Entrevista: José Javier Miguel De La Huerta
Director de Política Familiar y Desarrollo Comunitario, Departamento de Empleo y Políticas Sociales, Gobierno Vasco.
“Disfrutar de un permiso de paternidad o solicitar una reducción de jornada no significa tomarse unas “vacaciones”, ni es un privilegio, sino facilitar el que los hombres podamos ser más corresponsables.”
José Javier Miguel de la Huerta es desde el pasado 15 de enero Director de Política Familiar y Desarrollo Comunitario. Desde esta responsabilidad asume las tareas de planificar, coordinar y evaluar las políticas de familia, infancia, adolescencia, inmigración, gestión de la diversidad y voluntariado que se llevan a cabo en la CAPV…
1.- Comienza su nuevo cargo con la organización de unas Jornadas: “Paternidades Positivas, paternidades que transforman”. Un reto para poner en la agenda política la necesidad de transformación de los hombres para que tomen un papel más activo en la crianza y cuidado de las hijas e hijos. Podría explicarnos el por qué de las Jornadas y los objetivos de las mismas.
El título completo de las jornadas es “Paternidades Positivas, paternidades que transforman: hombres, mujeres, crianza, trabajo y poder. Construyendo identidades para nuevos pactos ”, las jornadas tendrán lugar los días 17, 18 y 19 de marzo en Bilbao, Donostia-San Sebastian y Vitoria-Gasteiz, respectivamente. En ellas coparticipan Emakunde- Instituto Vasco de la Mujer, los Ayuntamientos de Bilbao, Donostia-San Sebastian y Vitoria-Gasteiz y contamos con la colaboración de la Universidad de Deusto, el Museo San Telmo de Donostia- San Sebastian y el Museo Artium de Vitoria-Gasteiz... las jornadas son reflejo de una iniciativa que queremos enmarcar en el proyecto de país.
Uno de los principales retos a los que se enfrenta nuestra sociedad es lograr mayores espacios de igualdad entre mujeres y hombres, como una señal inequívoca de desarrollo humano. En los últimos años se han producido avances en este terreno, sobre todo en lo que a la incorporación de las mujeres al espacio público y profesional se refiere.
Por el contrario, nuestra incorporación al ámbito doméstico y a los trabajos domésticos y de cuidados no ha ido en paralelo, lo que significa, que los hombres a día de hoy mantenemos una presencia asimétrica en la crianza de las hijas e hijos, en el cuidado de las personas dependientes y en las labores domésticas respecto a las mujeres.
Existen razones empíricas que apoyan el impulso de medidas que favorezcan específicamente la Paternidad Positiva. Entre otras evidencias podemos constatar que:
- La implicación y colaboración de padres y madres en la crianza supone un mejor desarrollo intelectual y socio emocional de los niños y niñas.
- El empoderamiento de las mujeres pasa porque los hombres asuman su parte correspondiente en los trabajos de cuidado y domésticos.
- La implicación positiva de los padres en el cuidado de las personas son un factor importante en la prevención de la violencia contra las mujeres.
- La falta de implicación intensa de los hombres en el cuidado genera estrés familiar y conflictos interpersonales y de pareja.
- Los padres implicados en las labores domésticas actúan como modelos de igualdad para sus hijos e hijas.
- El incremento de la presencia y la corresponsabilidad de los padres facilita y amplía la libertad de decisión sobre los hijos e hijas que se desean tener.
- La implicación temprana del padre en el cuidado se suele mantener a lo largo de toda la infancia y adolescencia.
Buscamos que las jornadas supongan una reflexión sobre el potencial transformador de la paternidad. Entendemos que debemos aprovechar los cambios que produce en los hombres para construir una masculinidad más igualitaria, menos violenta, que dé más importancia al cuidado en general (niños y niñas, personas dependientes, las otras personas, el autocuidado...) porque todos y todas necesitamos dar cuidados y ser cuidados para que la sociedad funcione y para que surja la vida.
Con las jornadas pretendemos visibilizar modelos públicos de paternidad: deportistas, artistas, periodistas,… políticos, empresarios, … que declaren acciones concretas que ellos realizan en la implicación por el cuidado de sus hijos e hijas.
2.- Según datos oficiales, el pasado año 17.970 personas solicitaron ayudas a la conciliación. De ellas el 92% de quiénes las solicitaron fueron mujeres. ¿Cómo analiza esos datos?
