desarrollar un enfoque práctico y hablar con los hombres en su mismo idioma y contexto.

No hay nada que eliminaría de la iniciativa. Todo se ha diseñado atendiendo a una necesidad. Lo que debe hacerse de forma constante es reflejar las diferentes realidades y reestructurar las cosas en función de las necesidades existentes.

9. ¿Es optimista de cara al futuro? ¿O tal vez pesimista?

En general soy una persona optimista y mantengo esa actitud cuando se trata de cuestiones de igualdad. No hay duda de que existen reacciones negativas en algunos ámbitos, discusiones acaloradas e incluso confrontaciones, pero en definitiva, creo en las personas. En el EIGE también hemos formalizado por primera vez nuestro enfoque para involucrar a los hombres en la igualdad de género. Lo sometimos a nuestro Consejo de Administración a finales de 2014, y este realizó una serie de observaciones y algunos ajustes. Ahora de lo que se trata es de realizar progresos ara lograr involucrar a un mayor número de hombres en las cuestiones de igualdad de género.