Quizás uno de los cambios sociales más importantes producidos en las últimas décadas en los países de nuestro entorno es la transformación de las relaciones de género. En este sentido, debe destacarse la fuerte disonancia entre las actitudes cada vez más igualitarias de la población y las prácticas todavía tradicionales en la división de las tareas domésticas y de cuidado, especialmente tras el nacimiento de los hijos e hijas. La cuestión de las desigualdades de género y de la corresponsabilidad de hombres y mujeres en el cuidado infantil sin duda explican una parte de la situación que se plantea en el enunciado de la pregunta.
En 2010 realizamos un estudio longitudinal basado en una encuesta a 1602 personas que en el período 2002-2009 se habían acogido a las medidas de conciliación de la vida familiar y laboral, subvencionadas por el Gobierno Vasco, las conclusiones fueron muy elocuentes:
• El 10% de las mujeres expresaban la responsabilidad del cuidado de los hijos/hijas como un derecho exclusivo suyo.
• El resto de las mujeres trabajadoras que se acogieron a las medidas de conciliación explicaban las razones para tomar la decisión de qué miembro de la pareja solicitó la medida de conciliación como una combinación de razones económicas y valores culturales: ellas se acogían a las medidas porque sus ingresos son inferiores a los de su pareja, su empleo más precario y en la conversación dejaban entrever que el cuidado de sus hijos/hijas era un derecho que les correspondía a ellas.
• los grandes obstáculos para que los hombres se acojan a las medidas de conciliación se sitúan en la necesidad de un cambio de valores de las empresas donde trabajan y de la presión social que se ejerce sobre ellos.
Para alcanzar una igualdad de género efectiva se necesita un cambio cultural y social muy profundo. En este sentido, es preciso:
• Entender que el cuidado y la atención de las personas es una cuestión de hombres y mujeres y debe de resaltarse la gran importancia que estas tareas tienen para toda la sociedad.
• Introducir la coeducación y los roles de género en los curriculum escolares.
• Fomentar que los niños y niñas vayan asumiendo responsabilidades –cada uno en la medida de sus posibilidades-.
• Informar sobre las ventajas de la conciliación corresponsable para todos y todas, padres y madres, hijos e hijas, empresarios sociedad en general.
Por ello desde la Dirección de Política Familiar y Desarrollo Comunitario estamos realizando una investigación-acción sobre la “Implicación de los padres vascos en la crianza: impacto en la corresponsabilidad y en el trabajo productivo”, con ella pretendemos conocer cualitativa y cuantitativamente cómo se desarrolla la comunicación y las negociaciones sobre la corresponsabilidad de padres y madres respecto a la crianza de los hijos e hijas, cómo van adoptando las decisiones, cuáles son las razones profundas, si se conocen las consecuencias de dichas decisiones… Los resultados de esta investigación se presentarán en las jornadas.
3.- Cómo ve el papel de los agentes sociales en este terreno: administración, empresas, sindicatos?
Los últimos años estamos viendo que desde las administraciones se están realizando grandes esfuerzos desarrollando medidas de apoyo a las familias. A partir de esta base, es necesario desarrollar políticas familiares de acuerdo a los principios auspiciados por el paradigma de la inversión social cuya principal característica es el cambio de énfasis desde unas políticas orientadas a la reparación a otras orientadas a la preparación. Esto supone una nueva forma de concebir la intervención pública en relación al desarrollo de políticas de apoyo a las familias.
La adopción de una perspectiva de género, la búsqueda de medidas que favorezcan la igualdad de mujeres y hombres, y la corresponsabilización de hombres y mujeres en las labores de cuidado, en el marco de una organización social corresponsable, exige una apuesta por un modelo en el que ambos cónyuges participan por igual en las tareas laborales o productivas, y reproductivas o de cuidado.
En línea con lo que acontece en otros países europeos, debemos jugar un papel activo en la promoción de programas de apoyo a los padres y madres y al enfoque de la parentalidad positiva, fundamentalmente por dos razones: por una parte, porque se corresponde con algunos de los elementos expuestos anteriormente, por otra, porque pone de manifiesto que existe un arsenal de políticas familiares que va más allá de las que habitualmente se analizan (prestaciones económicas, servicios de atención infantil, medidas de conciliación familiar…) y que están relacionadas con la intervención socieducativa y la capacitación de los padres y madres. Este enfoque entronca con diversas tradiciones de análisis sobre los efectos beneficiosos del capital social y se basa en la premisa de que criar y educar es una responsabilidad colectiva, en las que deben involucrarse no sólo las familias y los agentes educativos, sino toda la comunidad.
El carácter multidimensional de las políticas de familia requiere la implicación tanto de las instituciones públicas como de la comunidad junto con los agentes sociales, particularmente sindicatos y asociaciones empresariales, tanto en lo que se refiere a las medidas de conciliación laboral y familiar y a las de racionalización de horarios, como en lo referido a la generación de un mercado de trabajo que no obstaculice las trayectorias vitales de las personas jóvenes y que permita la conciliación de la vida laboral y familiar.
Se pretende que, progresivamente, la sociedad se haga consciente de que el primer derecho de los niños y niñas es tener una familia que pueda atenderles y educarles, de que una mayor dedicación de los progenitores a sus familias, un mayor equilibrio entre su vida personal, familiar y laboral tiene efectos preventivos en todos los ámbitos, tales como la disminución de enfermedades, de estrés, menor fracaso escolar y desprotección infantil, por citar algunos que afectan a las personas, pero sin olvidar otros como el aumento de la productividad empresarial y de la motivación y rendimiento laboral, la disminución del absentismo y la rotación en el trabajo, al estar las personas trabajadoras más satisfechas con la calidad de vida que disfrutan... también estamos hablando de innovación en la gestión de las personas.
En definitiva, se precisan nuevos valores que impregnen la organización social y familiar, que faciliten que las personas puedan satisfacer todas sus necesidades en los diferentes ámbitos de la vida y ser el motor de este cambio es nuestra responsabilidad pública.
4.- Dentro de las mismas Jornadas vamos a poder conocer experiencias europeas de implicación de los hombres en la crianza y la corresponsabilidad. Además de conocer, ¿prevé el Gobierno Vasco poder realizar alguna iniciativa concreta para aplicar nuevas fórmulas?
Como he indicado más arriba, desde la Dirección de Política Familiar y Desarrollo Comunitario estamos realizando una investigación-acción sobre la “Implicación de los padres vascos en la crianza: impacto en la corresponsabilidad y en el trabajo productivo”, los resultados serán ofrecidos en las jornadas y allí se generará un espacio de debate y reflexión en el que surgirán nuevas iniciativas y oportunidades… tenemos ya ciertas intuiciones que tras las jornadas compartiremos con organismos públicos, entidades del tercer sector, centrales sindicales y organizaciones empresariales.
5.- En el tema de la corresponsabilidad, cuidados y trabajo doméstico las cifras nos indican que pese a algunos cambios, los usos del tiempo de mujeres y hombres nos indican que la igualdad está muy lejos de conseguirse. Por dónde tienen que ir las propuestas para que los hombres se impliquen más en este terreno? La administración trabaja por impulsar otras líneas para facilitar la conciliación y corresponsabilidad?
Una mayor implicación de los hombres en este terreno pasa por la inversión en políticas de apoyo a la parentalidad enmarcadas en un contexto más amplio, y que se conceptualiza como capital social y que viene definido por la calidad de las relaciones y los recursos intra e inter familiares y por la calidad de las relaciones y los recursos entre las familias y sus comunidades.
Junto a ambos conceptos creo que se debe avanzar en la consecución de un modelo educativo basado en la idea de la coeducación con la finalidad de que desaparezcan progresivamente las desigualdades de género, no sólo en la estructura formal de la escuela, sino también en la ideología y en la práctica educativa.
Desde la Dirección de Familia queremos favorecer que las madres y padres puedan dedicar a sus hijas e hijos todo el tiempo necesario, fomentando una organización del tiempo social más adecuada de cara a las necesidades de las familias, y favoreciendo la conciliación entre las responsabilidades familiares y laborales y la corresponsabilización de ambos progenitores en las tareas de cuidado. Y al mismo tiempo, consideramos importante reforzar los programas de parentalidad positiva de cara a reforzar las capacidades educativas de padres y madres implicando en su extensión a otros organismos públicos que están en contacto con las familias, como los ayuntamientos, las entidades del tercer sector y los centros educativos. Sería igualmente conveniente ampliar este tipo de programas a la fase prenatal revisando la participación de los hombres en los cursillos de preparación al parto, reorientando sus contenidos y eliminando las trabas a su participación.
6.- Cada vez hay más voces y plataformas que solicitan un cambio normativo que implique el aumento de permisos para los hombres para lograr una mayor implicación en la crianza y el cuidado. Cuál es su opinión?
Creo que es importante repensar las actuales ayudas a la conciliación de la vida familiar y laboral, priorizando las excedencias durante los 12 primeros meses de vida del menor, la corresponsabilidad de ambos progenitores y las reducciones de jornada para aquellas familias con necesidades específicas.
Junto a estas medidas debemos perseverar en el impulso de los programas de parentalidad positiva, implicando en su organización y gestión a los ayuntamientos, centros educativos y entidades del Tercer Sector. Un buen ejemplo de los frutos que pueden dar este tipo de acciones lo tenemos en las Jornadas que tendrán lugar los días 17, 18 y 19 de marzo.
7.- Los estudios a veces también son preocupantes en relación a las nuevas generaciones y a la perpetuación de los comportamientos sexistas. ¿Qué se puede hacer para trabajar las grandes resistencias que tienen los hombres para avanzar hacia posiciones más igualitarias? Podría ser una idea realizar programas específicos con chicos jóvenes?
Si preguntamos a un hombre si se comporta de forma igualitaria la respuesta más habitual se limita a “Bueno, yo ayudo a mi pareja o a mi mujer en las tareas de la casa”. Puede ser un comienzo y tiene su valor, pero resulta ridículo pensar que solo con colaborar en unas pocas tareas ya hemos solucionado el problema. Creer en la igualdad y actuar en consecuencia va mucho más allá de compartir las tareas domésticas, los cuidados y el tiempo libre.
En nuestra agenda debemos priorizar la ruptura de ideas estereotipadas que otorgan papeles diferenciados a ellos y ellas: romper con las ideas que priorizan una dedicación exclusiva al empleo e impiden una mínima corresponsabilidad personal y familiar.
Los hombres tenemos razones más que suficientes para cambiar, mover ficha y hacerlo por ellas pero también por nosotros mismos. La desigualdad tampoco es positiva para los hombres. Y es que en realidad, alcanzando la igualdad real, lo único que desaparecerán son las ventajas obtenidas injustamente a costa de una desventaja para las mujeres.
Los hombres siempre hemos sido socializados para asumir el trabajo productivo (igual que las mujeres el reproductivo y de cuidados) como algo ineludible que ejercer en exclusiva. Es necesario anular entre todos y todas esos estereotipos y haciendo uso de los derechos conquistados por la igualdad, reclamar un empleo digno que nos permita conciliar nuestras vidas y corresponsabilizarnos del cuidado en la familia.
Es hora de pasar a la acción. Cuidarnos a nosotros mismos y a quienes nos rodean es una necesidad social, y va más allá de lo que podría mostrarse como una medida de cortesía. No se es menos hombre por cuidarte a ti mismo y a los tuyos, como tampoco se es menos mujer por estar empleada y dedicarse a lo público. La supuesta normalidad instituida sobre la base de los estereotipos de género y los roles sexistas no es innata ni genética, sino que responde a una formulación creada culturalmente.
Por lo tanto, entre otras muchas tareas, los hombres y las mujeres hemos de replantearnos todo lo aprendido para dejar atrás el prototipo de hombre “macho”, ajeno a los sentimientos y los cuidados. Sólo así podremos seguir siendo muy hombres, pero con otra masculinidad, que ya no se sustenta en la violencia, o en la idea de que no debemos ocuparnos de lo privado. Disfrutar de un permiso de paternidad o solicitar una reducción de jornada no significa tomarse unas “vacaciones”, ni es un privilegio, sino facilitar el que los hombres podamos ser más corresponsables. Una responsabilidad que debería ejercerse siempre. ¿Acaso hay una satisfacción mayor que la de ser parte activa del desarrollo de tus hijos/as?
Quiero terminar haciendo mías las palabras de Emma Watson (Embajadora de Buena Voluntad de ONU Mujeres) “quiero que los hombres acepten esta responsabilidad, para que sus hijas, hermanas y madres puedan vivir libres de prejuicios, pero asimismo para que sus hijos tengan permiso de ser vulnerables y humanos ellos también, que recuperen esas partes de si mismos que abandonaron y alcancen una versión más auténtica y completa de su persona”.